En la Real Academia de la Historia se ha detenido el tiempo hace muchos años. En sus paredes no hay relojes, están ocupadas por los retratos de los académicos que han pasado por la institución desde el siglo XVIII. El ascensor que sube y baja las dos plantas a los académicos de vez en cuando interrumpe el silencio. De uno de los pasillos asoma la fina figura de Gonzalo Anes (Asturias, 1931), tieso y severo.
El consejero independiente de FCC recibe a este periódico en su despacho, donde se ha hecho subir varios tomos de la vida de Franco escrita por el medievalista Luis Suárez. Con urgencia, avisa de que ya se han vendido prácticamente todos los ejemplares del Diccionario Biográfico Español que tantos sinsabores le está dando en los últimos días. Cualquiera diría que tiene prisa por quitárselos de encima antes de que la sangre llegue al río y haya que rectificarlos. Dice que todos han sido vendidos a particulares y fundaciones, pero este periódico ha podido saber que la librería Marcial Pons recibirá un pedido importante para distribuir la obra en las próximas semanas.
'De haber estudiado las biografías, no se habría publicado jamás'
¿Por qué cree que se ha originado esta polémica?
Porque ustedes la levantaron. No tiene otra explicación. Ustedes deben tenerla, porque el que desencadenó el asunto fue el periódico Público.
Este periódico sólo ha contado lo que dice el Diccionario Biográfico'.
No, no lo han contado. Simplemente leyeron dos biografías: la de Franco y otra donde hay una frase sobre Negrín, cuando la biografía de Negrín todavía no la han podido leer.
En el artículo aclaraba que la referencia de Negrín como 'prácticamente dictador' aparecía en otra entrada. Pero se le definía como 'dictador'.
Era una frase de la biografía de Azaña de la que es autor un académico, por cierto el más antiguo de esta casa, don Carlos Seco Serrano. Ustedes adjetivaron y encendieron la hoguera.
'Suárez es un hombre de altísimas actitudes liberales'
¿Cree que el diccionario ha abusado de los adjetivos?
El diccionario está hecho con las biografías escritas por más de 5.000 biógrafos, que recibió la Academia. Aquí se formaron comisiones, yo no pertenecía a ninguna. Esas comisiones tenían como objeto estudiar los personajes que habrían de ser biografiados en el diccionario. Y se eligieron unos cuarenta y pico mil. De acuerdo a la especialidad de cada comisión se eligió a los biógrafos. Y hubo biógrafos que se ofrecieron a hacer las de determinados personajes, casi todos importantes. Fueron escuchadas las ofertas por las comisiones, y se les encargaron las biografías, con el compromiso de la Academia de no rectificar ninguna de las biografías, porque el texto de las biografías pertenece a su autor. ¿Ustedes se han documentado? ¿Saben que cada tomo lleva?
Sí. Llevamos una semana leyendo tomos.
'¿Y porque no diga que Franco fue un dictador se debe condenar la obra?'
En una semana se leen muy pocos tomos, se pueden leer dos.
Hemos leído hasta el H', el último que han publicado ustedes.
No, no. Es imposible. Han leído lo que les ha parecido a ustedes lo que debían leer. Eso con su criterio.
¿Cómo se forman las comisiones de áreas?
Las comisiones se hicieron solamente con académicos. Además, el diccionario tiene un equipo de documentalistas que son los que se encargan de conectar, escribir y enviar. Y un director técnico, que se llama Jaime Olmedo. Esos documentalistas no tienen autoridad alguna de selección, de hacer o de no hacer. Son los que llevan la burocracia del diccionario.
Es decir, no hay un equipo de rectificación de los textos.
No, no existe tal equipo. La Academia es editora del diccionario, porque ninguna editorial española se atrevió a imprimirlo, por el coste elevadísimo que era para ellos. No se atrevió Espasa Calpe, ni Esfera de los Libros, ni Santillana.
Luis Suárez dice que fue designado, que le llamaron ustedes.
Mire, no lo sé, habrá que revisar la correspondencia. Si él lo dice, será así.
¿No cree que Suárez no era la persona más apropiada para tratar a Franco debido a su relación con él y a sus cargos en la dictadura?
Todos hemos tenido cargos en la dictadura. Los que tenemos cierta edad, claro. Yo soy catedrático desde 1967.
Catedrático no es un cargo designado por Franco.
Pero había que jurar sobre los principios del Movimiento. La universidad es estatal y es funcionario del Estado.
Hay una diferencia notable.
Todo lo que quiera, pero son sutilezas. Mire usted, a don Carlos Seco, condenaron a su padre. ¿Sabía eso?
Sí, ya nos lo ha contado en los días anteriores.
¿Y le dije que fue don Luis Suárez quien consiguió que Valdeón, miembro del PCE, fuera catedrático de Universidad?
Sí.
¿Y no ha sido capaz de buscar espacio en su periódico para mostrar que el señor Suárez es un hombre de altísimas actitudes liberales y lo ha sido siempre? El señor Suárez está muy agotado, tiene 94 años, me parece, camina con muchas dificultades, esto le afecta sobremanera y la verdad es que es un ensañamiento. Porque verá, Franco fue cosas distintas durante el régimen: fue represor, tuvo que someterse a la complacencia de la falange española, luego a finales de los cincuenta el régimen de Franco no tuvo más remedio que cambiar de política y abrirse al exterior.
¿Por qué esas cosas no se cuentan en la biografía de Franco?
Se cuenta en otras. El señor Suárez no es economista.
Pero la represión no depende de la economía y no aparece en la reseña.
