Público
Público

Morente, el último quejío

Un ambicioso documental inmortalizó los últimos meses de vida y creación del cantaor granadino

JESÚS MIGUEL MARCOS

Durante los meses anteriores a su muerte, el pasado 13 de diciembre en Madrid, Enrique Morente se enfrascó en un ambicioso proyecto. Como era habitual en él, se trataba de algo distinto a todo lo que había hecho antes. Al cantaor no le gustaba repetirse, siempre andaba buscando ese nuevo camino que le llevara a un nuevo lugar. Lo que se viene llamando creación.

Morente decidió que lo que quería, a la altura de sus gigantes 67 años, era hacer una película. No dirigirla (aunque se sabe que hacía sus pinitos con su propia cámara digital), sino idearla, escribirla y, por supuesto, interpretarla. 'La idea surgió en enero, en su casa de Granada. Estábamos tomando un café y escuchando su último disco, Pablo de Málaga, en el que había musicado poemas de Picasso. Él no paraba de dar ideas sobre cosas que quería hacer. Echaba ideas encima de la mesa sin parar. Cuando tú piensas una, él ya está en la siguiente. Me hablaba de que quería hacer algo sobre la amistad, en concreto de la relación entre Pablo Picasso y su barbero, Eugenio Arias. Yo le dije que veía una película. Él tardó tres segundos en decir que sí', recuerda Emilio Ruiz Barrachina, director de Morente. El barbero de Picasso, el documental que acabó de montar la semana pasada, justo un mes después de la desaparición del cantaor granadino.

La intención primigenia del artista era visitar los lugares donde vivió y realizó su obra Picasso hasta llegar a Villauris, en la Costa Azul francesa, donde estableció una curiosa amistad con el peluquero Eugenio Arias. En realidad, ese era el personaje que más le interesaba a Morente, el barbero, un vecino de Buitrago de Lozoya (Madrid) que terminó siendo el confidente del pintor, una especie de ángel de la guarda que frecuentaba su círculo de amistades, que incluía a Jean Cocteau, Françoise Gilot, David Douglas Duncan o Edouard Pignon.

El documental, que se estrenará a finales de marzo en el Festival de Cine Español de Málaga y está muy bien situado para participar en la Quincena de Realizadores de Cannes, se construye en torno a la amistad real de Picasso y su barbero, pero también a la amistad mítica de los dos personajes con Morente, cuya voz y filosofía se convierten en el centro de la cinta.

'Queríamos mostrar lo que nunca se ha visto de Morente: cómo prepara los discos, cómo los produce, cómo los compone... También cómo es su día a día, sus paseos por Granada, cómo las gitanas del Albaicín le saludan cuando pasa por delante de sus casas y cómo él se para a hablar con todo el mundo. Mostrar, en definitiva, cómo le quieren', subraya Ruiz Barrachina.

En una de las escenas, el cantaor camina por las calles del Albaicín con su hija Estrella mientras le va contando cómo era su infancia en la zona, y la misma Estrella lo va descubriendo, se va sorprendiendo con anécdotas que no había escuchado nunca. Se topan con un vecino, que les cuenta que en el aljibe que está delante de su casa hay duendes. Y la pareja, padre e hija, se lanzan a cantar frente al aljibe, removiendo el haz de duendes que pudiera contener y moldeándolos a su gusto con voz de caverna, la de él, y voz de estrella, claro, la de ella.

Morente tenía dos fijaciones para el documental: cantar ante el Guernica y grabar una versión de Un ángel caído, la canción de Antonio Vega. Estaba empeñado en entonar unos quejíos frente al cuadro, que cuelga de las paredes del Museo Reina Sofía de Madrid, al que ya había homenajeado en el disco sobre Picasso con el tema Guern-Irak. Y estaba obsesionado con registrar la canción del fallecido líder de Nacha Pop, que este compuso pensando en Van Gogh, pero que al cantaor le recordaba al pintor malagueño. Ambas cosas las hizo la misma semana de someterse a la fatídica operación, con lo que el documental reconstruye, sin pretenderlo, sus últimos días de vida.

