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MADRID.- “Cuando comenzó el bombardeo pensé, ¡Oh Dios, espero lograr una buena imagen hoy…!”. Y vaya si lo consiguió. Ese 8 de junio de 1972 Huynh Cong Út, más conocido como Nick Ut, atrapó con su cámara una de las fotos más reconocidas de todos los tiempos. Una de esas que se clavan en la retina del espectador como una bala en la conciencia.
Fue cuando en el visor de su Leica apareció una niña de nueve años corriendo desnuda y abrasada por el napalm. Unos 43 años después, fotógrafo y fotografiada visitan Madrid para participar en la VI edición del congreso Mentes Brillantes -organizado por El Ser Creativo- y hacen memoria sobre aquel día.
“Estábamos escondidos en un templo y de repente, ese sonido: Boop, boop… Boop, boop…”. Phan Thị Kim Phúc, conocida ya para siempre como ‘la niña del napalm’, entorna los ojos como si volviese a escuchar las bombas incendiarias lanzadas por aquel avión del Ejército survietnamita sobre la pequeña aldea de Trang Bang, cerca de Ho Chi Minh (entonces Saigón), donde vivía junto su familia.
“Lo recuerdo como si fuera ahora. Inmediatamente después de aquel sonido todo a mi alrededor era fuego. La ropa no me la quité yo, ardió. Después vi el fuego sobre mi brazo izquierdo y usé mi mano derecha para quitármelo, por eso tengo quemaduras en esta mano también. En ese momento no veía nada más que fuego y estaba muy asustada. Afortunadamente mis pies no se quemaron y pude echar a correr”.
"Vi el fuego sobre mi brazo izquierdo y usé mi mano derecha para quitármelo, por eso tengo quemaduras en esta mano también"
En su carrera llegó a una carretera en la que un joven fotoperiodista de 20 años de la agencia Associated Press (AP) había comenzado, junto a otros reporteros, a tomar fotos de otros afectados por el bombardeo. Horrorosas estampas de hombres, mujeres y niños con la piel hecha jirones y corriendo por una carretera huyendo del fuego. Sin embargo, las cuatro cámaras que portaba, siempre cargadas, le permitieron ser el único que logró captar la mejor instantánea.
“Ese día muchos fotógrafos tomaron imágenes, pero cuando Kim estaba corriendo se habían quedado sin película y estaban rebobinando para cambiarla. En esa época los carretes daban para 24 o 36 exposiciones, no como las cámaras digitales de ahora. Se perdieron el momento clave…”, explica Ut.
“Uno de los editores rechazó publicarla por tratarse de un desnudo”
Una imagen que pudo no ver la luz. “Cuando envié las fotos a la agencia uno de mis editores rechazó publicarla porque había un desnudo frontal”. Eran las normas de la agencia en aquellos momentos. Sin embargo, por fortuna en AP se llegó a la decisión de que el valor de la fotografía eliminaba cualquier reserva sobre el desnudo. “Quizá en esa época lo veían inmoral y era una preocupación para ellos las reacciones que pudiera suscitar”, puntualiza Phúc.
“Siempre estaba buscando una foto que pudiera parar la guerra. Soñaba con ello y lo imaginaba todo el rato"
La niña, que ahora es una mujer de 52 años, mira con complicidad a su “tío Ut”, como cariñosamente le llama, cuando se le pregunta por lo que supuso la imagen para él.
"Cuando tomé la foto estaba muy emocionado porque sabía que tenía una muy muy buena, pero también preocupado por ver si todo había salido bien". “Siempre estaba buscando una foto que pudiera parar la guerra. Soñaba con ello y lo imaginaba todo el rato. A todas horas”, añade. Ut comenzó a tomar fotografías para la agencia de noticias estadounidense cuando sólo contaba con 16 años, justo después de que su hermano mayor, Huynh Thanh My, también reportero, fuese asesinado en Vietnam.
No hay duda de que contribuyó a la reacción social contra la guerra. Poco después, el presidente estadounidense Richard Nixon, que en una conversación con su jefe de gabinete, H. R. Haldeman, dudó de la veracidad de la fotografía y pensó que había sido retocada, aceleró la retirada de las tropas norteamericanas. El último marine salió de Vietnam el 29 de marzo de 1973.
“Si no hubiese tomado esa foto yo habría muerto”
El reportero de guerra y la eterna niña se completan continuamente el relato, acabando cada uno las frases del otro. Dos vidas unidas por una imagen que le valió a Nick el premio Pulitzer de fotografía de 1973, le dio fama profesional y le permitió viajar por todo el mundo.
"Les expliqué que iba a salir en los periódicos y que iba a ser muy importante. Sólo entonces nos ayudaron"
Kim Phúc no tiene dudas acerca de lo que significó para ella ese trascendental encuentro. “Si no hubiese tomado esa foto probablemente yo habría muerto, como casi todos los demás. Ese día dos primos míos, de nueve meses y cinco años, murieron en el bombardeo. Y muchos soldados murieron también a causa de ese ataque. Cuando salí en las portadas de los periódicos tuve muy buenos cuidados”.
"La foto también tuvo un gran impacto a muchos niveles. Para el Gobierno de mi país fue muy importante. Usaron la foto y usaron mi vida. Pero después me permitió viajar, estudiar y comprender. Y me dio la oportunidad de hacer comprender a la gente lo horrible que es la guerra" explica.
A decir verdad, Nick Ut se encargó de que ella estuviese bien cuidada. Después de tomar las fotografías ayudó a la pequeña y la llevó al hospital en su coche. “Estaba lloviendo y ella estaba muy muy asustada. Dejé mi cámara y le di agua. Cuando la subí a mi coche para buscar un hospital estaba convencido de que iba a morir por el camino y pensaba: no quiero que se muera, quiero que viva. En la entrada al hospital no había nadie. Cuando por fin encontramos a alguien no nos hacían caso. Entonces les expliqué que iba a salir en los periódicos y que iba a ser muy importante. Sólo entonces nos ayudaron”, recuerda.
"Si logras una imagen como la de Aylan estás obligado a publicarla"
'La niña del napalm' sigue siendo hoy, 43 años después, un símbolo no sólo de la guerra de Vietnam, sino de las víctimas civiles de todas las guerras. También es un ejemplo de la importancia del trabajo de los reporteros de guerra y su capacidad de influir en el curso de los conflictos.
Nick responde inmediatamente cuando se le habla de la imagen de Aylan Kurdi, el pequeño refugiado cuyo cadáver fotografiado sobre la arena de una playa europea ha retratado el sufrimiento de los desplazados sirios.
"¡Pobre niño!", lamenta. "Es tan impactante que tienes el impulso inmediato de querer ir a levantarle de la arena. Y entiendo que se haya cuestionado el uso de esta instantánea. Nadie disfruta haciendo fotografías de cadáveres. Recuerdo que en Vietnam vi muchos más cadáveres que los que fotografié. Pero si tienes 'la imagen' de la tragedia de los refugiados de una guerra, entonces tienes que utilizarla. Estás obligado a publicarla".
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