El descontento de los presidentes de Baleares, Aragón, Comunidad Valenciana o Extremadura ante los presupuestos de 2013 que presentó el Gobierno la semana pasada obligó ayer, lunes, a Mariano Rajoy a presentarse por sorpresa en el encuentro informal que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había organizado en la sede central de la madrileña calle Génova.
Esta cita, que no tenía más aspiración que la de ser una preparatoria para la V Conferencia de Presidentes sin trascendencia, se convirtió en una reunión al más alto nivel: terminaron asistiendo también, por indicación del propio Rajoy, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El encuentro, previsto para las 20:00 horas y al que Rajoy llegó veinte minutos después, contó con la presencia de nueve de los once presidentes autonómicos del PP (faltaron el de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y el de Castilla y León, Juan Vicente Herrera) y los dos alcaldes-presidentes de las Ciudades Autónomas, Ceuta y Melilla.
Mariano Rajoy quiso estar en el partido, más que para pedir orden —'No es su estilo', dicen en el PP—, para trasladar un mensaje de tranquilidad a sus inquietos barones: los problemas de financiación se irán resolviendo a lo largo de la legislatura, pero esta V Conferencia de Presidentes debe mostrar la unidad del mensaje, al menos, en lo que depende del PP, que, en definitiva, es en la mayoría (gobierna en once Comunidades Autónomas).
La prioridad número uno es concluir a una sola voz que 'el objetivo de déficit se va a cumplir' en todas las Autonomías. Para ello, el presidente instó a sus barones a que este martes firmen un documento redactado para la ocasión. En segundo lugar, Rajoy pidió a los suyos que se muestren convencidos de su papel en la batalla contra la crisis: el Estado Autonómico no es el problema, 'es la solución'.
Durante una cena frugal, el jefe del Ejecutivo trasladó, además, a sus cuadros autonómicos que todos los ojos de cuya percepción depende la credibilidad en la recuperación de nuestra economía (instituciones europeas, Fondo Monetario Internacional y mercados) estarán puestos hoy en el Senado, donde se celebra la Conferencia de Presidentes, inaugurada y presidida en 2004 por el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Por eso, Rajoy pidió o a los suyos 'perfil bajo' para el cónclave, porque, en su opinión, cualquier discrepancia, tensión entre barones o de éstos con el Ejecutivo, así como fisura en la unidad consensuada ayer, especialmente, en el ámbito de la financiación o los presupuestos, traería 'mucho perjuicio a España y no resolvería nada'. Aunque el rescate de la economía española no fue mencionado en la cena del núcleo de poder conservador, según las fuentes consultadas, la carga implícita de un asunto que está en plena ebullición, aplacó los ánimos discrepantes: también del resultado de la cumbre autonómica en la Cámara Alta depende buena parte su desenlace.
Rajoy quiere trasladar la sensación de que las riendas de la recuperación económica están bien sujetas
La idea de Rajoy es que desde el Senado, en donde se celebra la cumbre autonómica y a la que no faltará ningún presidente, se traslade hacia fuera una sensación de que las riendas de la recuperación económica están bien sujetas y las Comunidades Autónomas son parte de esa sujeción, esto es, de la citada solución. Y esa solución pasa por cumplir con el objetivo de déficit, en primer lugar.
A partir de ahí, Rajoy cree que se puede hablar de todo. Pero a su tiempo, que no es, en su opinión, este martes, con toda la expectación pública levantada en los últimos días.
El presidente del Gobierno recordó ayer a sus barones que bastante tienen con capear las posiciones de las Comunidades Autónomas que no son del PP (Asturias, Andalucía, Euskadi, Navarra, Canarias y Catalunya) en su búsqueda de la unidad, también con ellos. Los socialistas acuden al Senado con la intención de pedir más crecimiento y menos recortes, al igual que el presidente canario, Paulino Rivero, cuyas relaciones con el PP se van tensando cada vez más.
Por su parte, Artur Mas ha anunciado que no hablará en la Cámara Alta y que lo que tenga que decir, lo comunicará en Barcelona al día siguiente, miércoles. El silencio de los barones conservadores hacia el presidente de la Generalitat catalana será mutuo: acatarán la petición de prudencia de Rajoy para con Mas en este momento crucial de miradas hacia España.
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