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120 años persiguiendo gigantes
El cine persigue desde sus inicios la obra de Cervantes y, tras más de un siglo y muchos intentos, solo ha conseguido unas pocas adaptaciones destacables. Gutiérrez Aragón, G.W. Pabst y Kozintsev han firmado algunas de ellas. Las repasamos en el IV centenario de la muerte del autor.
-Actualizado a
MADRID.- “¿Podemos hoy imaginar el mundo sin Don Quijote?, se preguntó Carlos Fuentes hace unos años. “Cuesta mucho”, se respondía. “¿Sin Hamlet? Cuesta mucho. Sin embargo, hubo una época en que no existían. Hoy ellos forman parte de la realidad porque fueron imaginados”. En el cine, muchos, muy grandes, han perseguido a Don Quijote y Sancho ya entonces imaginados. Orson Welles, Sidney Lumet, Terry Gilliam… parece que incluso Chaplin vivió su propia obsesión cervantina. Ahora, en el IV Centenario de la muerte de Cervantes, a pesar del tiempo y los esfuerzos y de los innumerables intentos, solo hay unas pocas, muy pocas, adaptaciones verdaderamente estimables de la gran novela de Cervantes. Y entre ellas, seguramente, las mejores son las del cineasta y académico de la lengua Manuel Gutiérrez Aragón.
“Parece, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas”, le decía el hidalgo caballero a su escudero. Y una de aquellas certezas no era otra que la de que “sabe más el tonto en su casa, que el sabio en la ajena”. Nada más lejos que querer llamar necio o torpe al creador cántabro, más bien lo contrario, sin embargo es cierto que ha sido en la casa de Cervantes donde han destacado las adaptaciones de sus obras. La serie de televisión El Quijote de Miguel de Cervantes, que hizo en 1991 y que está emitiendo estos días TVE, y su película El caballero Don Quijote, única realizada sobre la segunda parte de la novela, hacen honor al libro.
Fernando Rey, en la mejor interpretación de toda su carrera, y Alfredo Landa, en la serie, y un inmenso Juan Luis Galiardo acompañado por Carlos Iglesias, en la película, forman parte ya del imaginario colectivo. Para muchos, sobre todo teniendo en cuenta el auténtico número de lectores del Quijote, ellos son los personajes y no los que describió Cervantes. Hay quienes, incluso, creen que Dulcinea del Toboso era una joven hermosa rubia, la misma imagen de Marta Etura, cuando esta, en realidad, jamás aparece en las páginas que escribió el alcalaíno.
Americanos, ingleses, franceses, finlandeses, australianos, rusos…han intentado llevar a la inmortal pareja al cine con muy distintos resultados. Además, la mayoría, más que la obra, ha buscado la inspiración solo en los personajes. De todos, desde la producción francesa de Gaumont de 1898 o la de 1903, también gala, de Lucien Nonguet y Ferdinand Zecca, han sido escasos los títulos a subrayar.
G. W. Pabst firmó en 1933 una de las mejores versiones de todos los tiempos, una obra bastante expresionista, muy personal, protagonizada por Feodor Chaliapin Jr. y George Robey, que volvería años después a interpretar a Sancho Panza.
Imposible olvidar el intento desmesurado de Orson Welles, que jamás terminó la obra, que finalmente cayó en manos de Jesús Franco. El genio americano comenzó el rodaje en 1955 y siguió con el proyecto hasta mediados de los años setenta. Reunió más de seis horas de material, sin sonorización ni montaje alguno. A su muerte, Jess Franco, con algunas nuevas escenas para enlazar, hizo su propio montaje y consiguió un Quijote, cuando menos, turbador.
Arthur Hiller firmó en 1972 el musical El hombre de La Mancha, que se basaba en una obra de teatro de Dale Wasserman, y en donde se mostraba a un Cervantes en la cárcel, con sus ensoñaciones y los intentos de sus compañeros de robarle el Quijote. Peter O’Toole y Sophia Loren eran los protagonistas y aunque a la crítica no le hizo mucha gracia, sí gustó al público. Hay muchos adeptos también de la película que dirigió Rafael Gil en 1948, con Rafael Ribelles y Juan Calvo.
Casi veinte años lleva Terry Gilliam intentando rodar su propio Quijote. En 2000, por fin, comenzó el trabajo en las Bárdenas Reales con un espléndido Jean Rochefort. Todo o casi todo lo que podía salir mal, salió mal. El actor sufrió una doble hernia discal, se produjeron unas inesperadas inundaciones que llegaron a llevarse parte del equipo en sus riadas, unos cazas de la OTAN no dejaban de pasar por la zona provocando un estruendo tremendo… Gilliam aprovechó y estrenó una película documental sobre el desastre. Ahora ha anunciado la vuelta al proyecto, con producción del portugués Paulo Branco, que cuenta con la colaboración de la española Tornasol Films. Aún sin reparto –John Hurt, que iba a encarnar al Quijote, sufre un cáncer de páncreas-, la película podría comenzar a rodarse en septiembre.
Otros textos de Cervantes han llegado también al cine, pero prácticamente ninguno de ellos es relevante (“una de las mayores tentaciones del demonio es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro, con que gana tanta fama como dinero”). La gitanilla, La ilustre fregona o El curioso impertinente son algunos de estos cuentos.
Una minucia al lado de las miles de referencias que existen en la televisión y el cine de todo el mundo y de cualquier género al hidalgo de La Mancha y su escudero. Tan célebres, y distinguidos, tan indispensables… tan reconocibles para tantos otros ‘locos’… “Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo”. Maravillosos lunáticos, nobles aventureros, incorregibles soñadores, como el genial imperfecto Homer Simpson que se ve a sí mismo como “ese tipo español de la Mancha, el de los molinos”.
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