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El Festival de Cine de Valladolid encara su recta final con el regreso de Camus y el estreno de Erwa

EFE

El Festival de Cine de Valladolid ha encarado hoy su recta final con la penúltima jornada de proyecciones, donde han competido el veterano español Mario Camus, quien regresa a la gran pantalla con "El prado de las estrellas", con el joven austríaco Jakob M. Erwa y el chino Hou Hsiao Hsien.

En su regreso al cine después de un silencio de más de tres años, Camus se ha adaptado a sí mismo y construido una fábula dramática de ausencias, búsquedas y, en algún caso encuentro, con el filme "El prado de las estrellas", calurosamente recibido.

Camus, cuya filmografía se ha caracterizado en buena medida por la adaptación de obras literarias como "La colmena" (1982), "Los Santos inocentes" (1984) o "La casa de Bernarda Alba" (1987), se ha adaptado a sí mismo en "El prado de las estrellas", escrita por él, rodada en su Cantabria natal y con una trama en la que habla alto y claro principalmente por boca de personajes secundarios.

El largometraje sitúa al espectador ante un territorio de sentimientos donde campan por igual el amor, la vanidad, la pasión, la melancolía, la ternura e incluso la avaricia, todos ellos agitados por un elenco de actores encabezado por Álvaro de Luna y del que forman parte José Manuel Cervino, Marian Aguilera, Antonio Valero y Rodolfo Sancho.

En torno a la figura de Alfonso, un jubilado encarnado por Álvaro de Luna que decide ayudar a una joven promesa ciclista, ha urdido Camus una trama en la que vierte no pocas de sus pasiones, aficiones e incluso opiniones acerca del mundo que le ha tocado en suerte, a través de un catálogo temático que abarca desde la economía rural y el desamparo de los ancianos hasta la voracidad inmobiliaria.

"No pretendo denunciar el vuelco de la economía rural de Cantabria a raíz de la globalización, pero sí reflexionar acerca de esa realidad", ha declarado el director santanderino acerca de un filme cuyo punto de partida, y tal vez de llegada, es una cita del escritor T.S. Eliot (1888-1965) donde se refiere a la humildad como "la única sabiduría que podemos adquirir" en este mundo.

Por su parte, el joven director austríaco Jakob M. Erwa ha presentado a concurso su primer largometraje, "Todas las cosas invisibles" ("Heile Welt"), donde retrata las dificultades de la adolescencia y la relación entre jóvenes y adultos.

Las imágenes, rodadas con la cámara en la mano, huyen de artificios y juegan con la luz natural en todas las escenas para ofrecer un mayor realismo al espectador.

El director, nacido en 1981 en Graz (Austria), ha asegurado en una rueda de prensa que su intención era separarse de las películas de Hollywood que siempre muestran "familias felices", para mostrar lo que realmente sucede detrás de esas historias aparentemente idóneas.

Jóvenes conflictivos, padres que no saben cómo tratar a sus propios hijos, y adultos en una búsqueda constante de felicidad momentánea, protagonizan un filme que no ha sido recibido con mucho entusiasmo por parte del público y la crítica asistentes a su pase.

También se ha proyectado esta jornada la película francesa "El viaje del globo rojo" ("Le voyage du ballon rouge"), dirigida por el realizador chino Hou Hsiao Hsien.

Este filme está cargado de continuas referencias a la cinta "El globo rojo" ("Le ballon rouge"), que dirigió en 1956 el francés Albert Lamorisse y que en poco más de media hora de metraje contaba la historia de un niño pequeño que recorre las calles de París en compañía de un enigmático globo rojo.

La película de Hsien, quien en 1980 rodó su primer largometraje titulado "Chica bonita", retrata la vida de Suzanne, una marionetista interpretada por Juliette Binoche, y su hijo de siete años, Simon.

Los problemas familiares y las preocupaciones propias de los adultos rodean la vida diaria de Simon, quien parece ajeno a una situación cada vez más caótica y se entretiene con las máquinas recreativas, los videojuegos y el piano.

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