Cuando Grace Wang, una joven estudiante china de intercambio en una universidad de EEUU, decidió organizar un debate entre estudiantes protibetanos y prochinos poco después de las revueltas violentas que sacudieron Lhasa en marzo del año pasado, miles de cibernautas de su país acudieron a insultarla a la Red. La tacharon de traidora de la patria, de prooccidental y de querer boicotear los JJOO. Incluso recibió amenazas de muerte por e-mail. Sus datos personales y los de su familia dirección de correo, teléfono, amigos y escuelas se difundieron en Internet. En su casa de Qingdao, sus padres fueron amenazados, incluso encontraron excrementos humanos en la puerta. Tuvieron que esconderse unos días por miedo a los ataques violentos.
Grace y su familia habían sido víctimas de 'la búsqueda de carne humana', renrou sousuo, como se conoce a estos 'linchamientos virtuales' cada vez más comunes en China y que el director Wang Jing (Jiangsu, 1966) ha decidido explicar en su última película, El asesino invisible.
'En China, mucha gente intenta desahogar su malestar y frustración en Internet', dice Xie Xiadong, productor del filme, tras una proyección privada para la prensa en una antigua escuela de cine de Pekín. El asesino invisible, que se estrenará en el país el 28 de agosto, relata el linchamiento virtual que sufre una pareja de amantes cuando la comunidad on-line se entera de que ambos engañan a sus cónyugues. El 'linchamiento' empieza cuando el marido de ella descubre el engaño y decide dejar un post en un foro on-line para adictos a World of Warcraft, un popular juego al que su mujer y su amante, como casi cinco millones de chinos, están enganchados. La película deja claro que un simple post de un marido furioso y humillado puede tener en China consecuencias desastrosas. Enfurecidos por la falta de moral de los dos amantes y por la avaricia de la nueva clase media china, miles de cibernautas chinos llenan de insultos la Red y cuelgan los detalles más íntimos de las dos víctimas, desde fotografías de su infancia a las notas del colegio o un vídeo de ambos en la cama. Las familias reciben amenazas cada día y cibervigilantes de todo el país se encargan de difundir pistas sobre su paradero ya que desde entonces, la pareja trata de esconderse. La presión que sufre la mujer llega al límite tras sufrir el rechazo de su marido y de sus conservadores padres.
'Internet permite que todos actuemos como espías, que nos acusemos el uno al otro con el dedo. Es lo mismo que durante la Revolución Cultural', opina el productor en referencia a este nuevo tipo de 'purgas virtuales', que pueden recaer sobre quién menos se lo espere. 'A muchos sólo les importa humillar a la víctima y conseguir que sea castigada, no piensan en las consecuencias desastrosas de su comportamiento', añade.
Este tipo de linchamientos virtuales ha acabado en alguna ocasión de forma trágica. En diciembre del año pasado, un hombre que engañaba a su mujer y que empezó a ser acosado en Internet decidió, después de que su esposa se quitara la vida, llevar por primera vez el caso ante un tribunal de Pekín. Dos de las páginas webs que le difamaron y que difundieron información íntima sobre el matrimonio fueron obligadas a indemnizarle. Sin embargo, 'la mayoría de casos no pueden resolverse por vía judicial', se lamenta Xie. 'En China no hay una definición clara de privacidad, no es un concepto arraigado a nuestra historia', añade el cineasta. La herencia del comunismo y un régimen de partido único con autoridad para pinchar líneas de teléfono, ocultar cámaras en los taxis o filtrar Internet cuando le venga en gana hacen que la privacidad del individuo sea aún un concepto muy sensible.
Xie reconoce que la película, a pesar de tener escenas muy logradas de la realidad china, estuvo más de cinco meses en manos de la censura y que tuvieron que introducir muchos cambios hasta que fue autorizada. Prueba de ello es el papel intachable de los policías, 'los buenos de la peli', que se encargan de resolver el escándalo. Pero la censura no logrará que el estreno de El Asesino Invisible no sea polémico : por un lado, deja en evidencia el creciente poder de Internet en China como plataforma pública para denunciar casos de corrupción o los abusos cometidos por los de arriba. Por otro, justifica que el Gobierno chino pretenda reforzar el control en la Red para evitar que la violencia cibernética se vuelva real.
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