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'Creatura', cómo el patriarcado marca con la vergüenza y la culpa el cuerpo de las mujeres

La cineasta Elena Martín Gimeno se adentra en el territorio de la represión sexual que sufren las mujeres desde la infancia en 'Creatura', ganadora del premio a la mejor película europea en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes.

Una secuencia de la película en la época de la infancia (Avalon)
Una secuencia de la película en la época de la infancia. Avalon

Un adolescente que fanfarronea de sus conquistas es un ligón y se celebra. Si una adolescente hace lo mismo, la llaman guarra. Un padre se divierte contando que su pequeño hijo está todo el día tocándose lo genitales, descubriéndolos, pero lo esconde y reprende a su pequeña hija si hace lo mismo. Cualquier mirada condenatoria sobre tu cuerpo cuando eres una niña quedará grabada y aflorará en la edad adulta. Y quedará marcada tu relación con tu cuerpo y con el deseo sexual.

La cineasta Elena Martín Gimeno se adentra en el territorio de la represión sexual sufrida desde la infancia y en las consecuencias en la edad adulta con su segundo largometraje, Creatura, con la que ganó el premio a la mejor película europea en la Quincena de Cineastas del Festival de Cine de Cannes. Coescrito junto a Clara Roque y protagonizado por ella misma, es un filme hecho por un equipo de mujeres, un trabajo sensorial, donde son las imágenes las que revelan la vergüenza y la culpa del hombre adulto disfrazada de cabreo, las percepciones del contacto físico muchas veces cargadas de prejuicios… tantas ambigüedades del ser humano que no se podrían contar mejor con palabras.

Mila se da cuenta de que ha perdido el deseo sexual y decide explorar su pasado, su infancia y adolescencia, con la confianza de arreglar así la relación distorsionada que tiene con su propio cuerpo. Creatura es una obra valiente, honesta, muy arriesgada, pero que atina en el centro de la diana, repleta de lirismo y sostenida sobre una textura visual que pocas veces se ve en el cine y con la que nos acerca a los olores, los sonidos y, sobre todo, las sensaciones de la protagonista.

Esta película surge de una especie de taller sobre el cuerpo.

Gimeno: "Estábamos teniendo esas conversaciones todas por primera vez"

Estábamos con un grupo de chicas haciendo una investigación a puerta cerrada, muy física a través del cuerpo, ahí empezaron a surgir conversaciones sobre nuestras experiencias pasadas en relación al cuerpo y claro, al sexo. Sentía que estábamos teniendo esas conversaciones todas por primera vez y pensaba: es la primera vez que estoy en un entorno donde nos estamos permitiendo compartir cosas bastante íntimas, que igual nos habían dado vergüenza siempre. A raíz de eso empecé a investigar por mi cuenta con la ayuda de una terapeuta, Berta Clavera, que luego nos ha estado acompañando durante el guion y durante el rodaje. Entonces empecé a leer sobre todo esto, sobre el desarrollo en la infancia y el primer despertar sexual y cómo influye en la formación del carácter, sobre cómo se desarrolla según la experiencia vital en la adolescencia, luego en la edad adulta… Y empecé a escribir cosas. Se lo pasé a Clara Roquet, una carta de intenciones que se parecía más a una tesis que a una peli de ficción, y quiso escribirlo conmigo.

¿Hay mucha investigación sobre la sexualidad en esas tres edades?

Sobre la infancia hay muchas cosas escritas. De la adolescencia también hay bastantes referentes, pero un poco más difuso todo. Pero en la edad adulta es muy complejo. Por eso, empezamos a entrevistar primero a mujeres de nuestro alrededor y luego a más personas.

¿El cuerpo tiene toda la memoria de las experiencias de la infancia y la adolescencia?

Cuando ya eres adulto, sí. Exactamente eso era lo interesante. Cuando entrevistábamos a mujeres adultas, era gente con experiencias bastante diversas, había gente que había tenido experiencias más explícitamente violentas en algún momento de su vida, otras que no recordaban nada, algunas con padres muy progres que siempre habían hablado de sexo, otras, que ni de coña, nunca habían hablado de nada… Pero, aun así, había como un denominador común, una relación compleja y opaca con el propio cuerpo por el sexo y sobre todo, muchas cosas no habladas con una misma. Hay una frase que encontramos durante el proceso de investigación, que es muy bonita, de la fisioterapeuta Thérèse Bertherat, "como las arañas que tejen sus telas de araña en los rincones de las casas abandonadas, nuestros agarrotamientos anidan en las zonas de nuestro cuerpo, de las que tenemos una percepción equivocada". Me acompañó durante todo el proceso de guion, porque es lo que vi en las entrevistas, que da igual qué experiencia concreta has vivido, el hecho es que hay una cuestión social y cultural de que no se puede hablar de estas cosas. Eso hace que todo el mundo tenga una relación muy complicada con su cuerpo y con el sexo.

