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Aleksiévich ve un "futuro inquietante" por la deriva de Rusia pero cree que Ucrania ganará: "Los dictadores no pueden vencer"

La escritora bielorrusa, exiliada en Berlín, visita Barcelona para recibir el Premi Internacional Catalunya y participar en la Biennal de Pensament. Premio Nobel de Literatura 2015, señala que aunque con el derrumbe de la URSS creyeron "salir vencedores" del comunismo, esto no ha sido así: "Salimos de la cárcel pero todavía no somos libres".

L'escriptora Svetlana Aleksiévitx, a la Generalitat.
La escritora Svetlana Aleksiévitx, en la Generalitat. Quique García / EFE

La periodista y escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich ha escuchado a lo largo de décadas miles de voces hablando sobre la vida y la muerte en los territorios soviéticos, antes y después de la caída de la URSS. Por su obra, donde los testigos relatan directamente su vivencia de los acontecimientos históricos que han marcado este espacio y sus gentes en el siglo XX, como la segunda guerra mundial o como el accidente nuclear en Chernóbil, recibió el Premio Nobel de Literatura en 2015.

En medio de la guerra de Ucrania que no cesa, Aleksiévich visita Barcelona para recibir el Premi Internacional Catalunya y participar en la Biennal de Pensament. La escritora no tiene ninguna duda de que Ucrania ganará el conflicto con Rusia porque "los dictadores no pueden vencer". "Todo esto es un trauma enorme, pero veo que a las autoridades rusas esto no les para", ha lamentado. En una atención a los medios en el Palau de la Generalitat, Aleksiévich ha señalado que aunque con el derrumbe soviético creyeron "salir vencedores" del comunismo, esto no ha sido así y todavía arrastran las consecuencias: "Salimos de la cárcel pero todavía no somos libres".

Aleksiévich vive actualmente en Berlín, exiliada de su país natal por las críticas al presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, alineado con Vladimir Putin en la guerra contra Ucrania. Horas antes de recibir el premio de manos del presidente Pere Aragonès, Aleksiévich ha afirmado que ve el futuro "muy inquietante" para los países de la antigua URSS, pero también en general, por la ofensiva rusa y la opción de que Putin active el "botón nuclear".

Sin embargo, la escritora no tiene ninguna duda de que Ucrania ganará el conflicto porque "los dictadores no pueden vencer". Según la autora, el factor tiempo "está en contra" suya y eso hará que Rusia no pueda imponerse en el conflicto. "Pero cuánto tiempo tardará, eso no lo sabemos".

La propaganda y la lucha por la paz

Aleksiévich ha valorado que el Nobel de la Paz haya reconocido este 2022 al preso político bielorruso Alés Bialiatski, la ONG rusa Memorial y el Centro para las Libertades Civiles de Ucrania: "Todos estos pueblos están en una situación de guerra que no han desarrollado ellos y por eso este premio es muy importante", ha afirmado. La escritora expresó su "admiración" por el pueblo ucraniano porque, ha dicho, no se esperaba que la guerra pudiera alargarse tanto. "Yo les apoyo y les deseo la victoria", ha remachado. "Ucrania lucha por nuestro futuro y por la paz", ha añadido, además de advertir que los planes de Putin no se limitan a ese espacio exsoviético.

Considera que la propaganda rusa ha generado un "delirio" a los ciudadanos

La escritora ha destacado el papel que ha tenido la propaganda del régimen ruso en los últimos diez años, que ha provocado una suerte de "delirio" a los ciudadanos: "La gente ha dejado de pensar". Aleksiévich ha explicado que la falta de opositores —el principal líder, Alexei Navalni, está en prisión— y la huida de la élite rusa dificulta que haya referentes: "Los rusos de momento no piensan en la revolución".

Aunque ha abierto la puerta a que esto pueda cambiar, porque hay rusos que sí están empezando a hablar de ello y también cientos de miles de personas se han ido del país, ha explicado que la situación en Bielorrusia es "diferente". Durante las protestas contra Lukashenko, muchos jóvenes salieron a la calle, algo que en Rusia todavía no está ocurriendo, ha dicho.

Esto aboca a las personas a buscar soluciones individuales: "La gente se escapa. En las ciudades, los jóvenes no quieren ir a la guerra. En Rusia, ahora cada persona intenta salvarse a sí misma". Esto provoca cierto choque generacional, en casas en las que los padres consideran "traidores" a los hijos por negarse a luchar. "Entrar en casa de la gente y hacer que se pongan de acuerdo es difícil. Esto ocurre en Rusia, en Bielorrusia y en Ucrania", ha apuntado la escritora.

Del periodismo a la "novela colectiva"

Aleksiévich nació en 1948 en la ciudad ucraniana de Ivano-Frankovsk, entonces territorio soviético, de padre bielorruso y madre ucraniana. Estudió Periodismo en la Universidad de Minsk, y después de ejercer como periodista en distintos medios se empezó a inclinar por la literatura. Dentro de la corriente de la llamada novela colectiva, sus libros dan voz directamente a los testimonios de los hechos históricos que relatan, como el accidente nuclear en Chernóbil, la participación de las mujeres en la segunda guerra mundial o la caída de la Unión Soviética.

"Escucho las voces e intento convertirlas en arte"

Sobre el género que cultiva, la escritora ha desgranado que ella escucha las voces y a partir de lo que considera una "experiencia musical", crea la obra. "Yo escucho las voces e intento convertirlas en arte", ha explicado. Su primer libro, La guerra no tiene rostro de mujer, fue publicado en 1985. Después vinieron Últimos testigos (1985), Los chicos del zinc (1989), Voces de Chernóbil (1997) y El fin del homo sovieticus (2013).

El libro sobre Chernóbil, donde hablan quienes vivían allí en el momento del accidente y los "liquidadores" que se desplazaron para contener el incendio, ha sido traducido a 20 idiomas y todavía hoy sigue prohibido en Bielorrusia.

Desde 2020, Aleksiévich vive en Berlín. Diplomáticos de distintos países la ayudaron a huir, pero en su escritorio de Minsk quedó el manuscrito en el que trabajaba. Se trata de un libro sobre el amor cuyo paradero desconoce, pero que espera, un día, poder acabar. Por ahora, continúa una tarea de más de tres décadas, que es documentar el "hombre rojo" en una especie de "enciclopedia". Un trabajo que ya plasmó en El fin del homo sovieticus y que está en constante construcción. "Últimamente estoy estudiando mucho la maldad y la violencia, pertenezco a un país que aún no ha podido salir de ese círculo vicioso", ha concluido.

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