Lawrence Goldman, editor del Diccionario Biográfico de Oxford, ha explicado a Público su método de trabajo para elaborar esta obra de referencia: 'Si era necesario, pedía al autor que cambiara el texto. Le decía: Quiero más información', o saber más de esto, o la entrada ha quedado demasiado elogiosa'. Por su parte, Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia (RAH), aseguró el día que presentó el Diccionario Biográfico Español que 'de todos los diccionarios existentes' sólo se podía comparar con 'el de Oxford'.
Sin embargo, la RAH parece haberse saltado las normas que envió a los biógrafos antes de arrancar el diccionario. Resumiendo: 1) 'Se expondrá el desarrollo de la vida del biografiado con precisión, sobriedad y buen gusto, sin exagerar ni menguar'. 2) 'Los datos de las biografías serán objetivos y documentados evitando la incursión en terrenos de subjetividad o hipótesis'. 3) 'El autor de la biografía, por principio, se debe abstener de dar su propia valoración. La redacciónha de ser neutra'.
El diccionario ha recibido 5,8 millones de euros en subvenciones. En el convenio firmado entre la RAH y Educación se decía que la obra debía 'dar una versión ecuánime' de los personajes e incluir 'los elogios y críticas que pudieran haber suscitado'. Normativas saboteadas en algunas de las reseñas sobre religiosos y altos mandos militares franquistas, convertidas en panegíricos al servicio de una ideología.
José Martín Brocos, profesor de la Universidad San Pablo-CEU, reseña en la obra la vida de Agustín Aznar Gerner, fundador del Sindicato Español Universitario (SEU), pistolero falangista y procurador en las Cortes franquistas. Brocos opta en principio por un tono entre bizarro y lisonjero: 'Campeón de lucha grecorromana de Castilla, pronto destaca por su decisión, arrojo y capacidad en el enfrentamiento físico y en la planificación y ejecución directa de osadas misiones', escribe sobre Aznar.
Al parecer, los combates de lucha grecorromana no eran suficientes para aplacar al fogoso Aznar, que también se dedicaba a tirotear rojos en sus ratos libres. Ante la, ¡ay!, mirada condescendiente de su biógrafo: 'Dirige como Jefe de la Primera Línea de Madrid el 10 de junio de 1934, y como acción en represalia al último asesinato del falangista Cuéllar, y tras ocho asesinatos previos de falangistas, un tiroteo contra un grupo de socialistas en la que fallece la socialista Juanita Rico'. José Antonio Primo de Rivera no podía permanecer al margen de semejante despliegue de ardor guerrero: 'En junio de 1935, le recompensa por su combatividad concediéndole la mayor distinción de la Falange, una Palma de Plata, por su perseverancia y ánimo en los momentos de mayor peligro''.
Su carácter indómito no había remitido 40 años después, tras la muerte de Franco. Según la reseña, 'formó parte del grupo institucional denominado el búnker político de los leales a los principios que informaron a la cruzada (sic) del 18 de julio, que se opuso tanto al proyecto de Ley de Asociación Política como a la Ley para la Reforma Política, que en la práctica liquidaba el Movimiento Nacional y daba entrada a la democracia inorgánica y los partidos políticos'.
Quizás para que el nacimiento de la democracia y la muerte del glorioso Movimiento no convirtiera el final de la reseña en un funeral, Brocos opta por subir los ánimos al final enumerando, en un último párrafo indescriptible, todas las 'distinciones' y 'condecoraciones' de Aznar: 'Grandes Cruces de la Orden Civil de Sanidad, Orden Imperial del Yugo y las Flechas y de la Orden de Cisneros; Palma de Plata y Palma Verde; Medalla de la Vieja Guardia; Medalla de Oro de la Previsión; Víctor de Oro del SEU; seis Aspas Rojas de Herido; Medalla de Sufrimientos por la Patria; Cruz de Guerra; Cruz de Campaña; Cruz Roja al Mérito Militar; Cruz de Campaña del Ejército del Reich; Medalla de la Orden de Cristo de Portugal'. Y también dos huevos duros, cabría añadir.
