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Dos directores sin miedo y un edificio para rodar 'REC 2'

Los cineastas españoles Jaume Balagueró y Paco Plaza se ponen nuevamente tras la cámara para dirigir la secuela de su exitosa película, con la que pretenden 'dar respuestas a pequeños enigmas que habían queda

LIDIA PENELO

'Si en el fondo es muy graciosa. No da tanto miedo', dicen al unísono y compinchados Jaume Balagueró y Carlos Plaza en la entrada de la finca donde se rodó REC. La reportera, presa del pavor, que le produce una película que nunca ha conseguido ver entera, sube las escaleras flanqueada por los directores.

El rodaje de  la segunda parte de una de las producciones españolas más taquilleras del año pasado, empieza este lunes en el mismo escenario. El edificio está abandonado en la Rambla Catalunya número 34 de Barcelona. 'La segunda parte es una continuación estricta. Empieza justo donde acaba la otra. Revisitaremos lugares y personajes', avanza Carlos Plaza sin revelar ningún detalle del argumento.

Sólo avanzan que el espíritu de REC se perpetúa y que para ello utilizarán el mismo sistema de rodaje. Un único operador de cámara, Pablo Rosso,
y una grabación a tiempo real.

Para ello, han convocado al 90% del equipo técnico de la anterior producción. 'Ya que repetimos nosotros, que repitan ellos. También volvemos a recurrir a actores poco conocidos. La poca familiaridad con las caras te ayuda a identificarte con la historia, incrementa el realismo', argumenta Jaume Balagueró.

La reportera y los realizadores llegan al pasillo que causó taquicardias a muchos espectadores. Paco Plaza capta la sugestión de la periodista y bromea: '¡Este es el pasillo, cuidado, no nos encontremos con alguien!'. A lo que Jaume Balagueró añade: 'Pasar miedo no es malo. Ayuda a descargar adrenalina, es un disfrute, una emoción y ya está'.

Tienen una idea clara: ofrecer una sensación de verosimilitud constante. Los dos realizadores están enzarzados en encontrar nuevos mecanismos para crispar a los actores. 'Jugamos con la ausencia de música y con la interpretación de los actores. Jugamos con que ellos no sepan exactamente lo que ocurre. Los actores pasaron miedo de verdad', apunta Paco Plaza divertido. A lo que Balagueró pinta el contrapunto: 'Estaban en un trance de disfrute total. Interpretaban a tiempo real en el que descubrían la historia'.

Al final del interminable pasillo, un salón luminoso. Balagueró cuenta que quedó fascinado por 'un espacio tan normal, nada terrorífico'. La periodista le sugiere que la atmósfera del edificio es siniestra. A lo que él responde: 'Bueno sí, es un poco siniestro, pero porque no está habitado'.

Ni Plaza ni Balagueró parecen preocupados por el reto que conlleva cualquier segunda parte. 'También hay primeras partes malas. Nosotros vamos hacerlo lo mejor que podamos e intentaremos que sea más terrorífica, más trepidante y más angustiante', dice Balagueró. 'Será un viaje adrenalítico total', apunta entusiasmado Plaza. 'Cuando haces una película de terror directo y festivo, sin pretensiones existencialistas, de lo que se trata es de asustar. Piensa en una atracción de feria a la que te subes, disfrutas y bajas', comenta Balagueró. Mientras, una, en lo único que piensa es en salir del edificio.

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