Con la izquierda noqueada en casi toda Europa justo cuando la gran crisis del capitalismo parecía darle la razón, a más de uno le han entrado ganas de mandar a paseo la cosa pública. Pero no es el caso de Joaquín Sabina, uno de los grandes de la música española, a quien el tsunami conservador, lejos de amilanarlo, le ha puesto en pie y con ganas de mojarse de cuerpo entero si es necesario.
'Con la que está cayendo, no basta con dar opiniones en privado; hay que hacer algo', afirma. Y es este deseo a contracorriente en un país donde muchos 'tribunos' influyentes ridiculizan el compromiso del mundo de la cultura como una antigualla de 'titiriteros' el que ha llevado a Sabina ante el altar: este domingo empieza el matrimonio entre Público y el genial compositor, que naturalmente se celebrará sin papeles ni promesas ni ataduras. Ni siquiera habrá compromisos de fidelidad editorial, puesto que el cronista, que escribirá sobre todo en verso, amenaza con dedicar muy pronto elogios a José Tomás pese a saber de sobra que el periódico no publica información taurina.
Ya en la cuenta atrás del enlace, Sabina abrió las puertas de su casa a Público y empezó el debate, impaciente, a pie de calle, paseando por Tirso de Molina.
¿Hay que volver a la calle?
Sin duda. La izquierda en general y yo en particular, que no la piso demasiado.
¿Y no le da miedo la calle? Antes se decía: cuando el pueblo hable...
¡A la calle que ya es hora! Estoy muy caliente con la calle con lo de Túnez, que ha sido algo que ya no esperábamos: que en un país árabe, con una dictadura tan larga, la gente en la calley sin armas eche al Gobierno... Me ha parecido fantástico. Yo he sido absolutamente callejero: he vivido en la calle y en los bares hasta que, por un lado, cumplí años y, por otro, me echaron los cazafamosos. Qué le vamos a hacer: gajes del oficio. Pero sí creo que la izquierda tiene que volver a sacar el termómetro...
En Europa, cada vez que se consulta a la calle salen gobiernos más de derechas.
Sí, pero a pesar de esta bronca tremenda antizapaterista y no seré yo quien se ponga a estas alturas a defender a Zapatero porque ya tengo la ceja bastante afeitada, cuando aquí se hizo la huelga general ya le habían hecho ocho o nueve a Sarkozy en unos meses... O sea que la calle sigue contando y debería contar más.
¿No le asusta la evolución de las clases medias en Europa y el auge de la extrema derecha?
Claro que me asusta, pero no creo que sea cuestión de las clases medias. Las clases medias están asustadas y se están proletarizando cada vez más. Lo que hay es una batalla feroz contra el Estado del bienestar, contra la socialdemocracia, contra los sindicatos. Lo vemos aquí cada día, basta con poner la televisión: una batalla feroz.
¿Y qué le mueve a escribir de nuevo de forma regular en un medio de comunicación?
Yo dejé de escribir en Interviú por aburrimiento y porque ya no le encontraba aliciente el único que me quedaba era escribir en las mismas páginas que Millás. Pero creo que ahora no basta con dar las opiniones en privado. Con un periódico que se llama Público merece la pena que arrimemos el hombro.
'Cuando busqué CNN+ y salió Gran Hermano fue como si me escupieran en la cara'
¿Qué es lo que le gusta de 'Público'?
De entrada, el nombre. Pero es que para mí fue un insulto, como escupirme en la cara, el día en que busqué CNN+y salió Gran Hermano 24 Horas. Me lo tomé como un insulto personal y pensé que había que hacer algo. Y algo, en medios de prensa, ahora mismo el único lugar donde se puede hacer es en Público. Y por esto estoy aquí.
¿Por qué se llamará su sección 'El grito en el suelo'?
Me inspiré en una canción mía, que habla de los pies en el barrio y el grito en el cielo. He cultivado mucho el oxímoron, esa cosa de contrarios que producen una descarga eléctrica y ojalá fuera poética. En Interviú se llamaba Esta boca es mía. Ahora quiero que mi intervención, por mínima que sea, en un periódico que se llama Público tenga que ver con lo público más que con lo privado.
¿Y los cruces con Luis García Montero? ¿Cómo salió la idea?
Luis García Montero y yo, con copas o sin ellas, discutimos mucho de casi todo: de poesía, de Cuba, de la socialdemocracia... ¡Hasta de quién vota cada uno! Siempre desde la izquierda, pero a veces son discusiones muy enconadas. Como tiene esa maravillosa pluma, a mí me gustaría discutir públicamente con él de estos temas que tanto importan a lo que queda de la izquierda, que es poco.
Los periódicos le inspiraron canciones tan emblemáticas como 'El diario no hablaba de ti'. ¿Cree que siguen siendo un buen lugar para estos debates ahora que se habla tanto de la crisis de la prensa?
Para mí, un periódico es una cosa sagrada; hasta el periódico más infame. Cada vez que cierran un periódico me pongo de luto. También desde el punto de vista personal: yo me paso tres horas al día leyendo periódicos. Y si no los tengo, me pongo muy nervioso. Me parece que son el foro público de discusión.
'Hay que hacer algo, y en prensa, el único lugar donde puede hacerse es en 'Público''
¿Por qué elige la poesía? ¿Se siente más cómodo?
