El discurso disparatado de un candidato a alcalde que abría la película No, hija no (Mariano Ozores, 1986) fue uno de esos hitos de la comedia popular de los ochenta, sólo comparables a ciertos momentos de Martes y Trece, Gila y Tip y Col. El intérprete era Antonio Ozores, en un monólogo que recogía la famosa coletilla que exprimió en el programa Un, dos, tres, dirigido por Chico Ibáñez Serrador. Un ejemplo de la comedia vodevilesca, que caracterizó la carrera del actor a lo largo de siete décadas.
El actor del lenguaje atropellado y extravagante, cómico surrealista y genial, además de director ocasional (Los caraduros), falleció ayer en Madrid a los 81 años en la clínica oncológica Anderson de Madrid a causa de 'una larga enfermedad', según la Academia de Cine.
Concha Velasco, amiga íntima del actor y de su familia y compañera en más de 30 películas, dijo ayer que 'Antonio se merece todo un homenaje de la cultura y el cine español por su trabajo de cómico. Espero que se lo hagan y no haya que ir llamando a las puertas, porque imperen los prejuicios por desconocimiento. A los actores cómicos no se les da lo que se merecen', insistió.
Miembro de una interminable saga de artistas que incluye a sus padres, Mariano Ozores y Luisa Puchol, a su hermano Mariano (director), o a su hija, la actriz Emma Ozores, debutó a los 8 años sobre las tablas y realizó más de 160 películas y 200 obras de teatro, numerosas series de televisión y programas de radio. Su patrimonio era su peculiar forma de hablar. La hilaridad residía en el surrealismo de su discurso.
Debutó en la película de Edgard Neville El último caballo, en 1950, trabajó con Juan Antonio Bardem en Esa pareja feliz (1953) y durante años fue un secundario y coprotagonista de los más variados sainetes, gracias a la composición de un tipo cómico muy característico. Ozores fue miembro insigne del destape y del landismo, lo que lo unió a nombres de la comedia popular como Fernando Esteso, Andrés Pajares y Juanito Navarro. Títulos clave son Operación bikini (1968) Los bingueros (1979), El liguero mágico (1980).
José Sacristán, que compartió películas en los sesenta y setenta con él, resaltó el 'ingenio' y 'talento' para la comedia del actor: 'Era tronchante trabajar con él, improvisaba sobre la marcha, era de un ingenio bárbaro'.
Aunque desde 1993 no aparecía en la gran pantalla (su último papel fue en Pelotazo nacional, de su hermano Mariano Ozores), desde enero de este año dirigía una obra escrita por él que interpretaba su hija, El último que apague la luz. En el texto introductorio a la obra decía: 'Si al ver esta obra usted espera emocionarse, llorar, o pasar un mal rato... olvídese, simplemente va a hacer algo tan sano como reír. Esta obra tiene mensaje surrealista. Muchas parejas se deshacen porque se aburren. Hay que inventar, crear, fingir'. Un buen consejo, Ozores.
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