El desembarco de multinacionales de la minería en Galicia ha puesto en pie de guerra a los ambientalistas. Fins Eirexas, secretario ejecutivo de la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (Adega), advierte de que la contaminación provocada por la explotación de yacimientos a cielo abierto 'puede ser una de las mayores agresiones a nuestro territorio'.
No sólo es el caso de la mina de Corcoesto, sino de otros yacimientos que están siendo explorados en busca de oro, tierras raras y metales tecnológicos. La Xunta, a juicio del también geólogo, alienta estos proyectos sin tener en cuenta los efectos contaminantes, por lo que denuncia 'la puerta giratoria entre la política y la gran industria'. Según Eirexas, 'hay unos vasos comunicantes que explican unas decisiones inexplicables desde el punto de vista de la lógica y del interés público'.
¿Cuántas minas hay previstas en Galicia?
Es probable que Edgewater y otras compañías estén sondeando todo el cinturón aurífero que va de Malpica a Tui. Es la línea vertical que, en la costa occidental gallega, va de norte a sur 50 kilómetros mar adentro. Corcoesto es sólo un banco de pruebas.
¿A qué se debe el boom de la minería de metales estratégicos?
Los recursos y commodities como el oro, el estaño, el cobre y, sobre todo, los metales tecnológicos (litio, niobio, tantalio, columbio...) tienen un uso directo en los aparatos informáticos y electrónicos. Basta comparar su precio hace quince años y hoy. La onza de oro pasó de 700 a 1.700 dólares. Entonces, explotaciones cuyas leyes no eran suficientemente altas para ser rentables pasan a serlo.
¿Es el caso de la mina de Corcoesto?
En Corcoesto, con las leyes tan bajas que hay, ahora les resulta rentable. Van a sacar unas 34 toneladas de oro, una cantidad baja, equivalente a la carga de un volquete de un camión. Por uno de oro, se llenarían 146 de cianuro (4.300 toneladas) y 95 de ácido clorhídrico durante el proyecto, que generará 68.000 toneladas de ársenico lixiviado en agua.
¿Considera que la Xunta se ha volcado con este proyecto y alienta esta política minera? Si fuese así, ¿por qué motivo?
Lo desconocemos. Nos hacemos esa pregunta desde hace años: ¿por qué le interesa a la Xunta apostar por modelos económicos colonialistas? Se trata de coger los recursos y marcharse, mientras que a la población le queda el espejismo de puestos de trabajo en precario durante muy poco tiempo. Y, después de la mina, no podrán volver a sus actividades tradicionales, como la agricultura y la ganadería, porque el territorio quedará dañado.
No entendemos la decisión de la Xunta excepto que alguien tenga un interés personal, y eso lo veremos dentro de unos años. No es lógico porque no contribuye ni al desarrollo industrial del sector de la minería. Es una tecnología obsoleta y un método de explotación arcaico, propio de los romanos. La minería de transferencia, a cielo abierto, es hacer un agujero e ir tirando los escombros en los siguientes agujeros.
¿Les ha facilitado la Xunta información sobre las minas que podrían ser explotadas?
Se la pedimos, pero no nos respondieron en el plazo de dos meses, por lo que están incumpliendo la ley de derecho a acceso a la información en materia de medio ambiente. Después, el Valedor do Pobo aceptó nuestra queja al respecto. Les hemos preguntado, por ejemplo, cuántos permisos de exploración e investigación hay solicitados. Tras efectuar una búsqueda en el Diario Oficial de Galicia (DOG), hemos recabado datos, pero por higiene democrática queremos que la Administración nos facilite la información.
¿Cree que la empresa ha ofrecido suficiente información sobre qué harán con el agujero, los escombros y el agua contaminada? ¿Qué pasará en el futuro con el mantenimiento de las balsas?
¿Qué pasó en Aznalcóllar? Bolidén simplemente se fue. Garrigues, que era su gabinete jurídico, le dijo que era perfectamente factible marcharse sin pagar un duro. Fue una enorme estafa. En el caso de Corcoesto, pasará exactamente lo mismo. Cuando finalice la fase de restauración, todo lo que pueda suceder con la balsa será asunto nuestro, como sucedió en Aznalcóllar, donde nosotros pagamos la reparación y los daños.
¿Hay algún tipo de cláusula para que Edgewater se comprometa al mantenimiento de las balsas en el futuro?
