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Virus terapéuticos: topos de la enfermedad

Los agentes patógenos pueden convertirse en armas curativas

JAVIER YANES

El problema a resolver en el tratamiento de muchas enfermedades consiste en destruir las células malas respetando las buenas. Para lograr esta eliminación selectiva, los expertos deben descubrir cuáles son las propiedades de las células perjudiciales que las hacen diferentes, y que permiten marcarlas como objetivos a aniquilar.

Las terapias más comunes contra el cáncer –quimioterapia y radioterapia– atacan una característica común de las células tumorales, su capacidad de multiplicarse. Pero el daño colateral es inmenso, ya que todos los tejidos proliferativos se ven igualmente afectados, lo que ocasiona, entre otros efectos indeseables, la pérdida del cabello.

Blanco fijado

El problema de la especificidad es algo que la naturaleza ha resuelto hace millones de años. Los virus basan su eficacia en seleccionar certeramente a sus víctimas celulares, tarea para la que cuentan con sofisticados sistemas de reconocimiento basados en proteínas de su envoltura que encajan como anillo al dedo en las proteínas de superficie de la célula diana.

Aprovechando la ventaja selectiva que ofrece el mecanismo de los virus, los científicos se han fijado en ellos desde hace décadas para tratar de reconvertirlos a una buena causa: seleccionar las células peligrosas y abatirlas.

Un tipo particular de virus que causan dolencias respiratorias, los adenovirus, han sido ampliamente utilizados para el diseño de terapias génicas destinadas a sustituir un gen defectuoso por una copia correcta. El motivo de elegir esta clase de virus es su capacidad para infectar una amplia gama de células, sean proliferativas o no, y de desaparecer con el tiempo una vez cumplida su función de reparar las células dañadas.

En los últimos años, diversos estudios han tratado de empaquetar factores anticancerosos en las cápsidas –envolturas externas– de los adenovirus, para utilizarlos como topos, infiltrados que siembran genes letales en las células malignas.

Vacuna disfrazada

El último estudio en viroterapia hasta la fecha se ha publicado esta semana en The Journal of Clinical Investigation. Un equipo internacional de científicos de EEUU, Reino Unido, Canadá y Corea ha preparado una versión tuneada del virus de la vacuna que en los ensayos de laboratorio –líneas celulares, animales y biopsias de tejido humano– se ha mostrado altamente eficaz contra las células cancerosas. Además de su elevada especificidad antitumoral, los investigadores han dotado al virus de una hormona inmunológica que estimula los linfocitos T, y esperan iniciar pruebas clínicas próximamente.

 

Diminutas máquinas de guerra

Fagos antibióticos

Los virus bacteriófagos, que atacan selectivamente a las bacterias, fueron objeto de estudio como posibles agentes antibacterianos hasta la popularización de los antibióticos químicos. Sólo algunos institutos de la antigua Unión Soviética siguieron investigando en este campo, que hoy ha cobrado nueva fuerza con las cepas resistentes.

Caballos de troya

En algunas ocasiones, el propio virus causante de una enfermedad se puede modificar para que luche contra la dolencia en lugar de provocarla. Es el caso del virus del sida desactivado que el pasado año construyó un equipo de la Universidad de Pensilvania. Las partículas se usaron para alterar los linfocitos por terapia génica y hacerlos inmunes al virus normal.

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