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Un nuevo desastre sísmico amenaza California en 2008

Los cinco últimos grandes terremotos en la falla Hayward, en San Francisco, se espaciaron 140 años; el último fue en 1868

JAVIER YANES

En el estado de California (EEUU) circula desde hace décadas la expresión the Big One (el Grande), referida al temido terremoto de grandes proporciones que podría asolar la costa oeste estadounidense en una fecha incierta, pero tal vez próxima. La razón para esperar este fenómeno geofísico no es infundada. El estado dorado de las estrellas de cine, del surf y del valle del silicio es el borde de fricción entre las placas tectónicas del Pacífico y de Norteamérica. Debido a esta condición, el antiguo dominio español está recorrido por numerosas fallas que acumulan tensión y que periódicamente liberan su energía en forma de corrimientos.

En 1989, los habitantes de la región respiraron tranquilos. Un terremoto en la falla de Loma Prieta alcanzó los 7,1 grados en la escala de Richter. Muchos pensaron de inmediato que habían sobrevivido al Big One. Pero las autoridades pronto frustraron esta esperanza: el de Loma Prieta no fue el Grande, sino uno más. Y un evento en aquella falla no anulaba otros posibles y amenazantes episodios en las de San Andrés, San Gregorio, Calaveras, Melones, Coast Range, Rinconada, Hayward, San Jacinto, Sur-Nacimiento, y así hasta más de 230, según recoge el directorio alfabético de fallas del Centro de Datos de Terremotos del Sur de California (SCEDC).

Demasiadas grietas bajo los pies de los californianos. La de Hayward es, por su ubicación, una de las más temidas. Esta falla discurre bajo el asfalto de Oakland, una de las ciudades más pobladas de la bahía de San Francisco. Sobre su cicatriz se apiñan 2,5 millones de habitantes, más otros 4,5 en la vecindad. El sismólogo del Servicio Geológico de los EEUU (USGS), Tom Brocher, declaraba esta semana a National Geographic que un seísmo de magnitud superior a 7 con su epicentro en las calles de Oakland tendría consecuencias catastróficas. Los cinco últimos grandes movimientos en esta falla se han sucedido en intervalos precisos de 140 años. La peor noticia es que el último acaeció en 1868; la siguiente marca en el calendario cae en 2008.

Hayward, la amenaza latente
La falla de Hayward está eclipsada por la más famosa de San Andrés, causante del gran terremoto que pulverizó San Francisco en 1906. Pero recientemente el nombre de la primera ha sonado más alto, desde que los científicos descubrieron que su longitud es mucho mayor de lo sospechado: el análisis tridimensional ha permitido descubrir que la grieta de Oakland forma parte de un gran sistema. A mayor recorrido, mayor sacudida, lo que para la falla de Hayward podría resultar en seísmos de dos a cuatro veces por encima de lo esperado, según Brocher. El experto explica que, por su alineamiento con el borde tectónico, esta falla tiene una “orientación más favorable” que la de San Andrés para facilitar el deslizamiento entre placas, y que “a la madre naturaleza le gusta ahorrar energía”.

Por todo ello, el peligro no es una mera cuestión de sumar años al calendario. La semana pasada, una reunión de la Unión Geofísica Americana en San Francisco ha revelado los temores de los expertos. El geofísico del USGS Fred Pollitz ha construido un modelo predictivo que pone números a la amenaza de la falla de Hayward: hasta un 75% de probabilidad de terremoto en los próximos 30 años, lo que eleva el riesgo previo del 62% estimado por el USGS hace cuatro años. “No sabemos cuándo será el próximo gran terremoto, pero sabemos que la falla Hayward está lista”, advierte Brocher.

Acostumbrados a convivir con la amenaza del Big One, los californianos guardan kits anti-terremoto en casa. Una página web con versión española (terremotos.org) instruye a la población sobre las medidas a adoptar en caso de movimiento sísmico. Algunos mitos son desterrados –los marcos de las puertas de las casas modernas no son seguros, es mejor cobijarse bajo una mesa– y se ofrecen instrucciones paso a paso. Cuando la falla Hayward esté finalmente preparada, los californianos también lo estarán. Más les vale; en el momento de redactar este artículo, el mapa actualizado de seísmos en California y Nevada recoge 492 en la última semana.

La prevención de terremotos es una asignatura pendiente para la ciencia. El sistema más sofisticado de aviso se ha instalado en Japón. Desde octubre funciona allí un dispositivo que detecta el temblor en las capas profundas del subsuelo y dispara una señal que se adelanta escasos segundos a la sacudida en la superficie.

Sin embargo, un profesor emérito de la Universidad de Stanford asegura que los grandes seísmos avisan incluso semanas antes, si alguien está dispuesto a escucharlos. El descubrimiento de Antony Fraser-Smith tiene un origen, como tantos hallazgos, casual. Hace años estudiaba las ondas electromagnéticas de frecuencia ultra-baja que se filtran desde el espacio a la atmósfera terrestre, cuando sus aparatos registraron una señal anormalmente poderosa que se prolongó durante 12 días para finalmente escalar a un nivel 20 o 30 veces superior a las medidas habituales. Era el 17 de octubre de 1989 en California. Horas después, el seísmo de Loma Prieta causaba 63 muertos.

Fraser-Smith investigó la curiosa coincidencia, pero quizá consideró que las pruebas eran escasas para salvar la brecha que separa la casualidad de la causalidad. Hasta que recientemente una compañía le propuso rescatar su técnica para desarrollar un sistema de alerta sísmica. Revisando datos, el científico descubrió que pulsos similares se habían recogido antes de otros tres fuertes temblores. El primer caso se remontaba a 1964: el gran terremoto de Alaska, de 9,2 grados.

Según su creador, el sistema sólo serviría para episodios de magnitud superior a 7, ya que para el resto las ondas atmosféricas de fondo enmascaran el pulso de la Tierra. Pero para los seísmos devastadores, proporcionaría un método sencillo y barato: Fraser-Smith asegura que dos millones de euros bastarían para situar instrumentos en 30 lugares de riesgo.

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