Profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de MadridSe abre la oportunidad histórica de iniciar un ciclo progresista que acometa una gestión equitativa de la crisis socioeconómica y la profunda democratización del sistema político.Demuestra la existencia de una brecha sociopolítica y cultural de una ciudadanía activa, con gran conciencia cívica, democrática y de justicia social, respecto de la gestión regresiva y antisocial de la crisis sistémica, primero del Gobierno socialista y luego del gobierno conservador. Ese impulso sociopolítico de profunda regeneración democrática, de crítica a la corrupción y las ventajas de las élites y de exigencia de un giro social y económico, finalmente, ha cristalizado en el campo electoral e institucional. El desarrollo de ese proceso cívico, con diversos altibajos y una heterogénea representación social, ha culminado en una nueva articulación política. No hay cambio de tendencia, las capas populares seguimos en el pozo y la incertidumbre y con su prolongación se incrementa el sufrimiento.Sus referencias europeas no le vienen bien. Son el italiano M. Renzi, que enseguida ha demostrado su cara antisocial (eliminación de derechos laborales) y antidemocrática (ley electoral discriminatoria y pactada con la derecha), y el francés M. Valls, volcado en unas medidas regresivas para la población. Por no seguir con el Pasok griego, en plena descomposición por su cogestión de la austeridad, o el SPD alemán, colaborador con la derecha de Merkel en la austeridad para el sur europeo para salvar los intereses de los acreedores del norte.