Hay dos palabras, vergüenza y percepción, que son claves en la película. Algunas reacciones de los cuerpos de los hombres les provocan vergüenza, que ellos la combaten culpabilizando a las mujeres desde la infancia… ¿Llevamos esa herencia de culpabilidad desde la niñez?

Eso es el principio de todo lo que le pasa a esta mujer de la película, es el eje de la película. Es un asunto tan incómodo que mucha gente ve la película y lo traduce de otra forma. Nunca llegamos a ir al corazón de esto. Había una escena en la película, en la playa, en la infancia. Mila y su primo estaban jugando en el agua y para ponerse la ropa seca, a Mila, su madre la cubría con una toalla. Y luego la niña tapaba con una toalla a su primo para que se cambiara y el padre del chico decía que no, "que se airee", y entonces el niño se ponía a jugar con su pito y la familia lo celebraba. Esa escena no la pudimos rodar porque había una exposición genital del niño que era complicada. Decidimos contarlo de otra forma. Hay un despertar sexual en la infancia que no es un despertar sexual adulto, es el adulto el que está sexualizando ese despertar que es un despertar sensual de los sentidos.

Gimeno: "Hay un despertar sexual en la infancia que no es un despertar sexual adulto, es el adulto el lo está sexualizando"

Las niñas y niños son expertos de la curiosidad. Nada tiene que ver con la sexualidad adulta, pero ahí está el adulto con sus propios tabúes y su propia vergüenza, proyectando una perversión suya, no de la niña. Hay muy pocas herramientas de los adultos para gestionar este despertar así que al final acaba el adulto poniéndose en el centro y lo que prevalece es su incomodidad y lo disfraza. Es muy perverso porque tú no estás protegiendo a una niña haciéndole sentir que su cuerpo no está bien, es una forma de protegerte tú y a todos los hombres que van a seguir después de ti relacionándose con esta niña. Es muy complicado.

Elena Martín también protagoniza la película (Avalon)
Elena Martín también protagoniza la película. Avalon

Si la niña se sienta encima del papá o del tío y empieza a moverse y ello les excita…

…Una persona adulta tiene que aprender a gestionar esa sensación. Obviamente existen los límites, y tú le puedes contar a tu hija que esa energía, que es preciosa, le pertenece y que forma parte de la vida, que lo podrá compartir con personas de su edad con su consentimiento, pero en este mundo en el que vivimos esto no se hace delante de gente. Hay muchas formas de hacerlo, pero decir "esto está mal" y reaccionar con asco, "a mí no me toques, me estás molestando", no es la manera. Una persona tan pequeña no entiende que su padre le mire con asco y deje de abrazarla porque un día te estuviste rozando con su pantalón.

¿Y la relación de las mujeres adultas con las niñas cómo es?

La relación que tiene la madre o la mujer con el descubrimiento del despertar sexual involuntario de las niñas es mucho más normal, aunque hay de todo. En la película hemos optado porque la madre, en la adolescencia, cuando le va a preguntar a la hija si usa protección, en realidad la está culpabilizando. "Tienes que ir con cuidado porque te pueden pasar cosas", le está poniendo toda la responsabilidad encima. Pero aun así no es una relación tan conflictiva como con el padre. La madre está preocupada por si la hija pasa por los mismos dolores que ha pasado ella. Además, las madres han parido y han dado de mamar a los hijos y hay menos tabú del cariño físico. Hay algo que ya se rompe allí, pero es verdad que como mujer también has tenido una educación patriarcal. Y, además, hay veces donde el padre aprovecha eso a su favor. Y bueno, hay mujeres que acaban compitiendo con sus hijas, pero eso es el extremo.

La relación que una persona tiene con el deseo sexual marca el carácter en todos los demás ámbitos de la vida, ¿se pueden hacer equivalencias? ¿personas con una infancia menos represiva es de adulta más tolerante, por ejemplo?

Hay una consecuencia que hemos visto en la investigación. Si comparo la experiencia de las mujeres con la de los hombres cisgénero, se ve que en ellos ha habido algo de validar tu cuerpo desde el principio. Si de niño se toca los genitales, está desnudo… hay como una celebración del existir que repercute de forma muy grande en la autoestima. Con mujeres y con personas trans se ve que son identidades que no han sido reconocidas en la infancia. Así que sí, hay una consecuencia muy clara que es física relacionada con que el cuerpo no se reconozca y esté desconectado de la identidad. Generar vergüenzas y culpa provoca una falta de autoestima brutal en la persona adulta.

