Encima de un acantilado y escondido tras una serpenteante carretera se encuentra el monasterio de Sant Benet, a apenas dos kilómetros del de Montserrat, custodiados ambos por el macizo rocoso del mismo nombre, el de la virgen y patrona de Catalunya. Allí reside, desde 1997, la monja benedictina Teresa Forcades, que además de médico y teóloga, es una reconocida activista cuyas críticas al modelo y las prácticas de la sociedad actual no dejan a nadie indiferente. Decidida a dar una nueva vuelta de tuerca a sus impulsos revolucionarios, en abril anunció junto al economista y presidente de Justícia i Pau, Arcadi Oliveres, la creación del Procés Constituent (proceso constituyente), un proyecto de ruptura social y nacional que ya cuenta con más de 40.000 adhesiones.
Desde entonces, su agenda está más apretada que nunca. Pero consigue arañar una hora para, desde una pequeña y cálida sala de la abadía, hacer balance junto a Público de lo que hasta el momento han sido tres meses ininterrumpidos explicando los puntos de su manifiesto --diez, como los del Mandamiento-- por toda Catalunya. Un tour que, por cierto, sigue su curso en verano.
'El proceso sobrevivirá o morirá en el intento de convencer al 50% de la sociedad catalana que está en riesgo de ser alienada' 'Lo primero que digo al llegar a una población es que el éxito de este proceso lo marcará la diversidad. Y suelo recurrir al mismo ejemplo gráfico: 'si vais a hacer una asamblea local y os dais cuenta de que todos pensáis igual, parad y salir afuera a buscar gente que opine distinto'. Hasta el momento ya se han constituido un centenar de estas asambleas en todo el territorio catalán, un engranaje que Forcades considera esencial para la implantación de uno de los objetivos que el proceso persigue con más ahínco: combatir el conformismo. 'En la sociedad catalana, hay un 25% de personas al que ya le está bien todo como está. Y este proceso es una amenaza para ellos. Luego hay otro 25% que ya está activo y que hay que convertir en sujeto político, tenderle la mano y aprender de su trabajo. Pero el 50% restante está en riesgo serio de ser alienado, de creer que sus intereses son el del primer 25%. Ese es nuestro espectro. Y el proceso sobrevivirá o morirá en el intento de capitalizar este porcentaje y conseguir que las fuerzas ya organizadas puedan sentir como suyo este proceso'.
Forcades está convencida de que aún estamos a tiempo de cambiar las cosas. Y para ello, aboga por dejar de vislumbrar este cambio como una mera reacción a 'un desmoronamiento de aquellas seguridades y libertades que pensábamos que teníamos'. 'El proceso debe ser proactivo, no reactivo. Si continuamos reaccionando, nunca llegaremos a tiempo. Por eso hay que dejar de mirar hacia el sistema actual y centrarnos en el que queremos construir. Nos movilizamos para alcanzar una candidatura popular porque es la única forma de poder cambiar el modelo', sentencia.
El proceso constituyente, autofinanciado a través de donaciones, parte justamente de esta premisa: la gente que crea que se puede revertir el sistema actual está equivocada. 'Nosotros creemos que eso es imposible, por eso apostamos por romperlo', se reafirma. 'Montesquieu hablaba de la separación de poderes como garantía de la libertad: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Y ahora no existe esa separación, por lo tanto no hay democracia. A lo mejor hay que inventar nuevos poderes...', sugiere.
En su discurso, y por extensión en cada una de sus charlas o apariciones en medios, Forcades viaja desde la Ilustración a los orígenes del comunismo. Marx o Chávez suelen condimentar sus charlas. 'Aunque el capitalismo y el comunismo pueden acabar pareciéndose en las formas de controlar a la gente, sí estoy absolutamente en contra de la versión más radical del primer sistema. Porque va en contra de la ética. No estoy en contra de la iniciativa privada porque las personas nos realizamos en la libertad individual para crecer con la colectiva. Pero anhelo una sociedad en la que todo el mundo pueda hacer lo que le diera la gana tanto como pueda. En este sentido, me considero anarquista', agrega.
