Concha Monje (Badajoz, 1977) es investigadora del Robotics Lab de la Universidad Carlos III de Madrid. Esta ingeniera industrial es una de las responsables del desarrollo TEO, un robot humanoide de 60 kilos que camina y manipula objetos. Autora de casi medio centenar de artículos científicos, ahora ha trasladado sus conocimientos al mundo del cine. En concreto, ha sido asesora científica en la película Autómata, protagonizada y producida por Antonio Banderas y dirigida por Gabe Ibáñez. Esta cinta de ciencia ficción explora un futuro donde los robots humanoides toman conciencia propia.
¿Cómo asesoró en la película?
El guión ya estaba terminado, se trataba de aportar nuevas ideas o versiones distintas a lo que ya había propuesto en aquellas partes donde a nivel científico se necesitara mayor solidez. A pesar de que se trata de ficción y que hay que dejar volar la imaginación, siempre se cuidó mucho que la parte referente al diseño del robot y a sus componentes tuviera rigor.
"Tarde o temprano la evolución robótica sucederá"
¿Con qué parte del equipo tuvo contacto?
Con Gabe Ibáñez, el director, y con otros dos guionistas que participaron, Javier Sánchez Donate e Igor Legarreta. La experiencia con ellos fue maravillosa, son personas sencillas, hiperinteligentes, con unas capacidades artísticas y de trabajo impresionantes. Fue totalmente enriquecedor. Tuve la ocasión de hablar sobre el proyecto con Antonio Banderas, y me mostró totalmente su entusiasmo y su apoyo. Me contó que no dudó lo más mínimo en decir que sí cuando le propusieron el proyecto, tanto en su papel de actor como de productor de la cinta.
¿Cómo ha sido su experiencia en el mundo del cine?
No me ha decepcionado en absoluto; yo soy muy cinéfila y siempre me he imaginado este mundo como un sector muy atractivo. Haber tenido la ocasión de colaborar con grandes profesionales me ha reportado muchísimas satisfacciones, las expectativas que me pude hacer se superaron.
¿Disponemos hoy día de una tecnología como la que muestra Autómata?
La película retrata una visión clásica de la robótica humanoide con un punto muy futurista en el que los robots adquieren un grado de inteligencia que supera a la humana. Estamos muy lejos de que suceda en la realidad. Estamos a años luz. Lo más inmediato es tener un dispositivo robótico ayudándonos en tareas cotidianas, en empresas, en fábricas y en otros muchos sectores.
¿Podría ocurrir en un futuro?
Yo creo que tarde o temprano, a lo mejor no con las mismas consignas que aparecen en la película, la evolución robótica sucederá. En base a las reglas de comportamiento programadas, al conocimiento de su entorno y a su interacción con el resto de la humanidad, el robot podría llegar a evolucionar por sí mismo. En cualquier caso, el futuro a este respecto es muy incierto.
"Implementando unas bases sólidas éticas y morales no debemos temer a los robots"
¿Deberíamos temer a este futuro incierto?
Yo creo que no. Esto depende de cómo programemos a estos robots, qué reglas infiramos en ellos para que a partir de ahí evolucionen. Evidentemente, siempre habrá un punto en el que la inteligencia propia del robot, en esa evolución, escape a nuestro conocimiento. Ahí sí que tendremos esa incertidumbre; pero entiendo que implementando unas bases sólidas éticas y morales no debemos temer.
¿Son los robots capaces de sentir emociones como en la película?
Nosotros, de hecho, trabajamos en el grupo de investigación Robotics Lab con la implementación de emociones en un robot social, como es Maggie. Gracias a esta implementación y a la capacidad sensorial y de procesamiento del robot, se puede conseguir que aparentemente el robot sienta y muestre su emoción a través de sus actos y de su voz.
¿Qué otras líneas de investigación sobre robótica siguen en la UC3M?
En concreto en mi departamento, y más en específico, en mi grupo de investigación Robotics Lab, tenemos varios frentes abiertos. Yo concretamente me dedico a la robótica humanoide. Tenemos un robot humanoide llamado Teo que tiene habilidades de locomoción y de manipulación. Son habilidades que hay que desarrollar e implementar en el robot. A eso nos dedicamos fundamentalmente. Tenemos otro subgrupo que se dedica a robótica social con Maggie, y otro que se encarga de robots asistenciales, para apoyar a personas con discapacidad. Además, hay otras muchas aplicaciones en las que dividimos la investigación.
¿Cuáles son los retos de la robótica del mañana?
Van por desarrollar un prototipo que realmente podamos integrar en el entorno, yo creo que es fundamental. Muchas veces dedicamos los esfuerzos a diseñar un prototipo que deja de ser funcional porque no podemos integrarlo en nuestro entorno.
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