A juzgar por el dispositivo policial que habían solicitado (un coche patrulla y dos agentes de Policía), la sorpresa de la comisión judicial y la procuradora al ver unas 400 personas frente al edificio sobre el que debían ejecutar una orden de desalojo este martes, ha debido ser mayúscula.
Cuando la comisión ha hecho acto de presencia, alrededor de las 12 del mediodía, los simpatizantes de La Traba llevaban horas esperándoles. Tras siete años al servicio de los vecinos del distrito madrileño de Arganzuela, los usuarios de este centro social okupado y autogestionado (CSOA) solicitaron apoyo a los vecinos y movimientos sociales que durante su trayectoria han colaborado con ellos para mostrar un contundente rechazo al desalojo.
'Este apoyo es un reflejo del trabajo que lleva años haciendo La Traba', afirmaban los vecinos La llegada del amanecer ha sido el primer triunfo de La Traba. A menudo, la Policía aprovecha las últimas horas de la noche para acordonar los edificios que van a ser desahuciados. Este martes no ha sido así y a primera hora de la mañana ya se congregaban frente al centro unas 300 personas, a los que los usuarios han ofrecido chocolate con churros. 'Este apoyo es un reflejo del trabajo que lleva años haciendo La Traba' explicaba a Público Lola Martinez, presidenta de la Asociación de Vecinos Nuevo Legazpi. 'Si se va la Traba perdemos todos' opinaba entre grupos de jóvenes y otros representantes vecinales.
'Espacios como este dan respuesta a unas necesidades sociales y colectivas que las instituciones públicas han decidido ignorar', manifestaba Nacho Murgui, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid. Entre estas necesidades, Murgui ha destacado la 'capacidad para poner en práctica la democracia, para participar en la gestión de un espacio, participar en la cultura, no solo como consumidores sino también como creadores'.
En su conversación con Público, Murgui ha explicado por qué la defensa de espacios como La Traba se ha convertido en un asunto tan importante para los vecinos. 'La especulación inmobiliaria condena a este tipo de edificios al abandono y a acumular polvo, pero la gente le da vida, lo hace suyo y con las actividades que llevan a cabo lo convierte en una riqueza para el barrio', aclaraba.
Ante la gran congregación de personas, la comisión judicial se ha reunido con los portavoces del centro social, se ha asegurado de que el edificio no actúa como vivienda y ha decidido parar el desalojo. 'Se han encontrado con una presencia de vecinos muy fuerte', ha informado a este medio Javier Rubio, abogado de La Traba y la PAH. 'Se les ha informado de que hay una actividad social desarrollándose en este espacio desde hace mucho tiempo, apoyado por multitud de asociaciones', afirmaba Rubio sobre su conversación con la comisión.
'Estamos pletóricos, esto está más vivo que nunca', celebraba Dani Arnal, portavoz del centro, tras la decisión de la comisión, que ahora devolverá la orden de desalojo al juzgado para que fije una nueva fecha, que comunicaba que 'por ahora se paran las actuaciones legales que tenían previstas'. 'La Traba gana la segunda batalla de Belchite', festejaba el activista, haciendo un juego de palabras con la dirección del centro social: c\ Batalla de Belchite, 17.
Dos usuarios de La Traba se abrazan tras la decisión de la comisión judicial. Foto: Carlos del Castillo
Han sido varios meses de lucha para los jóvenes, que han llamado a cientos de puertas para intentar defender su espacio. Pelearon en los juzgados, expusieron su caso ante el Pleno de la Junta de Distrito de Arganzuela, intentaron movilizar a todos los vecinos del barrio. Pese a sus esfuerzos, no han conseguido que las autoridades frenaran la orden de desalojo pendiente sobre el centro.
Lo que hace siete años fue una nave industrial abandonada, foco de plagas y tráfico de drogas, es ahora un espacio con servicios abiertos a los vecinos. Entre ellos, un grupo de teatro, de baile, de cine, un banco de alimentos o un estudio de grabación, donde se pone a disposición de los jóvenes todo lo necesario para grabar sus primeras maquetas. Sin embargo, La Traba se destaca por su parque de bicis cubierto, uno de los más grandes de España y que se ha convertido en una referencia para los amantes de BMX. Fue construido por los jóvenes con materiales reciclados y su uso es completamente gratuito.
El edificio pertenece a la inmobiliaria Aiser SA, que en 2006 lo recibió del Ayuntamiento de la capital y cobró unos 400.000 euros por pavimentar una calle y construir una serie de dotaciones en la parcela del inmueble. El terreno fue recalificado y Asier recibió los permisos para construir allí 110 viviendas de lujo. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la inmobiliaria detuvo el proceso, abandonando el edificio a su suerte e incumpliendo el plazo de dos años para realizar la obra.
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