La Xunta aprobó la Declaración de Impacto Ambiental, que apenas cuestiona nada y no tiene en cuenta nuestras alegaciones. Desde ese momento, la empresa tiene las manos libres. La Consellería de Industria, con el visto bueno de Medio Ambiente, le va a dar los parabienes al proyecto y lo va a tramitar como proyecto industrial estratégico, lo que traerá aparejado la declaración de utilidad pública y la expropiación de las tierras.
¿Ya ha concedido la Xunta subvenciones?
Sí, hace años le dieron una subvención para la campaña de sondeos.
Pero Edgewater explica en el proyecto qué hará con los agujeros, las balsas, etcétera, ¿no?
Claro, aunque hay incertidumbres e indeterminaciones. La empresa garantiza que no habrá filtraciones en las balsas, pero lo ponemos en duda, debido a la experiencia de otras que terminaron quebrando. Desde Aznalcóllar hasta el caso de Ajka, en Hungría. Tampoco se ha tenido en cuenta que el área es sísmicamente activa. Las balsas (una grande, de lavado de mineral; y otra pequeña, con los residuos del proceso de cianuración) tendrían que cumplir con la norma sismoresistente. ¿Quién no te dice que en 50 años no hay un sismo de magnitud 5,5, rompe la balsa y millones de metros cúbicos de aguas contaminadas con cianuros van a dar al río Anllóns y al estuario? La empresa no tiene el horizonte temporal de las personas que van a vivir ahí durante muchísimos años.
¿Quiere decir que la Xunta está actuando de buena fe?
En un país normal, el personal técnico de la Xunta verificaría que las actividades industriales cumplen las leyes y no contaminan. En la práctica, no es así. Es la sociedad civil –o sea, las asociaciones ecologistas– quien ejerce de policía verde, levantándole las faldas a Ence, Endesa, Gas Natural Fenosa o Edgewater, para mostrar sus vergüenzas y los puntos débiles de sus proyectos. Y también estamos atentos a posibles vertidos y daños al medio ambiente, que las empresas pretenden escamotear mientras las administraciones miran para otro lado.
¿Hay un plan de emergencia de Edgewater en caso de un desastre?
El plan de emergencia exterior sólo es obligatorio si las instalaciones son consideradas de tipo A, las más peligrosas. Una de nuestras alegaciones es que la Xunta no reconoció las balsas como instalaciones de tipo A.
También considera que los residuos son no inertes y no peligrosos.
Esa clasificación es errónea. Los de cianuración son no inertes peligrosos, al igual que el agua que contiene arsénico.
¿Prevén que se produzca contaminación a corto plazo? ¿Cuál será el efecto de las megadetonaciones?
Habrá contaminación atmosférica y deposición de finos (polvo), que podrían afectar a los cultivos. Afectaría a un diámetro de 30 kilómetros. Los vecinos que se olviden de las lechugas. También nos preocupa el arsénico que se puede lixiviar. En principio, irá a parar a las balsas, pero terminará filtrándose en el medio.
¿Por qué motivo?
Los taludes artificiales son permeables, aunque la empresa dice que se van a impermeabilizar con varias capas de geotextil. Pero las membranas se pican, ¿no? En la práctica, terminará siendo un coladero. Estamos hablando de unos volúmenes enormes. Si 90 años después de la explotación de los ingleses sigue habiendo arsénico en las aguas, un mínimo porcentaje de filtración ahora mismo sería muy contaminante. Y si reventase, la catástrofe ecológica sería tremenda. El arsénico no se puede liberar del medio, sino que se acumula en los sedimentos durante muchos años. Terminaría entrando en la cadena humana.
¿Impedirá el paro vislumbrar el escenario que plantea a los vecinos desempleados que aspiran a trabajar en la mina?
Esa apuesta puede significar que después no haya ni para vivir de la tierra. Es posible que la mina emplee a 70 u 80 personas, no a 270, como dice la empresa. Queremos que la gente se conciencie de que es peligroso para el ambiente, preocupante para la salud de las personas y, una vez que pase la fiebre del oro, lo que va a quedar es mucho menos de lo que tenemos ahora. Muchos de los recursos naturales que ahora podrían aprovecharse se van a echar a perder.
- Reportaje: La mina de oro de Corcoesto, una 'bomba de relojería ambiental'
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