'Tenemos cuidado con que no sea alguien tan cercano al personaje como para perder la perspectiva crítica hacia él', afirma Goldman sobre el Diccionario Biográfico de Oxford. Una de las grandes cuestiones en torno a la obra de la RAH es cómo es posible que se encargaran las reseñas de Franco y Escrivá de Balaguer a Luis Suárez, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos y miembro del Opus Dei. ¿No es como adjudicarle a Romeo una reseña sobre Julieta y pretender que mantenga una sobria distancia objetiva?
Escrivá, en efecto, se convierte en un hombre que 'aceptaba con alegría y visión sobrenaturales sus enfermedades'. Y una vez que el biógrafo acepta que su biografiado tiene 'visiones sobrenaturales', todo es posible: 'Un día de las Navidades de 1917 vio, impresas en la nieve, las huellas de un carmelita descalzo: provocaron en él una fuerte conmoción interior, que le llevó a intensificar su vida espiritual. Al sentir esos primeros presagios de una llamada divina, tomó la decisión de hacerse sacerdote...'.
Respecto a la guerra, Suárez sólo se fija en la persecución desde el bando republicano: 1) 'La Guerra Civil estuvo acompañada de una de las más sangrientas persecuciones religiosas de la Historia' 2) La II República 'imprimió un giro radical hacia un laicismo anticlerical'.
Pero el texto chirría sobre todo por su obstinación en demostrar que Balaguer tenía línea directa con Dios: 'El 14 de febrero de 1943, mientras celebraba la santa misa, el Señor le hizo ver al padre Escrivá la solución jurídica que iba a permitir la ordenación de sacerdotes a título del Opus Dei: la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz'. ¡Atiza! Sin que Suárez aclare del todo qué tipo de fuente esotérica le proporcionó tan jugosa información sobre su metafísico biografiado.
Si una de las claves de un buen diccionario biográfico es que no recurra a la adjetivación, se puede afirmar que la reseña de José Martín Brocos sobre Joaquín Alonso, fundador de la Congregación de Misioneros de la Providencia, debería pasar a los anales de la historiografía española como ejemplo de lo que no se debe hacer.
Es posible que a los estrictos editores del Diccionario Biográfico de Oxford les diera un ataque de ira si tuvieran que enfrentarse a una biografía que incluyera 14 adjetivos. Lo que ya resulta inimaginable sería su reacción si se toparan con una de 14 adjetivos ¡en el mismo párrafo! 'Su personalidad humana era enorme: energía, sencillez, naturalidad, cariño, cumplidor de su deber, puntual, gran seguridad en sí mismo, intuitivo, observador, práctico, exigente consigo mismo y con los demás, cercano, afable, con afán de superación, clara inteligencia, rectitud y responsabilidad son algunos de los [sus] rasgos', escribe un arrebatado Brocos sobre su biografiado.
No contento con batir el récord mundial de lisonjas en menor espacio de texto, Brocos cuenta de Alonso que era un niño 'dócil, alegre, responsable y generoso' que su 'corazón' estaba lleno de 'ilusión y gracia', que fue un adulto de 'profunda sensibilidad humana' y que 'en contacto con la naturaleza afianzó su confianza en la Providencia Divina, contemplando las aves del cielo y los lirios del campo'.
Nada cuenta, en cambio, de las decenas de presos fusilados en la Prisión Provincial de Salamanca mientras Brocos ejerció de capellán a partir de 1938 (en un 'momento difícil' por la 'guerra de liberación que se vivía en España'). Por lo visto, Alonso estaba demasiado ocupado salvando las almas de los rojos como para preocuparse de nada más: 'Logra con su oración y su ayuda la recuperación de muchos presos a una vida social y cristiana. Les atiende religiosa, moral y humanamente (...). Fue un gran amigo de los hombres caídos que siempre tuvieron en él una mano protectora y una luz para la esperanza'.
