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Saatchi vuelve a vender una nueva ola de artistas

El galerista presenta a la última generación de creadores británicos en una exposición

CONXA RODRÍGUEZ

El mecenas del arte contemporáneo británico, Charles Saatchi, bendijo ayer a la nueva generación de artistas contemporáneos británicos bajo el título orwelliano Newspeak: British Art Now. Según escribió George Orwell en 1984, newspeak es 'la única lengua en el mundo que cada año es más pequeña'. La muestra, en cambio, intenta demostrar que el lenguaje artístico actual es cada año más amplio. El ejemplo más claro es la treintena de creadores escogidos para la primera parte de la exposición; la segunda parte se presentará al público el próximo otoño.

Esta vez el visto bueno de Saatchi quizá no sea suficiente para categorizar u homogeneizar la nueva generación de artistas que vive y trabaja actualmente en Gran Bretaña. En esta ocasión, ni el arte es muy británico, ni es muy nuevo ni es, por lo menos, muy impactante, como lo fueron en su día Damien Hirst, Tracy Emin, los hermanos Chapman, Marcus Harvey, Ron Mueck y Samantha Taylor-Wood, por citar algunos de aquellos Jóvenes Artistas Británicos (YBA) que quedaron consagrados tras la muestra Sensation de 1997 en la Royal Academy de Londres, procedente de su colección. Aun así, Newspeak se presenta como la secuela de Sensation.

Lo que parece diferenciar a esta treintena de artistas de las generaciones anteriores es que en ellos predomina la pintura y el arte bidimensional. Y dentro de esta antigua habilidad artística dominan las reinterpretaciones de clásicos. Obras de arte antiguo con elementos contemporáneos.

Ged Quinn (Liverpool, 1963) -que ya no es tan joven- recrea con audacia y fidelidad los paisajes de la escuela holandesa del siglo XVII introduciendo detalles actuales como los muebles del interior de una casa o, en tono irónico, un hombre volando, en forma de pájaro, fumando un cigarrillo cilíndrico, tan cilíndrico que sólo puede ser producto del siglo XX, posterior al papel de liar. La pintora Sigrid Holmwood (Australia, 1978) también ha echado una mirada al arte antiguo para pintar escenas tradicionales y repetidas en la historia del arte, pero lo hace con cromatismos fluorescentes, amarillos y naranjas tan vivos que hacen daño a los ojos.

Junto a los estridentes colores de la australiana se pueden ver las obras de William Daniels (Brigthon, 1976), el cual hace bodegones modernizados en un estilo personal y único. Flores y cortinas está basado en una composición de Adrien van der Spelt y Frans van Mieris, de 1658, y es una ingeniosa obra capaz de crear efectos de luz desde tonos plateados al óleo sobre cartón. En otro cuadro se pueden apreciar los mismos efectos de luz, pero desde los tonos dorados. Danniels corona sus credenciales de artista con una reinterpretación de un retrato de William Blake de 1807, William Blake II, a la vez futurista y decadente.

Hasta el cuadro Pink Cher, de Scott King, un retrato de la actriz americana imperecedera, puede verse como una reinterpretación: su cara aparece en la conocida silueta de la fotografía en blanco y negro de Ernesto Che Gevera. El contenido político de la exposición se lo otorga Alastair MacKinven (Clatterbridge, 1971) con dos imaginativos retratos: Retrato de Thomas Jefferson como Carlos Marx y Retrato de Thomas Jefferson como Friedrich Engels, en los que algunas fotos de Jefferson se convierten, arrugadas y enganchadas con agujas, en los ideólogos revolucionarios.

La pareja conocida como Littlewhitehead, integrada por los escoceses Blake Whitehead (1985) y Craig Little (1980), se dedican a la escultura realista. It happened in the corner... (Ocurrió en la esquina...) muestra a un grupo de jóvenes encapuchados, hechos con yeso, cera, espuma, cabello y ropaje, colocados contra dos paredes que hacen esquina. Casi que se oyen los cuchicheos de bandas callejeras tramando algo. La pareja cuenta que 'las calles de los barrios post-industriales de Glasgow están llenas de hoodies (encapuchados) que pululan por el paisaje urbano porque no tienen nada que hacer, ni están formándose ni tienen futuro'.

Nerviosos, Littlewhitehead se han trasladado a Londres para la inauguración de la muestra. Se conocieron en la escuela en la que ambos estudiaban ilustración y dibujo. Ahora hacen también efectos especiales para televisión.

Más suelto, Jonathan Baldock (Pembury, 1980) reivindica con sus obras el arte outsider, aunque su formación artística no tiene nada de autodidacta: Baldock hace bustos de cabezas clásicas, pero con materiales domésticos: harina, sal y agua como base, adornada con cabello sintético, ojos de muñeca y lazos. 'Me interesa juntar lo clásico y tradicional, la grandeza del busto de un personaje con materiales corrientes para que me salga una máscara o una imagen de arte tribal', explica al pie de sus obras. Como los tesoros de las tumbas de los faraones, los bustos necesitan una temperatura y condiciones para mantenerse impolutos.

Las instalaciones no podían faltar en una muestra así. Destaca la escultura sonora de John Wynne (Alemania, 1957), un monumento al sonido y a la nostalgia compuesto por 300 altavoces -desde los originarios de grandes dimensiones y tela de saco hasta los más modernos y diminutos-, entre los cuales se esconde una pianola de la que sale un tubo de aspiradora. La pieza interpreta la opereta Amor Gitano (Franz Léhar) aunque es difícil de reconocer: el sonido de cada nota musical que sale de la pianola hace serpentear el tubo de plástico, que se pierde por un agujero de la sala. Con 53 años, Wynne es el ejemplo de lo amplia que resulta la mirada de Saatchi a los Jóvenes Artistas Británicos de hoy.

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