Forcades, a quien este proceso ha inyectado 'emoción, ilusión y una sensación de reto constante', esboza una sonrisa cada vez que completa una frase. Se intuye en su mirada la seguridad de quien sabe conectar con la gente. El crecimiento y la popularidad de este proceso está tremendamente ligado a su figura y, sin embargo, tanto ella como Oliveres insisten en que no van a ser candidatos en unas futuras elecciones. 'Los personalismos son un peligro real. Iremos mal si la gente, en lugar de ayudarnos a generar con nosotros este proceso, se piensa que somos sus salvadores. Por eso remarcamos que no queremos una estructura piramidal. Ni cabezas de partido. Queremos que los votantes o militantes de base de todos los partidos se impliquen. Queremos un proceso que nazca desde abajo. Porque si dentro de un año Arcadi y yo seguimos siendo las caras visibles, habremos fracasado'.
'Sólo las formaciones políticas que apuestan por romper el modelo actual serán compañeros de viajes'No obstante, no son pocas las voces que atisban en el proceso constituyente la pieza que permita engrasar un futuro frente de izquierdas. Forcades rehuye esta posibilidad: 'No nos planteamos una coalición de izquierdas, que es algo que por mucha tradición que tenga no puede ser el objetivo si queremos tener voluntad de mayoría. Habrá conflicto de clases, siempre. Pero la derecha y la izquierda llevan años traicionándose, así que ha llegado el momento de buscar la novedad. Vamos a romper el marco constitucional y deshacernos de etiquetas que no queremos que nos adjudiquen. Lo que proponemos va a afectar a intereses de muchas personas. Si expropiamos multinacionales, concesiones o torpedeamos el sistema financiero o la gestión del agua, va a haber confrontación seguro. Sana y pacífica, pero necesaria'.
En una línea similar valora las muestras de cariño mostradas por algunas de las fuerzas que ya están en el Parlament de Catalunya. Iniciativa o la CUP han sido dos de los partidos menos recelosos a su aventura: 'Es cierto que con esta última existe sintonía. Me he reunido con jefe de relaciones políticas de la CUP y tampoco quieren trabajar dentro del sistema. Han entrado al Parlament para señalar y denunciar las cosas que no les gustan. Con cualquier otra formación política que está conforme con el sistema actual, no podremos trabajar. Sólo el que esté a favor de la ruptura será compañero de viaje. Y nunca para aliarnos de cúpula a cúpula, si no para que los militantes se sumen a nuestro proceso. Una candidatura sin cuotas'.
De nuevo las asambleas locales --y sectoriales, en vías de creación--, se erigen como piezas fundamentales para dotar de credibilidad su discurso: 'No queremos ir de acto multitudinario en acto multitudinario. La fuerza debe residir en las acciones puntuales que se aprueben bajo la coordinación de las asambleas. Campañas en contra de las líneas de alta tensión, la creación de una moneda alternativa y paralela que permita salvar a muchas personas de la pobreza, las cooperativas de servicios sanitarios, la ocupación de pisos, la objeción fiscal, la nacionalización de la banca...'. También las asociaciones y movimientos que ya llevan tiempo trabajando en la misma dirección deben tener un peso específico en este viaje. A ellos reconoce el mérito de haber despertado a la sociedad.
'Los pioneros fueron los del 15M. Ellos labraron la tierra y nosotros estamos poniendo una semilla en su terreno. Por eso debemos tejer una relación cordial con ellos y la verdad es que muchos nos están dando apoyo, a través de representantes de muchas plataformas que vienen a conocernos a título personal. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, las mareas, los iaioflautas... Nuestra fuerza debe ser la unión porque van a intentar separarnos', asume algo preocupada por la escasa credibilidad que la derecha está otorgando a la indignación ciudadana. 'Es algo que hay que esperar. En este proceso habrá altos y bajos. Ahora estamos tranquilos pero sabemos que intentarán torpedearnos. Pero hay que contar que si no fuera así no estaríamos haciendo las cosas bien. Queremos meter el dedo en el ojo tanto como podamos. Habrá confrontación de intereses porque los cambios que perseguimos afectan a la dignidad y la supervivencia de las personas. Y si nos meten en la prisión, pues ya vendréis a contarlo', termina.
