Slumdog Millionaire es el gran éxito multicultural de la temporada: historia india, director y guionista británicos, taquillazo estadounidense y diez nominaciones a los Oscar, incluida la de mejor película. De producción modesta, ha conseguido derrotar a los poderosos, al igual que sus personajes. Pero con su inesperado triunfo, la que debía ser gran oda a la globalización se ha convertido en una cacofonía disonante de críticas neocolonialistas, justo cuando esperaba abrir el camino hacia una fructífera colaboración entre Hollywood y Bollywood.
Gane o no el domingo, Slumdog ha levantado ampollas en India, donde han acusado al realizador, Danny Boy-le, y al guionista, Simon Beaufoy, de explotar los mismos clichés sobre la pobreza del país cuando este intenta salir del tópico y ganarse el reconocimiento de potencia emergente. Orientalismo del siglo XIX con barniz globalizador para las hordas occidentales. 'Voyeurismo chabolista' han llegado a decir algunos.
Otros han reprochado el título por ser peyorativo y tratar a sus protagonistas de perros (dogs). Slumdog, han precisado los autores, es una palabra creada con slum (barriada, chabola) y underdog (perdedor).
A raíz del éxito en Estados Unidos (ya ha recaudado 100 millones de dólares), varios medios británicos descubrieron que los niños que interpretan a los personajes principales en su infancia, Salim, Jamal y Latika, seguían viviendo en condiciones paupérrimas en la barriada de Dharavi en Bombay, donde se rodó el filme.
Boyle decidió usar chavales no profesionales para dar más realismo a su largometraje, pero la inesperada fama ha trastocado sus vidas: los padres se quejan de que no les han pagado suficiente (entre 1.000 y 2.000 dólares), aparecen familiares de debajo de las piedras para pillar tajo, y la prensa persigue a los pequeños.
El director británico no se esperaba esto. 'Ha sido muy triste' aseguraba hace unos días en Newsweek, reivindicando su libertad creativa. 'Esto es una película, no un documental, pero queríamos describir la ciudad lo mejor posible y las barriadas son parte de la ciudad'. De hecho, muchos intelectuales indios han salido en defensa del filme. Primero porque la pobreza es un hecho ineluctable en su país. Luego porque nadie tiene el monopolio sobre los temas.
'El mundo ha cambiado. Hemos superado el colonialismo incluso el poscolonialismo y pasado al globalismo', decía recientemente la escritora Chitra Divakaruni. 'Por eso es posible para un artista, independientemente de su raza, crear una representación válida de una cultura'.
Govind Menon, un productor indio, lo resumía mejor: 'Si Sergio Leone podía hacer películas de vaqueros sin hablar ni palabra de inglés, un director estadounidense puede hacer un filme en India sin hablar hindi', dijo, refiriéndose al proyecto que está filmando en Bombay con la directora Jennifer Lynch.
De hecho, ese es el plan. El éxito de Slumdog ha certificado lo que podría ser una nueva y fructífera colaboración entre las dos mecas del cine si consiguen traspasar la barrera de las sensibilidades culturales. Bollywood es el mayor productor cinematográfico del mundo. Cada año saca dos veces más largometrajes que su colega californiano: 1.200 en 2007, contra 600 largometrajes de las majors.
Los proyectos abundan. Paul Schrader, guionista de Taxi Driver y Toro salvaje, está trabajando en un thriller con el productor y director indio Anubhav Sinha, que incluiría estrellas locales y hollywoodienses. Se habla de que Mickey Rourke protagonizará Broken Horses, una película de gángsters que se rodará en Nuevo México, producida por el estadounidense Mark Johnson y escrita y dirigida por el indio Vidhu Vinod Chopra. El Independent Film Channel tiene previsto empezar a programar películas en hindi a partir de la próxima primavera.
Y luego está el dinero. En este momento hay más en India que en Estados Unidos. El estudio Dream-works, de Steven Spielberg, recibió 500 millones de dólares del conglomerado indio Reliance ADA Group, que también tiene previsto invertir en las productoras de Brad Pitt, Jim Carrey y Tom Hanks.
Pese a la polémica, Boyle ya sabe lo que dirá el domingo si gana. Dado que el billete de 100 dólares, donde aparece la figura de Benjamin Franklin es un elemento importante de la película, el realizador tenía previsto usar una de sus citas: 'Lo único cierto en la vida es la muerte y los impuestos' y añadir, de cosecha propia, 'y las demandas y las protestas'. A ver si cumple.
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