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La última Barricada contra Franco

La banda navarra publica un disco-libro dedicado íntegramente a la Guerra Civil y la represión franquista

JESÚS MIGUEL MARCOS

Enrique Villarreal, conocido por todos como El Drogas, sintió vergüenza. De su propia ignorancia. Lo reconoce sin ambages y con una sonrisa humilde, mientras pasea por un angosto camino de tierra que sube al monte Ezkaba. Debajo se ve Pamplona, cubierta por una transparente capa de neblina. Una txapela blanca. 'Este monte fue la parte de atrás de mi casa toda la vida. Ahí detrás está mi barrio, la Txantrea. Nunca supe lo que había pasado aquí, en estas laderas. Imagínate cómo me sentí cuando empecé a hurgar un poco en todo aquello. Si he hecho este disco no ha sido por recuperar la memoria, sino para resarcirme de mi ignorancia', explica.

El 22 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil, los presos del bando republicano en el fuerte de San Cristóbal, situado en lo alto del monte Ezkaba, se sublevaron y lograron escapar. Eran más de 2.000 y el objetivo era llegar a Francia. El desconcierto era tal que la mitad decidió volver a sus celdas. 207 fugitivos fueron asesinados en los alrededores de Pamplona. El resto, más de 500, apresados de nuevo. Sólo tres lograron cruzar la frontera.

'No he hecho este disco por la memoria, sino por mi ignorancia'

Hoy el fuerte está abandonado, en ruinas. Hasta allí sólo suben los vecinos de la zona para pasear, andar en bici o hacer footing. En el antiguo foso de seguridad se ven restos de botellones, también una pintada: 'La libertad herida por el fascismo'. Desde niños, El Drogas y sus tres compañeros de grupo (Alfredo, Ibi y Boni) habían escuchado mil y una historias sobre el fuerte, leyendas exageradas que cumplieron su objetivo: tapar lo que verdaderamente había ocurrido en su interior, que era, como ocurre habitualmente, peor que cualquier desmesurada leyenda urbana.

El Drogas conoció esta historia gracias al libro Fuerte de San Cristóbal, de Iñaki Alforja y Félix Sierra. El impacto que le produjo la lectura de los acontecimientos de aquel 22 de agosto le llevó a componer una trilogía de canciones que conforma el corazón de La tierra está sorda, el nuevo libro-disco del grupo navarro, dedicado íntegramente a la Guerra Civil y la represión franquista. Poco antes había devorado otra obra relacionada con la guerra fraticida española, La voz dormida, de Dulce Chacón, un libro que le afectó profundamente. 'Unos capítulos los terminaba de leer con rabia, otros con lágrimas', confiesa el músico.

'Unos capítulos los terminaba con rabia, otros con lágrimas'

A los pocos meses, El Drogas ya había leído medio centenar de libros sobre la Guerra Civil. El guitarrista Alfredo Piedrafita recuerda así el día en que decidieron hacer un disco conceptual: 'El Drogas nos enseñó dos canciones, Por la libertad y Hasta siempre, Tensi, y propuso seguir tirando del hilo. Lo vimos como un reto, conseguir poner música a todo ese tipo de sensaciones y sentimientos que le había despertado la lectura de tantos libros'.

Luego llegaron las casualidades. El año pasado, en diversas entrevistas con motivo del lanzamiento de un recopilatorio por el 25 aniversario de la banda, El Drogas ya hablaba del proyecto, todavía embrionario, de hacer un disco sobre la Guerra Civil. 'Semanas después, estaba paseando con mi hija por Pamplona y recibí una llamada de teléfono. Era Iñaki Alforja, autor de Fuerte de San Cristóbal'. El investigador había oído una entrevista con Barricada por la radio y se ofreció a ayudarles. 'Si quieres quedamos mañana, entramos dentro del fuerte y te explico in situ cómo fue la historia', le dijo al Drogas.

Y allí fueron. Se colaron por un agujero de la parte trasera, 'bastante difícil de escalar', y penetraron en las galerías donde se hacinaban los presos republicanos, enfermos de avitaminosis y tuberculosis, llenos de chinches y piojos, con raciones diarias de palizas. 'No es lo mismo leer sobre un sitio que verlo con tus propios ojos. Después de haber leído el libro, estar en el lugar fue muy emocionante e ilustrativo'. E inspirador. Allí mismo, El Drogas garabateó los versos de La estancia, dedicada al fuerte de san Cristóbal: 'En este suelo me gusta soñar despierto / y romper las nubes que cierran hermético el techo. / Así corren los días y las noches miserables, yo sólo pienso en ti / acurrucado entre el frío y el hambre'.

'No es lo mismo leer sobre un sitio que verlo con tus propios ojos'

Y más casualidades. Esa vieja que cada mañana pasaba por delante de la casa del Drogas, arrastrando su bastón y sin casi fuerzas para saludar, fue testigo en primera persona de otro siniestro episodio de la guerra: 'Una cosa es lo que cuentan los historiadores y otra lo que te cuentan las personas. Esta señora, a la que llevo viendo toda la vida, era de Larraga, el pueblo de Maravillas Gamerco, una moceta de 15 años que fue violada y asesinada por soldados franquistas después de presenciar el fusilamiento de su padre'.

En La tierra está sorda, las mujeres y los maestros ocupan un lugar central. 'Son dos colectivos que adquieren mucho protagonismo con la Segunda República y, por ello, fueron especialmente castigados con la llegada del franquismo'. En Los maestros, El Drogas canta: 'Dieron su vida y su sangre por dar al pueblo conocimiento'. ¿Sirvió de algo el sacrificio? 'Sirvió', concluye la voz de Barricada.

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