Nadie me oirá a mí jamás decir que lo que yo escribo es poesía. Lo que yo escribo son versos, que no es lo mismo. A mí me gustan las formas clásicas, rimadas, porque como vengo de la canción creo que el idioma lleva su propia música. La música del idioma son los acentos, la fonética y la rima, y esto siempre me ha importado mucho. Además, como es tan escaso... En los años treinta había una gran tradición en España y los grandes poetas escribían versos en los periódicos, pero esto se ha perdido y me parece que es un lugarcito que me gustaría ocupar ya que no lo ocupa nadie. Y para mí tiene el plus de que las cosas rimadas pueden tocar más el oído a la gente que un sesudo artículo de fondo. Escribiré más en verso que en prosa también porque me es más fácil. La prosa me suele salir demasiado barroca... Pero en las discusiones con Luis escribiré en prosa, claro, porque si en verso le echo un pulso me lo gana.
¿Hablarán sobre todo de política?
Sí, pero en un sentido amplio. Lo público es lo político. Es decir, hablaremos de la política pero sin olvidar nunca la vida de la gente, que es lo más político que hay.
¿Cómo ve la situación de la izquierda en España?
Estoy bastante descorazonado, como todo el mundo, y bastante pesimista. Creo que a cortísimo plazo, como en el infierno de Dante, abandonad toda esperanza. Yo sólo creo en el medio plazo.
¿Su decepción con Zapatero, al que apoyó en 2004 y de nuevo en 2008, es personal? ¿Cree que tiene margen para hacer otras cosas?
No es personal. Creo que es un hombre honrado, no creo que sea el más listo de su clase, pero tampoco lo creía cuando lo apoyé, creo que es un gobernante limpio que creía en lo que decía. Creía demasiado. Mi decepción es que no tenga margen porque creo que lo que tiene que inventar la izquierda son márgenes. Yo no puedo resignarme a que no haya más que una política que se pueda hacer en el mundo mundial. Parece que los de Túnez han visto otra cosa pese a que toda Europa y el FMI apoyaban a Ben Alí, el que se ha llevado tonelada y media de oro.
¿A quién ve resistiendo al pensamiento único? ¿A los sindicatos?
Ahora mismo lo veo complicado. ¿Qué van a hacer? ¿Llamar a la insurrección civil? Lo intentaron un poquito en la huelga y no salió tan bien Para mí, la batalla en Europa, brutal, es contra la socialdemocracia; es decir, contra los sindicatos. Y la están perdiendo.
Uno de los debates que más han apasionado a la izquierda ha sido el de Cuba, y muchas veces se ha significado defendiendo la Revolución. ¿Sigue opinando lo mismo?
Habíamos pensado con Luis empezar incluso con Cuba porque estamos bastante en desacuerdo. Pero mi desacuerdo tiene que ver con motivos biográficos o del corazón y no tanto con motivos políticos. Sigo pensando que fue una revolución ejemplar, faro de otras cosas que pasaron, que dio unas cuantas lecciones y que ahora es un fracaso absoluto. ¡Qué le vamos a hacer! Todos envejecemos; nosotros también, y no somos lo que fuimos de jóvenes. Pero a mí me duele en el alma. Una islita de mierda hizo una revolución muy cerca de EEUU y hay que ver la que lió. Y a mí sí me importa la mortalidad infantil y la educación y la sanidad... También veo cómo se desangra la isla y la cantidad de exiliados... Todo esto lo veo, pero mi corazón... ¡qué le vamos a hacer! No tengo que pedir perdón por los movimientos de mi corazón.
Antes parecía que el mundo de la cultura no tenía otra alternativa que el compromiso. Y ahora el compromiso es a menudo ridiculizado. ¿Cómo ha vivido esta evolución?
'No seré yo quien se ponga a defender a Zapatero: ya tengo la ceja bastante afeitada'
A mí, lo de titiritero siempre me ha llenado de orgullo. Ahora, lo de pesebrista... ¡A mí no me han dado nunca una subvención ni he pedido audiencia a nadie! Lo que gano viene de mi trabajo y de la gente que compra una entrada o un disco. Nunca tuve una subvención. Es verdad que el compromiso está muy devaluado. Durante años, la derecha se ha quejado de que la cultura siempre estaba en la izquierda y ahora parece que hemos abandonado esta trinchera y esta bandera; parece que estamos dejando la opinión pública en manos de estos tribunos de la plebe, en el sentido de que plebe es peor que pueblo.
Algunos de estos 'tribunos' eran amigos suyos. ¿Se ha peleado con alguien por temas políticos?
Yo no le pido el carné a mis amigos. Discuto con los mejores, Savater o Vargas Llosa, y me encanta. Y soy amigo hasta de Sánchez Dragó, que está diciendo unas cosas... ¡Habla de Sarah Palin y Berlusconi como lo mejor del mundo!
'Hay una batalla feroz contra el Estado del bienestar, los sindicatos y la socialdemocracia'
La entrevista empezó en la calle y en los bares y ahí acabará: en los bares ahora no se puede fumar.
Antes de ser comunistoide, fui anarquizante y ahora no sé bien qué soy. Pero en lo único en que coincido con los liberales puros es en que hay un montón de cosas, sobre todo relacionadas con las costumbres, en las que el Estado no debería meterse: desde el tabaco a los toros.
¿Sabe que en 'Público' no hay toros?
Ya lo sé, claro. Y a pesar de esto y de que no hay anuncios de putas voy a escribir aquí porque mis vicios privados no pienso convertirlos en virtudes públicas. Ahora en serio: lo de los anuncios de prostitución me parece muy defendible. Pero que José Tomás salga a hombros en Las Ventas y no se cuente es indefendible, porque un periódico debe informar de lo que pase, le guste o no.
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