Quince años después de Flamenco, una de sus primeras experiencias en el cine estrictamente musical, Carlos Saura (Huesca, 1932) estrena la próxima semana Flamenco Flamenco, una especie de secuela en la que se suceden las actuaciones de artistas punteros y que sirve al director para mostrar los cambios que ha vivido el género. 'Hay una evolución evidente. Es cierto que quedan algunas figuras de entonces, como José Mercé o Paco de Lucía, pero también ellos han cambiado', señala el director, que presenta su película fuera de concurso en la sección oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Saura observa esta evolución sobre todo en el baile, la parte del flamenco que más le interesa. 'Yo quise ser bailaor y fracasé. Hice una prueba con 18 años y me dijeron con mucha sinceridad que me dedicara mejor a otra cosa', cuenta. Esa nueva forma de entender el baile flamenco está presente en la película en las intervenciones de Farruquito e Israel Galván, que bailan sin acompañamiento musical.

Respecto a las críticas hacia la impureza del nuevo flamenco, el director de Los golfos es escéptico: 'El flamenco es un milagro que viene de la fusión de muchas cosas. No tiene sentido lo que dicen los ortodoxos'. Se queda fuera de la película un acercamiento del género al rock o al pop. 'Me hubiera gustado, pero se rompía el concepto global. Tal vez si hago Flamenco Flamenco Flamenco', explica.

A falta de una semana para que la Unesco decida si el flamenco es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, Saura se muestra sorprendido de que aún no lo sea. 'Aunque no hace falta. Siempre ha sido algo minoritario; cuesta trabajo que entre en las casas y no es necesario que eso cambie', opina.

Saura afirma que a estas alturas la crítica le 'da igual', y que prefirió no rodar la película en tres dimensiones, aunque se lo planteó. 'Mientras el sistema implique ponerse gafas, no tiene futuro', concluye.