Consecuencias del patriarcado. Todavía no es igual en una pareja si las fantasías eróticas las propone la mujer o el hombre.

Es que es el patriarcado puro y duro, machismo más menos disfrazado, más menos voluntario, pero machismo. En la película, la pareja de Mila se disfraza de ser woke, usa la palabra tóxico y cosas así… pero es un machista.

En la película se aborda lo social, la represión impuesta por el machismo, los prejuicios y la percepción sobre los contactos físicos, ¿vivimos aún con una herencia también de esto?

A mí me parece fascinante y a la vez terrorífico, porque es inabarcable. Todo lo que hemos leído sobre la violencia contra las mujeres, todos los ejemplos que hemos visto en películas desde pequeños, todos los mitos fundacionales de nuestra sociedad, todo… es algo que ya está en tu cuerpo o has mamado desde pequeña. Son cosas muy difíciles de desactivar y la única forma de desactivarlas es hablar de ello. Para mí, haberme empapado tanto del tema ha funcionado. Con el tiempo llega un momento en que ciertas cosas se desactivan un poco solas, es un poco mágico.

¿En qué sentido?

Por ejemplo, una de las cosas que yo recordaba es que cuando yo tenía como 12 años o 11 años, tenía un primo pequeñito y lo subí en brazos en la playa, en el agua. Y yo lo sujeté porque no sabía nadar y él se estrechó contra mí y me dijo: "¿Quieres ser mi novia?" Me dio tal asco que lo tiré al agua y se puso a llorar, claro. Con la película, ese recuerdo se ha amasado de una forma que ese asco de aquel momento se ha desactivado. Y ahora tengo un respeto profundo por esa fase en la infancia y a la vez he aprendido cómo poner los límites. Es que hay aprender y hablar.

La cineasta Elena Martín Gimeno, en el rodaje de la película (Avalon)
La cineasta Elena Martín Gimeno, en el rodaje de la película. Avalon

Y en todo este panorama, ¿cuál crees que es la relación que tiene el feminismo hoy con la sexualidad y con el deseo?

Esta es una relación muy confusa, muy confusa. Podemos hacer grandes afirmaciones políticas, incluso filosóficas, pero muchas veces no tienen una relación directa con la vida, por eso hablo a veces desde un sitio más terapéutico, experiencial. Creo que hay contradicciones todo el rato. He oído a mucha gente posicionarse, por ejemplo, en contra de la sexuación de las adolescentes. Pero, por otro lado, si una niña se está sintiendo libre porque está meneando el culo, no puedes castrarla diciéndole que no es feminista, porque entonces estás haciendo lo opuesto. Creo que hay muchas contradicciones y es un momento muy complicado, sobre todo si pretendes tomar una posición absoluta. Todo es cierto y, a la vez, no, y todo tiene matices y contradicciones y creo que en lo que es más importante es tener un sentido crítico, agudo y saber que estamos en un sistema en el que nadie es libre.

¿Cómo ha sido el proceso de contar todas estas cosas desde las imágenes mucho más que desde las palabras?

Fue un proceso muy difícil porque como empezamos leyendo e investigando mucho, había mucha palabra en nuestra cabeza ahí y queríamos explicar muchas cosas porque las estábamos descubriendo. Así que nos fuimos desprendiendo poco a poco y nos forzamos en encontrar elementos visuales. Nos ayudaron mucho las sensaciones de las fantasías. Por ejemplo. Los recuerdos, esa sensación de ambigüedad que no sabes si esto ha pasado o no ha pasado, pero tú tienes ese recuerdo. Teníamos muy claro que tenía que ser una en una cosa emocional y vivencial. También era clave entrar en la psicología de todos los personajes, porque eso nos daba automáticamente una ambigüedad, distintos puntos de vista nos ayudaban a no instalarnos en un sitio de tesis.

Para avanzar ¿es fundamental que los hombres se desprendan de todos sus prejuicios?

Sí, si no pasa en paralelo… Pero si vives más en el privilegio, hay ciertas cosas que no necesitas para sobrevivir, porque ya estás bien. Entonces hasta que ellos no se sientan en una crisis de identidad real, que algunos están empezando, pero algunos muy sensibles, no van a tener la necesidad de aprender. Lo puedo ver, por ejemplo, con mis amigas trans. Han vivido unas adolescencias tan salvajes que hay una parte de madurez que yo no tengo. Por otro lado, me da rabia el concepto de "el hombre malo" o "el monstruo", porque pienso que son tan fuertes, sino que es algo más miserable. No es maldad, es cobardía.

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