Este artículo se publicó hace 7 años.
De Chikilicuatre a Trump: cuando los trols deciden el rumbo de un país
Un estudio analiza cómo grupos asociados a la extrema derecha auparon al magnate estadounidense a la Casa Blanca con tácticas que se repiten en la esfera pública española.
Madrid-
Génesis de Internet, 1.1. En el principio, Tim Berners-Lee creó la World Wide Web.
1.2. Aparecieron los trols.
La figura del trol se ha desarrollado en paralelo a Internet. Son los bromistas pesados de la red, aquellos capaces de sacar de sus casillas a cualquiera lo suficientemente incauto como para entrar en una discusión con ellos: no hay victoria dialéctica posible. Al trol solo le interesa generar el caos, su objetivo es desquiciar, ridiculizar, provocar una reacción emocional desproporcionada en cualquier persona, institución o situación que se cruce en su camino.
Sin embargo, la creciente digitalización de la esfera pública ha dado un nuevo sentido a su poder de generar caos. En un tiempo en el que la política se desarrolla tanto en las redes sociales como en los parlamentos; en el que los medios de comunicación se esfuerzan en tener un contacto cercano y directo con sus audiencias; y en el que 140 caracteres desafortunados pueden llegar marcar para siempre una imagen pública, el campo de juego de los trols se ha agigantado. Y pueden imponer su ley si se lo proponen.
El nuevo ecosistema mediático hace que la prensa sea muy vulnerable a los trols
"Ciertas subculturas digitales aprovechan el actual ecosistema mediático para manipular el marco informativo, adulterar la agenda, y propagar sus ideas", avisa el estudio La manipulación de los medios y la desinformación en línea, del Instituto de investigación cultural Data&Society. "La predilección de los medios convencionales por el sensacionalismo, su dependencia de la novedad constante y el énfasis en los beneficios sobre su responsabilidad social les hace vulnerables a esa manipulación", prosigue el estudio.
¿Qué puede suponer una comunidad de trols haciendo de las suyas? En España tuvimos un ejemplo muy claro cuando Chikilicuatre acudió a Eurovisión ganando en un concurso de RTVE a artistas profesionales gracias a la votación digital. Pudo ser peor dos años después, cuando el rapero John Cobra (Mario Vaquero) encabezó el voto por Internet para acudir al certamen, aunque para entonces RTVE había aprendido la lección y dejó la decisión final en manos de un jurado. Vaquero, expresidiario, no pudo repetir ante el público europeo los exabruptos que dedicó al español, cuando reaccionó a los pitos que recibió su actuación agarrándose la entrepierna e insultando a los presentes.
Ni que decir tiene que la escena, con Anne Igartiburu intentando calmar al descontrolado rapero, resultó divertidísima para los trols que lo habían votado en masa a pesar de su nula capacidad artística.
De aquello hace ya años. Desde entonces Internet se ha expandido, ocupando cada vez más áreas vitales, y con él, el potencial de los trols. Atrás han quedado los tiempos en que sus iniciativas se quedaban en la manipulación de un concurso de televisión. Ahora pueden trolear unas elecciones si se lo proponen. Ya no es Chikilicuatre en Eurovisión, ahora es Donald Trump en la Casa Blanca.
Trols con ideología
El estudio de Data&Society se centra en analizar cómo la actividad de los trols resultó vital para que Trump pasara de ser un candidato residual a ganar una cuota de atención mediática cada vez mayor, y ser capaz de comunicar sus disparatadas (y falsas) promesas electorales.
Una amalgama de conspiranoicos, supremacistas blancos, antifeministas y antinmigrantes copiaron las tácticas de los trols para impulsar a Trump
Todo empezó como una broma. Los seguidores más jóvenes de Trump sabían que es una parodia de lo que debería ser un presidente y, de hecho, por eso le apoyaron, reconoce el estudio. Pero otros grupos percibieron el potencial populista del magnate y utilizaron las mismas tácticas de los trols para impulsarlo: "Aprovechando la oportunidad que ofrece Internet para la colaboración, la comunicación y la producción peer to peer, estos grupos usaron las vulnerabilidades del ecosistema mediático para aumentar la visibilidad y audiencia de sus mensajes", detecta la investigación, que señala que "aunque tales subculturas son diversas, generalmente se empaquetan como anti-establishment en su reacción contra el multiculturalismo y la globalización, al tiempo que promueven ideologías racistas, antifeministas y antisemitas".