Ángel David Martín Rubio, religioso, profesor de Historia en la Universidad San Pablo-CEU (2002-2008) y autor de Los mitos de la represión en la Guerra Civil, obra prologada por Pío Moa, es el autor de la reseña sobre el teniente general y gobernador militar Antonio Aranda Mata, del que dice que 'participa en la campaña de Marruecos como uno de los más brillantes oficiales de Estado Mayor' por su 'sobresaliente' actuación en la 'posición de El Jamas en la que recibió una herida gravísima'.
Tras denominar el golpe de Estado de 1936 'sublevación' y 'alzamiento nacional', Rubio procede a adjudicar en exclusiva a Aranda la toma de Oviedo. La ciudad, 'que parecía destinada a convertirse en baluarte del Frente Popular', se volcará con las fuerzas golpistas, gracias al militar, sostiene Rubio. 'La previsión y la audacia de Aranda inclinaron definitivamente hacia la sublevación'. Y también, el terror de las armas (cabría pensar, porque la represión franquista brilla aquí por su ausencia).
El historiador, generoso con el elogio a la hora de calificar la fiereza en el frente de su biografiado, recupera de pronto la mesura al calificar de 'parco' el bando firmado por Aranda el día 20 de julio de 1936: Don Antonio Aranda Mata, Coronel de Estado Mayor, Comandante Militar de Asturias. HAGO SABER: Que vista la dejación de la Autoridad ante los manejos de los enemigos de la República y de España por apoderarse de los resortes del mando, he resuelto asumir el de esta provincia y por tanto ORDENO Y MANDO'. En efecto, quizás 'parco' no era la palabra más adecuada para definirlo.
La característica más destacada de la entrada del Teniente General del Ejército Carlos Asensio Cabanillas es que su autor, Martín Brocos, denomina tantas veces 'enemigos' y 'rojos' a los republicanos que durante su lectura hay que frotarse los ojos cada cierto tiempo para comprobar que no estamos sufriendo una alucinación. Pero aquello es real: 'Tenaz resistencia enemiga', 'intenso bombardeo de aviación y artillería roja', 'destrucción de una columna enemiga', 'duro castigo al Ejército rojo', y un largo etcétera.
El resto es una enfervorizada descripción de las batallas ganadas por este 'gran estratega militar'. 1) 'Avanza imparable ocupando hasta fin de año Almatrel, Bovera, Palma de Ebro y varias masías). 2) Con las fuerzas a sus órdenes ocupó el pueblo de Aravaca después de asaltar una triple línea de trincheras en las que el enemigo opuso tenaz resistencia. 3) Mediante un audaz golpe de mano efectuado el día 12, se cruza el puente sobre el Jarama de San Martín de la Vega y se toma de revés y por sorpresa las primeras trincheras enemigas'.
Y así páginas y páginas de una reseña en la que se describe así al biografiado: 'De adscripción falangista; católico de misa y comunión diaria, hombre austero y amigo personal de Franco'.
Pero la entrada más delirante de Martín Brocos es la dedicada al coronel de infantería Santiago Alonso. Su lectura es lo más parecido a ver una superproducción franquista en 3D dirigida por James Cameron: espectaculares escenas de acción, fascinante trama ultramontana y todo el furor guerrero franquista como nunca antes se había visto.
'El 10 de mayo de 1937, fuerzas internacionales con un ataque violento y por sorpresa logran poner pie en las líneas propias en la posición denominada El Picarón y avanzan sobre Casas de San Galindo [Guadalajara]. El comandante Santiago Alonso, al frente de su unidad, y al grito de '¡Viva Cristo Rey!', contraataca e influye notablemente para cambiar rápidamente el curso del combate, expulsar al Ejército rojo de las posiciones en que había puesto pie, restablecer íntegramente la línea, recuperar el material perdido y apoderarse del material de una Compañía de Ametralladoras, más de 200 fusiles, quedando en el terreno más de un centenar de cadáveres enemigos'. ¿Hace falta añadir algo más?
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