Este artículo se publicó hace 9 años.
Carminho, la fadista del siglo XXI
La revelación portuguesa presenta su tercer disco, ‘Canto’, un álbum "autobiográfico" en el que plasma su identidad a base de mezclar tradición e innovación, acompañada de artistas de la talla de Caetano Veloso, Carlinhos Brown o Javier Limón.
Itxaso Marín
-Actualizado a
MADRID.- "El más hermoso florecimiento del fado entre los jóvenes portugueses". Con esas palabras definía el brasileño Caetano Veloso a Carminho (Lisboa, 1984), que con sólo tres discos ya es considerada la fadista del siglo XXI. Sin "pretensiones” de cambiar la música tradicional portuguesa, se sumerge en Canto, un álbum "autobiográfico" en el que plasma su identidad a base de mezclar tradición e innovación. Dos premisas que la convierten en toda una revelación musical. "No quiero cambiar el fado. Tengo un amor muy grande por él. Es como la raíz de un árbol que está fija, pero después sus hojas pueden volar y expresarse por su cuenta".
"El fado es como la raíz de un árbol que está fija, pero después sus hojas pueden volar por su cuenta"
Hija de la fadista Teresa Siqueira, creció en el escenario de la taberna que sus padres tenían en Lisboa, donde cantaba las canciones que su madre escogía meticulosamente. "Se lo agradezco porque me ha dado una lección de honestidad. Tienes que cantar aquello en lo que crees".
Eso es el fado. Melancólico, profundo. Una traducción de la vida y las personas. No es cuestión de estar triste, advierte, sino de estar en sintonía con lo que se está cantando: "Un buen fadista no se olvida nunca de las palabras". Consciente de ello, por primera vez se anima a componer. Difícil renunciar a ello cuando la inspiración viene servida en bandeja. A sus pies fue a caer un libro por casualidad en una vieja tienda de Brasil. Sus manos ya se habían decantado por otro, pero alguien tan ligado con “las señales y las energías que el mundo le va dando” no puede dejar escapar regalos como este. “La intuición es una guía para mí”, reconoce. Dos poemas de aquel libro forman ya parte de su repertorio.
Los impulsos han marcado su vida. Con 21 años decidió emprenderse en un viaje de “autodescubrimiento”. Recién licenciada en Marketing y Publicidad, infeliz, puso la mochila a sus espaldas y recorrió India, Camboya, Perú o Nueva Zelanda, entre una larga lista de países. “Yo sabía que había nacido en un lugar del mundo que me hacía ser una privilegiada, pero sabía que el mundo no era así, que había gente que no tenía esa suerte y aun así eran tan o más felices que yo, entonces me fui a buscar lo que era la felicidad”. Y encontró la respuesta: “Descubrí que sería más feliz y haría más feliz a otras personas cantando que haciendo cualquier otra cosa”.
Desde entonces no ha parado de entregar toda su energía a eso que llama “vida”. Su álbum debut, Fado, le brindó el disco de platino en Portugal y el camino a España y Brasil. Su segundo trabajo, Alma, ratificó su talento, siendo número uno en su país, permaneciendo dos años en las listas.
Seis años después, se mantiene en la tradición del fado, en lo genuino y lo auténtico de ese lenguaje. “Hay una regla: si haces cosas diferentes dejan de ser fado”. Pero Canto no es sólo eso. Nuevos estilos, arreglos e instrumentos se abren camino para corroborar el éxito de Carminho. Se nutre de artistas de la talla de Javier Limón, Antonio Serrano —uno de sus “top del mundo”—, Marisa Monte, Carlinhos Brown o el mencionado Veloso, entro otras voces. “He transformado canciones en fado. Me encanta hacer versiones de otros artistas y poder traer su identidad a la mía, porque ellos no abdican de ella, entonces me enseñan a no abdicar de la mía”.
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