En el informe se identifica a estos grupos como "una amalgama" de teóricos de la conspiración, supremacistas blancos, antifeministas, y activistas antinmigración. "Usamos el término alt-right para encuadrar colectivamente a estos jugadores, aunque muchas de estas comunidades se resisten a la identificación con ese término", explican los investigadores.
Aunque afortunadamente el contexto español difiere lo bastante del estadounidense para que la situación no sea extrapolable, el texto señala algunas características de la estratégica manipulación mediática que pueden llevar a cabo estos grupos cuando replican las tácticas que los trols sólo usaban para bromear.
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Además del usuario aburrido que decide invertir su tiempo compartiendo memes y difundiendo noticias falsas para disfrutar de los vaivenes de un Trump presidente, hay varios perfiles más públicos que apoyaron su auge y se llevaron a sus seguidores detrás. Todos ellos reúnen una serie de preceptos ideológicos comunes, y aunque en España no ha existido la figura de un Trump que los uniera, lo cierto es que no es tan difícil encontrar comportamientos similares de personajes relevantes. La investigación apunta que entre esos principios ideológicos destacan, por ejemplo los posicionamientos cercanos al anti-feminismo y la defensa de "los derechos de los hombres"...
La visión de la "corrección política" como una censura impuesta por la izquierda...
El desdén por el multiculturalismo y la inmigración, además de creer que hay una diferencia intrínseca entre una persona y otra por ser de diferente raza...
La tendencia a construir y divulgar teorías de la conspiración...
Así como un nacionalismo populista exacerbado común a todos ellos: America First. El estudio señala además que en EEUU ha surgido "una extensa e hiper-partisana red de diarios digitales y blogs de extrema derecha" que alimentan estas posiciones, algo que tampoco queda tan lejano en España.
Además de la red de trols, la manipulación de los medios y la agenda pública puede conseguirse gracias a los bots, un software usado en redes sociales para crear contenido y aumentar artificialmente el apoyo que recibe una idea o comentario. "Cada vez más, los bots están siendo usados con fines políticos: para inflar el número de followers que tiene un político; para difundir propaganda; para influir sutilmente sobre el discurso político; y para agregar y difundir contenido", expone el análisis de Data&Society.
"En países que van desde Azerbaiyán hasta Venezuela, los bots han sido utilizados por los gobiernos y las élites políticas, a menudo para atacar a los disidentes o manipular las noticias en torno a un tema", continúa. Aquí no hace falta irse tan lejos para encontrar ejemplos del uso de bots. Está documentado que tanto Mariano Rajoy (cuya cuenta de seguidores ha sido ampliada de forma artificial) como el Partido Popular han hecho uso de ellos, aunque en el PSOE parece que también saben cómo se juega con los ejércitos de bots.
Un partido que, casi huelga decirlo, ha hecho un uso extensivo de la divulgación de noticias falsas, el arma de destrucción masiva de la manipulación mediática, con el objetivo de desprestigiar rivales.
No sale gratis
La manipulación deliberada de la agenda pública y los medios de comunicación no sale gratis. Un puñado de votos o desacreditar a un rival en un momento en que su discurso cala especialmente pueden ser recompensas a corto plazo, pero tienen un efecto nocivo sobre los medios de comunicación: "La difusión de información falsa o engañosa está teniendo efectos reales y negativos en el consumo público de noticias", avisa la investigación. El principal es la lógica pérdida de confianza de los lectores en los medios y la visión de ellos como partícipes en una "guerra de trincheras". Pero no es la única.
La manipulación de la agenda y la divulgación de noticias falsas provocan que el público deje de confiar en los medios de comunicación
"Las preocupaciones sobre los medios de comunicación se han amplificado en los últimos años en todo el espectro político. Mientras los críticos de derecha sostienen que las élites liberales dominan los principales medios de comunicación, los teóricos de izquierda afirman que los medios dependen excesivamente de las fuentes corporativas y gubernamentales, de los anunciantes, que ignoran las voces disidentes y apoyan el statu quo", sostienen los investigadores.
En las elecciones estadounidenses las actividades de los trols ideológicos consiguieron que los medios hablaran más de los supuestos problemas de salud de Hillary Clinton o del presunto acaparamiento de los empleos y las ayudas públicas por parte de los inmigrantes y de cómo un muro con México podría solucionarlo o no, que del escándalo de abusos a mujeres de Trump o de sus vínculos con Rusia. Por el momento, en España solo nos reímos con el Chikilicuatre y no sufrimos a Trump. Pero los trols están ahí: atentos a las noticias falsas.
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