La pareja formada por los cantautores españoles Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat reafirmó su flechazo artístico para demostrar que las viejas glorias nunca mueren, en el recital que brindaron esta noche a un entregado público chileno.
La voz elegante del 'nano' del Poble Sec y el carácter políticamente incorrecto del artista jienense, quien se sobrepuso a una sensible afonía, congeniaron a la perfección para hacer gala al título de su nueva gira 'Dos pájaros contraatacan' y cautivar con su agudo sentido del humor y sus canciones eternas a las 16.000 almas que llenaron el auditorio de la capital chilena.
El entrañable matrimonio 'catalanoandaluz' evidenció que, pese a la erupción de arrugas y el desgaste que provoca el paso del tiempo, su conexión artística no está ni mucho menos oxidada.
Y es que ambos artistas parecen haber consumido el elixir de la eterna juventud, ya que tanto con su propuesta musical como con su energía en directo transmitieron una vitalidad digna de un par de jabatos que se reúnen en un escenario para disfrutar como niños y hacerlo pasar mejor que bien a sus fieles seguidores.
Prueba de sus infatigables fuerzas lo demuestran las más de tres horas de actuación en las que el padre de 'Mediterráneo' y el cerebro de 'Y sin embargo' presentaron por vez primera en el país andino los temas de su último trabajo 'La Orquesta del Titánic', además de rememorar algunas de sus más míticas composiciones.
Enfundados en un impecable traje negro y dos sombreros, los protagonistas de la noche empezaron la velada con un potente tema en el que mezclaron a la perfección dos de sus composiciones más populares 'Ocupen su localidad' y 'Hoy puede ser un gran día'.
Tras esta inyección de optimismo, el jienense pidió pasó para avisar al auditorio que su voz no era la de las grandes ocasiones.
'Buenas noches Santiago. Hoy verán un maravilloso concierto de Joan Manuel Serrat. Hay algo en mi garganta (...) no sé si cantaré, pero pondré todo el corazón', advirtió Sabina ante la estupefacción del público.
Pero Sabina cantó y, animado por un cariñoso beso de su colega, completó una excelente actuación en la que, además de música, ambos artistas ofrecieron una exhibición de bromas dignas de humoristas de primera categoría.
Las dudas iniciales se disiparon cuando el artista andaluz y Serrat entonaron a dueto la dulce melodía de 'Acuérdate de mí', de su nuevo trabajo.
A partir de ese momento, Serrat se convirtió por un momento en Sabina para cantar 'Y sin embargo', acompañada por una sincera ovación del público, que después disfrutó cómo la voz ronca del jienense desgranaba a la perfección los deliciosos versos de 'Cartón piedra' del catalán.
Mientras tanto, entre canción y canción, el matrimonio artístico jugaba a ser Jack Lemmon y Walter Matthau en la 'Extraña pareja' al mantener dinámicos diálogos que giraban en torno a la afonía de Sabina.
'Siempre tiene que decir estas cosas. No le hagan caso', dijo Serrat sobre la dolencia de su compañero.
'En esta ocasión me comporté bien, pero los dioses son así, por lo que es un día jodido para contarles intimidades de mi pareja', replicó Sabina.
Las risas del público fueron rápidamente seguidas por intensos aplausos cuando por los altavoces del pabellón sonaron los acordes de 'Y sin embargo', '19 días y 500 noches', 'Cuenta conmigo', 'Mediterráneo' y 'El diario no hablaba de ti', este último tema cantado por un Serrat que dijo: 'así hago populares los temas de Sabina'.
El punto reivindicativo de la noche emergió cuando guitarras en mano versionaron la canción 'Me gustan los estudiantes' de la cantautora chilena Violeta Parra para homenajear así a los estudiantes del país austral que en el último año se han manifestado para reclamar una educación gratuita y de calidad.
Tras este guiño, Sabina aceptó el reto de cantar 'Aquellas pequeñas cosas' para acabar de agitar la noche con 'Princesa'.
Como si de un partido de tenis se tratara, Serrat restó el saque de Sabina y se animó a cantar 'Una canción para la Magdalena' como aperitivo a 'Calle Melancolía'.
'Contigo', 'Para la libertad' y 'Caminante no hay camino', fueron los colofones a una noche redonda en la que Serrat y Sabina, Sabina y Serrat, juraron amor eterno a la buena música.
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