Uno de los puntos más calientes del manifiesto --radical para algunos pero que Forcades considera 'de mínimos'-- es el de la ruptura nacional. El contexto actual en Catalunya cree que les beneficia, pero prefiere desmarcarse de otro movimiento que, desde la manifestación del pasado 11 de septiembre, se ha establecido como referencia en este ámbito: la Asamblea Nacional Catalana. 'Podemos coexistir con la ANC y agradecemos su labor porque vamos detrás del túnel que han cavado. Aunque no hemos mantenido relaciones de cúpula a cúpula, gente de base de esta organización ya se han adherido al proceso. Pero a diferencia de ellos, no sólo nos importa ser o no un Estado independiente. Queremos que este nueve estado rompa con todo lo establecido anteriormente'.
'Como más pequeño y cercano sea el Gobierno, mejor... Lo que se pueda decidir a nivel local, que no se decida a un nivel mayor' La apuesta, a tenor de las realidades que ha ido conociendo estos últimos meses, está dando sus frutos: '¿Primero la independencia y luego ya veremos? ¿Cómo? ¿Cuándo? Nuestro proceso es estratégico porque permite recoger distintas sensibilidades. El que ve en este proceso una herramienta para mejorar la sociedad nos apoyará aunque tenga más reticencias a separarse de España. Y el que ya es independentista, pero le asusta algo más el manifiesto, lo hará por convicción nacional'. De hecho, la propia Forcades tiene una visión de la independencia bastante alejada de los patrones y estereotipos clásicos: 'Si yo estuviera en un país con mayor justicia social, igualmente trabajaría por la independencia. En el mundo, como más pequeño y cercano sea el Gobierno mejor. Es algo que llamo globalización uniformadora porque evita el nacionalismo cerrado. Incluso apostaría por los municipios libres. Lo que se pueda decidir a nivel local que no se decida a un nivel mayor', pregona.
Forcades augura un recorrido creciente al proceso constituyente: 'Sigo pensando que llegaremos a las 100.000 adhesiones antes de que termine el año. Y Catalunya tiene 924 pueblos, así que imagina los muchos que quedan por visitar. Los que tienen experiencia política nos dicen que el impacto de nuestro arranque no ha estado nada mal'. Sin embargo, también considera que este proyecto no puede enrocarse en el tiempo porque 'no lo hay'. 'La situación es de emergencia y el cambio que buscamos debe ser para hoy. Luchamos contra un sistema extremadamente violento que exige una revolución continuada', advierte. 'Haremos la revolución y después la volveremos a hacer', una frase a la que suele recurrir a menudo y que vuelve a citar con entusiasmo. Lo justifica: 'La pasividad política nos obliga a activarnos. No volvamos a caer en las mismas trampas. Si logramos dotarnos de estructuras reales y efectivas, no nos pongamos luego a dormir. Creemos consejos de decisión ciudadana, herramientas para estar siempre despiertos'.
Justamente los ciudadanos tendrán la oportunidad hoy de conocer parte de esta estrategia. En una jornada que responde al nombre de 'Diálogos Múltiples', el Colegio barcelonés de La Salle Bonanova se convertirá durante todo el día en 'un espacio dinámico donde lanzar alternativas, madurar ideas y confrontar opiniones y visiones distintas' a través de 250 diálogos repartidos entre los diez puntos del manifiesto. 'No pretendemos llegar a conclusiones. Será un espacio de libertad para escuchar y ser escuchado en el que empezar a sentar las bases de algo nuevo que, sin saber exactamente qué ni cómo será, sí tengo la certeza que será mejor que lo que tenemos', remata.
Cuestión de fe. O de rebeldía.
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