De lejos parecen dos mesas diferentes encajadas a la fuerza. Una blanca y otra oscura. De cerca, las mesas están cubiertas por una urdimbre de pelos que cubren la mesa de lado a lado. Un pedazo de cotidianeidad ha sido transformado en otra cosa. Dos tablas destruidas hablan de un hecho trágico: la tortura de cientos de personas durante la guerra civil de Colombia.
Doris Salcedo habló con los niños que presenciaron el asesinato de sus padres a lo largo de tres años. Estas mesas formaban parte de las conversaciones, los recuerdos y el trauma de aquella comunidad huérfana a la fuerza y fue uno de los trabajos más sonados de Doris Salcedo (Bogotá, 1958), coronada ayer como primera artista en recibir el Premio Velázquez de Artes Plásticas, dotado con 125.000 euros, desde su creación hace nueve años.
La artista, desde su residencia colombiana, comentaba a Público la sorpresa y la alegría al recibir este premio. El jurado destacó a la salida de su deliberación que con esta decisión el premio dejaba de entenderse como un premio honorífico, para acercarlo a artistas de reconocida trayectoria muy activos. Doris Salcedo es la cabeza del arte contemporáneo latinoamericano. En nuestro país nunca ha tenido una exposición individual; sólo pasó por aquí en 1994, cuando estuvo presente en una muestra colectiva que, titulada Cocido y crudo y celebrada en el Museo Reina Sofía, mostraba trabajos de 54 artistas de 20 países.
'El trabajo de Garzón es la labor más importante del ser humano'
'De aquella muestra guardo muy buenos recuerdos, porque fue muy importante conocer a todos los artistas que se mostraban. Las obras no tienen por qué exponerse en todo momento, en todas partes. Lo importante es hablar sobre los que no tienen historia', reconocía al señalar que sus ritmos de exhibición no tienen que ver con la velocidad, sino con el compromiso. 'Es muy importante que un artista no esté sobreexpuesto y se tome su tiempo para pensar e investigar'.
Frente al juego, el dolor. Frente al mercado, la reflexión. Frente a la represión, la comunicación. Contra el olvido, la memoria. A Doris Salcedo le falta espectáculo, a pesar de que sus obras no se olvidan. Doris Salcedo trabaja con el rigor, no con el artificio. Ella se involucra con las vidas de las víctimas, de los reprimidos. Sus recuerdos, sus objetos, son la materia prima de esta artista. Por eso pone tanto énfasis en el cuidado por el detalle y el rigor estético de cada una de sus piezas, para poder reflejar de la mejor manera y más directa la memoria de lo que les pasó. 'El descuido sólo nos lleva a víctimas colaterales. La fragilidad de la vida debe quedar reflejada con una obra técnicamente perfecta', sentencia.
'Hay demasiadas heridas abiertas como para seguir adelante'
Y recordamos los más de 160 metros de grieta en medio de la Sala de las Turbinas de la Tate Modern de Londres, que durante seis meses sorprendió a los visitantes del centro de arte contemporáneo. 'Lo importante de la grieta era que mostraba un espacio negativo: no ocupaba espacio. Que es exactamente lo que ocupamos el Tercer Mundo, el emigrante. La grieta es algo que irrumpe. La historia de la modernidad tiene una cara oculta que es el racismo, que carga contra el emigrante', recuerda la artista para confirmar que ella trabaja siempre desde lo negativo, con la voz de los olvidados.
'Para mí, tratar de recuperar la memoria es la labor más importante del ser humano. Hay demasiadas heridas abiertas para seguir adelante, por eso valoro tanto el trabajo de Baltasar Garzón', reconoce la artista, que está al corriente de los últimos acontecimientos referentes al juez. '¡Claro que quieren pararle los pies. Para ellos la memoria debe ser reprimida y hay que atacar a quien quiera saber la verdad!'; dice que siempre habrá quien reprima y quien luche contra la represión.
Un pedazo de aparente cotidianeidad se ha convertido en otra cosa para hacer que la memoria enterrada salga a flote, para que pare el silencio, como aquellas 1.600 sillas empotradas entre dos edificios de una calle de Estambul. 'La memoria de las víctimas es la memoria de los reprimidos. Hay en todo el mundo una fuerte reacción para que la memoria de las víctimas siga reprimida. En España sabéis mucho de esto. El acto de la memoria es un acto público y la labor del artista es hacerlo público'.
'La memoria es un acto público y la labor del artista es hacerlo público'
En esa iluminación de la tragedia, Salcedo siempre parte de un hecho particular para que otras experiencias la nutran en el lugar de exhibición, con las miradas y las memorias de los que se acercan a sus creaciones. 'Todos los humanos tenemos memoria del dolor y esa memoria comulga en silencio, cuando se encuentra con esas memorias de las que hablo', en el encuentro con la obra de arte.
Ahora mismo Doris Salcedo trabaja acerca de la desaparición forzosa y la metáfora universal de este drama: la fosa común. En estos dos últimos años ha investigado en Colombia y el resto del mundo, porque 'cualquier país ha tenido un conflicto interno'. 'Son muertes anónimas, desapariciones que ocurren en todo el planeta, es un tema que permea a cualquiera'. Es un ejemplo de cómo entiende el arte: 'El arte no surge de elementos universales, sino de lo particular, de donde sale el sentimiento más humano, la tragedia. Ese aspecto trágico de Colombia es universal porque no es tan diferente en el resto del mundo', explica para señalar que la represión es lo último que se debe olvidar.
La exposición en el Reina Sofía hará un recorrido global por toda su obra
Con este premio no sólo gana la autora: el público español podrá ver en directo el trabajo de la artista, en la exposición que montará el Museo Reina Sofía, como condición del galardón. 'Ojalá todos los premios fueran como este', reconoce el director de la institución, Manuel-Borja Villel, que se mostraba contento con el reconocimiento. 'Justo cuando el arte se ha mercantilizado y ha caído en la estetización, cuando los hay que mercadean con el dolor de los demás, aparece el trabajo de Doris Salcedo, contrario a eso, para contar lo que la violencia de la violencia provoca en nosotros'.
El director adelanta lo que podría ser la exposición de la artista: 'Sería absurdo pedirle que hiciera otra intervención como la que hizo en la Tate, es más oportuno preparar una exposición global sobre todo su trabajo'.
De aquellas tres mesas que la artista colombiana hizo en 1997 tituladas Desterrado: la túnica del huérfano, con las que arrancaba este artículo, una la compró la Tate de Londres, otra el MoMA de San Francisco y la última la colección de la Fundación La Caixa, en España. Nimfa Bisbe, la responsable de esta colección, destaca de la artista la comunión entre arte y sociedad en su trabajo y la elección de lo doméstico para tratar el drama humano.
Fernando Meana es el único coleccionista privado español que tiene obra de Doris Salcedo y habla con pasión de las dos piezas que tiene y de otra que perdió, porque un galerista al que encargó una pieza de la colombiana decidió vendérsela a un museo norteamericano. 'Aquello acabó con nuestra amistad'. 'Es una artista sumamente exquisita, fascinante. No entiendo que no haya tenido todavía una exposición en España. Pero haremos cola en el Reina Sofía para verla', dice.
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