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‘Bozza’ disputa la alcaldía de Londres a ‘Ken, el rojo’

El controvertido y carismático Boris Johnson desafía al popular alcalde laborista de la capital británica

Thilo Schäfer

Londres, la capital financiera y hedonista de Europa, se prepara para lo que promete ser la elección de alcalde más excéntrica de los últimos tiempos. Boris Johnson, uno de los políticos más controvertidos y más famosos del Reino Unido, fue declarado ayer candidato de los Conservadores para los comicios de mayo próximo.


Johnson, conocido también como Bozza o BoJo, se enfrenta al incombustible Ken Livingstone, que aspira a un tercer mandato consecutivo. El alcalde laborista tiene que lidiar por primera vez en su carrera con un rival tan popular y tan polémico como él. Johnson, bisnieto de un ministro del Imperio otomano, ha convertido los estudios de televisión en su casa. Además, el ex periodista elabora sus ideas en varias columnas de prensa.


Las declaraciones de este hombre de 43 años, frecuentemente, provocan la ira de los colectivos afectados y hacen sonrojar a la cúpula del Partido Conservador. Así por ejemplo, profirió insultos racistas contra la raza negra y describió al Gobierno de Nelson Mandela como 'la tiranía de la mayoría negra'. Tampoco los homosexuales le son muy favorables tras conocer su opinión sobre el matrimonio gay.


A pesar de todo esto, Johnson goza de una gran popularidad que se debe a su carisma desenfadado y su aspecto de bohemio. Por esto, Livingstone se toma la nueva amenaza muy en serio. 'Rebosa cierta excentricidad alocada que igualmente le resultará irresistible a los votantes', le definió el catedrático Tony Travers en la revista New Statesmen.

Batalla sobre el tráfico

La batalla entre Bozza y Ken, el rojo se centrará mucho en los problemas desbordantes del tráfico de la capital británica. Johnson se opone a la impopular tasa que pagan los conductores para circular por el centro. En un guiño a los tradicionalistas, propone la restitución de los routemaster, los famosos autobuses con plataforma abierta. Los conservadores ahora cruzan los dedos para que hasta mayo Bozza no vuelva a meter la pata.

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