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Una feria sin curry

Arco se modera, se vuelve un poco estrecha y muy discreta

PEIO H. RIAÑO

Un camión con tanque de agua de siete metros de largo, hecho unos huesos (de resina). Es Aquasaurus, una criatura prehistórica concebida para atraer todas las miradas, y de paso denunciar que los habitantes de Mumbai se quedan sin agua. La pieza de Jitish Kallat es el último reducto del Arco más provocador y excitante. También del más evidente. El nuevo Arco es moderado, algo estrecho y muy discreto. Es una feria sin picante. Por mucho que los artistas más gamberros se empeñen, lo único que brilla este año en Arco es el gris: de la moqueta, a los 3.500 artistas que se citan.

En principio, que las propuestas más rompedoras del arte contemporáneo se hayan sosegado y desaparecido-, no es algo malo. De hecho, muchos ven, en este año protagonizado por la crisis económica, la oportunidad de que cese la locura y llegue la calidad. Alberto de Juan dirige la galería Max Estrella y el arranque de la primera mañana de la feria ha funcionado tan bien como en otros años, según dice. 'A los artistas inflados, ya sean consagrados, ya sean emergentes, este año se les ha acabado el chollo. Esos son los que peor lo van a pasar. Va a haber limpieza', reconoce y ofrece una explicación a la falta de chirigota entre la obra expuesta.

Aún así, siempre hay algún agorero, que prefiere no aparecer para soltar con desdén: 'Esto sigue siendo lo mismo. Todo está entre el infantilismo y lo kitsch', desairado se despide por el pasillo el director de una de las instituciones culturales más importantes del país. Antes había apuntado que lo que más le había interesado eran dos grabados de Chillida. Para contrarrestar el humor de perros, un poco de esperanza: el director de La Casa Encendida José Guirao asegura que es una edición interesante. 'Me han gustado bastantes cosas, aunque esperaba mucho más del programa del país invitado, India', y confirma que es el año de la vuelta a la pintura. Y la muerte del vídeo. En tiempos de crisis, tradición.

Otro efecto de la contención creativa es la prioridad de las paredes. A más fotografía, dibujo y pintura, más suelos vacíos, sin instalaciones y escultura. La obra que cuelga es la que asegura las ventas, y no es un año como para experimentos. Ya lo dijo el presidente del Ifema Luis Eduardo Cortés en la rueda de prensa, en una de las actuaciones más desafortunadas de la presentación: 'El arte contemporáneo es difícil y complicado'.

Las instituciones lleguan a Arco con los bolsillos vacíos. El MUSAC reconoce que no comprará, el Reina Sofía que invertirá los 300.000 euros que el Ministerio de Cultura tiene por convenio para desembolsar en la feria, y, según dicen, aquellas provincias que, tras el esplendor inmobiliario, queman sus últimas naves para sus colecciones.

Así que los galeristas se mueren el joven con menos dinero, pero más conocimiento. Ese que puede gastarse entre 3.000 y 18.000 euros. Precisamente, en torno al asunto pecuniario, la curiosidad de la feria es la coincidencia de las propuestas de dos artistas distintos. Los dos utilizan el papel moneda, cortado a láser para generar figuras. Uno con billetes de 50 euros y otro con billetes devaluados. Uno, Carlos Aires, más sarcástico, otro, el mexicano Máximo González, más bucólico.

Otro motivo para la alegría: hay 19 galerías menos. Lo siento, pero es algo que se pedía a gritos desde hace años. Se agradece el espacio entre los expositores, hay menos saturación y la visita es más relajada. La dirección de Arco asegura que ha habido criba por exigencias de calidad, lo que dicen los pasillos es que en la negociación del alquiler del metro cuadrado no se ha querido reducir más. Y como no ha sido un buen año para una mala gestión, quien sólo haya vivido de ir tirando a la pieza vendida, se ha encontrado con un buen susto. Lo dicho, este año las sorpresas no las dan los artistas.

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