'Hablamos con la dirección del Reina Sofía y nos dieron una fecha de diciembre, un miércoles, para ir a grabar cuando cerrara el museo. Pasamos casi una noche grabando', recuerda Barrachina, 'inicialmente él quería hacer cantes, quejíos y gestos delante del cuadro para incorporalos a la canción de Gern-Irak, pero cuando llegó allí y vio todos los bocetos de Picasso empezó a improvisar. Luego incluso se tiró por el suelo, justo debajo del Guernica, y empezó a contar lo que para él significaba el cuadro, lo que sintió la primera vez que lo vio y lo que ido descubriendo posteriormente'.

Al día siguiente, jueves, el equipo de grabación se dirigió a los estudios de SGAE en la calle Abdón Terradas, en el centro de Madrid, para grabar la versión de Un ángel caído. El pianista Federico Lechner acompañaría a Morente. 'Un ángel caído es lo último que cantó Enrique Morente en su vida', dice solemnemente Barrachina. Dos días después, el sábado 4, entraba en el quirófano.

El documental no quiere ser un testamento. Sin embargo, es difícil no verlo como tal ya que contiene momentos inéditos hasta el momento, como si Morente intuyera de forma inconsciente que algún tipo de final estaba cerca y se lanzara a registrar imágenes únicas cuanto antes. Por ejemplo, la escena de los baños turcos de Granada, donde por primera vez se ve a la familia Morente cantando al completo.

La película incluye la grabación de dos conciertos: uno en Buitrago de Lozoya, la localidad natal de Eugenio Arias, y otro en el Liceo de Barcelona. El primero tuvo que suspenderse tras una hora de recital por una tormenta, momento que también aparece en la cinta. 'Queríamos hacer algo fresco y natural, por eso hay veces que se ven las cámaras de rodaje y los micrófonos. Además, va a ser una de las películas del cine español con mejor calidad de sonido. Se ha grabado en 70 pistas, con dos unidades móviles de audio y mezclas finales en 7.1. Buscábamos una especie de 3-D en el sonido.', desvela Barrachina.

El documental nos enseña a Morente, ese Morente que en Barcelona, antes del concierto del Liceo, pasea por las Ramblas y se encuentra con un mimo haciendo de hombre invisible, que lleva una chaqueta sobre la cabeza y un sombrero sujetado por un alambre. El cantaor se para, le echa unas monedas y le dice: 'Te quiero mucho, aunque no te vea'. Y se da la vuelta y se encuentra con un matrimonio mexicano, con los que también se para hablar porque, dice la pareja, 'hemos venido de México solo para verle a usted'.

Barrachina le retrata como 'una persona muy abierta. Las cosas le daban respeto, pero no le daban miedo. Siempre tenía dudas al acabar, que es muy buen síntoma de la gente creadora. Cuando terminábamos una escena, siempre me preguntaba: ¿pero esto ha quedado bien?'.

El último día, antes de ingresar en la clínica, el cantaor llamó al director porque quería revisar el material seleccionado. Quería llevarse apuntes para generar ideas y nada más salir ponerse a trabajar. 'Nos fuimos al estudio y estuvimos toda una tarde revisando el material. Por supuesto, todo lo que me dijo se ha tenido en cuenta. En realidad, me dio la guía de lo que quería: cortar canciones que le parecían largas, cosas de afinación... Él respetaba mucho los directos, quería que los dejáramos tal cual, pero lo grabado en el estudio sí que quería cuidarlo mucho', rememora el director. Terminaron de trabajar a las tantas y quedaron en verse el lunes 13 de diciembre -'ya tenía el estudio reservado', dice Barrachina-, el día en que Enrique murió.

En los baños de Granada

Morente decía que los baños de Granada tienen una acústica maravillosa. Allí reunió su familia al completo: Aurora, su viuda, Soleá y Estrella, sus dos hijas, y su hijo Quique a la guitarra. Era la primera vez que grababan algo todos juntos. 

En el Liceo de Barcelona

Morente llenó el Liceo de Barcelona el pasado 24 de septiembre, durante las fiestas de la Mercé. El documental incluye algunos de los mejores momentos de la actuación. 

A los pies del Guernica

La noche del miércoles 1 de diciembre, tres días antes de ingresar en la clínica, Enrique Morente se encerró con el equipo del documental en el Museo Reina Sofía. Allí entonó ‘quejíos' ante el ‘Guernica' de Picasso. 

El cante final 

El jueves 2 de diciembre, Morente grabó en Madrid ‘Un ángel caído', versión de la canción de Antonio Vega. En la foto, un instante de la grabación junto al pianista Federico Lechner. 

¿Te ha resultado interesante esta noticia?