¿No han leído la reseña que les he indicado? [La breve entrada de Enrique Eymar Fernández, militar republicano y juez, una de las páginas más negras de la dictadura]. El diccionario es responsable, lo pueden ustedes acusar. Y ahí tenemos a los que vinieron ayer pidiendo que se quemara, con carteles y condenas contra la Academia. ¿Ustedes creen que es justa esa acusación, que ustedes han fomentado?
Cualquiera puede leer la obra en la biblioteca de la Academia o en la Biblioteca Nacional.
¿Y porque no diga que Franco fue un dictador y matice y diga que era un régimen autoritario, se está condenando la obra completa? Ayer se pedía la hoguera para el diccionario, como en la época inquisitorial. Fíjense ustedes, profesiones como el periodismo a qué conduce.
¿No cree que el diccionario necesitó más supervisión?
Si se hubieran estudiado las biografías, y las comisiones hubieran leído las biografías escritas, el diccionario no se habría publicado jamás.
¿Por qué?
Porque habrían sido necesarias reuniones de mañana y tarde durante varios años. Se quiso llenar esa laguna tan importante con las biografías sin censura de la Academia. Para que actuara de censor la Academia tendría que haber creado comisiones de censores cuyo resultado tendría que aprobar el pleno de la Academia. Y como aquí, aunque ustedes piensen lo contrario, hay historiadores de diversa ideología, no dejarían pasar ciertas biografías.
Oxford hizo corregir a Eric Hobsbawm varias veces la entrada de Carl Marx, ¿por qué ustedes no se lo pidieron a Luis Suárez?
En la edición digital tendremos tiempo. Pero en papel, que apenas la van a ver 1.000 personas por cierto, ya está vendida prácticamente entera y ustedes han contribuido.
¿Era correcto entregar la biografía del ex presidente José María Aznar un cargo del Ministerio de Cultura de Esperanza Aguirre?
Mire, si la biografía de Franco la hubiera hecho el autor de la biografía de Aznar, que es economista... Él, con lenguaje de economista, es el que mejor puede calibrar cuándo a Franco se le puede calificar de dictador y cuándo de autoritario.
¿La represión del dictador depende de la economía?
Bueno, la represión de Franco está reflejada con crudeza en otras entradas.
¿No le parece que se ha errado al caer en la hagiografía para describir la vida de ciertos personajes?
También hay hagiografías en los personajes del diccionario de Oxford. Pero mire usted: ¡o se hace el diccionario o no se hace! Y la opción fue hacerlo. 250.000 personajes y en la web habrá un enriquecimiento permanente del diccionario, que se abrirá a todo el historiador que crea que tenga algo nuevo que añadir, para que por correo electrónico mande las observaciones.
¿Qué ocurrirá con la edición en papel?
Hasta esta tarde no me puedo pronunciar de este asunto. Mientras no tenga el parecer de la Academia no tengo opinión.
¿Por qué cree que la comunidad científica ha reaccionado contra el diccionario?
No es un problema mío. Cada uno tiene su parecer.
¿No le parece curioso que sólo la Iglesia, a través de las palabras el pasado jueves del cardenal Cañizares, haya respaldado esta obra?
El cardenal Cañizares fue elegido académico hace muchos años. Vino aquí a una sesión, pero no ha vuelto a venir nunca más. No tengo con él la menor relación porque está en Roma.
¿Es la Academia franquista?
No lo fue nunca. Cuando el franquismo estaba extendido fue siempre opositor al régimen. Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala siempre eran los primeros en firmar para que el régimen soltara a los presos políticos y para que permitieran la vuelta de los exiliados.
¿No le parece incomprensible que se haya errores en las biografías que dicen que durante el franquismo hubo una constitución?
La constitución era el Fuero de los españoles. Es un documento constitucional, pero sin raíz democrática.
¿No hubo contacto con los biógrafos para que rectificaran los errores?
Hubo contactos con ellos para instarles a que cumplieran con su obligación, para señalarles el interés de la biografía Es un contenido aceptable, con pequeñas deficiencias.
Nos referimos a los tonos hagiográficos que aparecen en algunas entradas de sacerdotes y militares.
Oiga, no hay unanimidad en valorar ciertas biografías del de Oxford. Seguro que la biografía que ha hecho Suárez de Franco a una parte de los españoles le parece magnífica.
Serán muy pocos dado la reacción social que se ha vivido, ¿no le parece?
La reacción social es muy minoritaria, lo siento por ustedes.
Ministros, políticos, asociaciones ciudadanas, la Universidad española
¿Toda la comunidad científica?
Los decanos de las facultades de Historia de las universidades españolas.
¿Ustedes han ido a la Universidad? ¿Están como decanos por su obra científica? Pues los cargos académicos son lo que son y punto. Bueno, dejémoslo
Como nos decía hace un momento, la magnitud del diccionario ha desbordado la Academia
No lo ha desbordado porque ha sido capaz de imprimir la obra, fíjese usted el mérito, y con una dignidad muy por encima de la usual en España.
Bueno, han contado con 5,8 millones de euros para hacerlo.
¿Sabe cuánto costó la de Oxford? Creo que 36. ¿Sabe cuánto llevan gastado los italianos? Siete veces más que el nuestro.
¿Le parece una inversión razonable?
No, no me parece razonable. ¿Sabe por qué hemos ocultado el precio hasta la presentación? Porque si no, fuera de España creerían que es una cosa deleznable al haber costado tan poco dinero. Hay una mayoría de gente que valora las cosas en función de lo que cuestan las cosas: lo barato es malo.
¿Se ha planteado dimitir?
No, no en absoluto. ¿Por qué? Me parece un disparate. ¿A santo de qué? Bueno, pues ya está.
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