Este artículo se publicó hace 8 años.
La apuesta por la fusión nuclear como fuente de energía sigue en pie
Todas las potencias mundiales aprueban el nuevo calendario del proyecto ITER, a pesar de que aumentan los costes, mientras en Francia se acelera la construcción del gigantesco reactor experimental.
Malen Ruiz de Elvira
-Actualizado a
MADRID.- Una gigantesca instalación científica que remeda una estrella, como el Sol, está tomando forma con una rapidez notable en los Alpes franceses. Es el reactor experimental de fusión ITER (las siglas forman la palabra camino en latín), que se construye en Francia apoyado por todas las potencias mundiales, con la intención de demostrar la viabilidad científica y técnica de la fusión de núcleos atómicos (el origen de la energía estelar) como nueva fuente de energía.
Aunque la complejidad y tamaño de sus elementos son difíciles de describir con o sin imágenes, el objetivo principal no es la hazaña tecnológica de su construcción sino lo que va a pasar en el futuro, si va a funcionar y cuándo. Por eso es importante que hace unos días los representantes de todos los socios del mayor proyecto tecnológico científico del mundo hayan dado su aprobación al nuevo calendario que les presentó la Organización ITER. Este calendario, muy detallado, que se ha retrasado casi tantas veces como años lleva el proyecto en construcción, prevé que la primera producción de plasma (el cuarto estado de la materia, que se alcanza solo a elevadísimas temperaturas) se produzca en 2025. Así que se espera que dentro de menos de 10 años un gas de hidrógeno a 150 millones de grados de temperatura dará lugar ya a reacciones de fusión, aunque la primera carga de deuterio-tritio (el combustible para su funcionamiento como reactor) tarde otros diez años.
Tras varios baches en la organización y el ritmo de construcción, en 2016 los responsables de ITER han podido presumir que los 19 hitos del proyecto previstos para este año se han cumplido tanto en tiempo como en presupuesto gracias al ritmo impuesto por el nuevo director, el francés Bernard Bigot, desde hace 18 meses. Con ese logro, se ha aprobado el presupuesto total para el periodo hasta 2035, pero ahora cada país o grupo de países debe obtener el dinero de sus presupuestos particulares. Aunque es muy difícil de calcular, Bigot ha aventurado que la construcción del ITER costará 18.000 millones de euros, 4.000 millones más que lo calculado en 2010. El proyecto nació oficialmente hace ahora 10 años, durante el curso de una ceremonia solemne en París.
La Unión Europea (Suiza incluida), es el socio principal y contribuye con casi la mitad del coste de construcción del proyecto. Los otros seis socios son China, India, Japón, Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos, que contribuyen a partes iguales con el suministro de los distintos componentes y que en su mayoría no hacen públicos sus gastos. La participación estadounidense está en la cuerda floja desde hace varios años y la llegada del presidente Donald Trump introduce un nuevo factor de incertidumbre, a pesar de que el Departamento de Energía de Estados Unidos se sigue mostrando favorable al proyecto. También el Brexit contribuye a la incertidumbre, si bien Reino Unido siempre ha sido muy activo en la investigación sobre fusión nuclear y no es de esperar que cese la colaboración internacional en este campo.
Esta investigación incluye muchos campos distintos, como superconductividad, robótica, materiales y simulaciones, además de la obra civil con todas sus necesidades de alta tensión eléctrica, grandes depósitos y nuevas vías de acceso. Los edificios que albergarán el reactor tipo tokamak, de 30 metros de diámetro, en forma de donut gigantesco, así como otros edificios del complejo, están muy avanzados. Ya han empezado a llegar los convoyes especiales, que transportan elementos de gran peso y tamaño procedentes de los países socios donde se han construido, desde un puerto cercano a Marsella. Para ello se ha tenido que construir una carretera especial que es solo uno de los cambios que está sufriendo esta zona de la Provenza.
Se estima que el edificio que albergará el tokamak, con su millón de componentes, se terminará en 2019. En el nuevo calendario se prevé que la construcción se termine por etapas, durante las que se combinará con experimentos científicos y tecnológicos. La apuesta sigue, pues, en pie por una fuente de energía inagotable y poco contaminante, pero los obstáculos, incluido el coste y el propio desafío técnico de un proyecto único en la historia, también siguen ahí.
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