Los indignados han acampado también el corazón de Barcelona y han irrumpido en campaña cuando están a punto de abrirse las urnas. Se diría que el vibrante panfleto Indignez-vous!, del nonagenario y antiguo combatiente de la Resistencia Stephan Hessel, ha contribuido a romper el estado de estupor colectivo que atenaza a las nuevas generaciones golpeadas por la Gran Recesión.
Jóvenes sin horizonte, abstencionistas -en especial los desencantados de la izquierda- y votantes de los partidos pequeños, salieron a la calle. Son los desafectos del sistema. El inesperado fenómeno dará mucho de sí. De entrada, es extraordinario que un texto impreso en treinta páginas de papel haya contribuido a generar una riada de mensajes y consignas a través de las redes sociales que fluyen en internet. Desde los tweets de 140 caracteres a los largos panfletos puestos en circulación por los entusiastas del género rescatado por Hessel, la eclosión de ideas ha cogido a contrapié a los partidos.
Aparte de lo insólito del eco de un libro en clave tan francesa en un país tan poco francófilo, los expertos de la nueva sociedad de la información y de la revolución digital disponen de un nuevo ejemplo para el debate: la cuestión no es si el soporte digital o en papel: el crucial es el texto. Es decir, las ideas. Un bien escaso que no sale en la franja de prime time.
En el ámbito estrictamente político, el caso es de envergadura. Cristina es el nombre de una oyente anónima que entró en directo en la tertulia matinal de RNE para decir cuatro cosas bien dichas mientras hervía el debate sobre la acampada en la Puerta del Sol. 'Nos están convirtiendo en antisistema porque nos están dejando fuera del sistema', declaró sin un decibelio de más en su intervención en directo, seguida en silencio y tensa atención por tertulianos.
En contra de lo que con frecuencia se da por supuesto, la llamada generación ni-ni (ni estudios ni trabajo) no sólo no tiene ningún interés en consumarse como tal, sino que ya parece dispuesta a impedirlo. 'Este es el tipo de jóvenes que tenemos y los que darán la sorpresa', añadió con absoluta serenidad Cristina, quien, por cierto, dijo tener 46 años. Su voz era este miércoles una de las más escuchadas en YouTube.
'Me parece lamentable escuchar como los representantes de los dos principales partidos del país se comportan como párvulos tirándose los platos a la cabeza', clamó indignada la oyente antes de concluir en el mismo tono sereno y firme: 'Solo queremos un mundo mejor'.
Así de sencillo y así de difícil, visto el horizonte. Estaba escrito desde la fase más cruda de la crisis, en 2009, que el crack financiero y económico mundial que hizo explosión en septiembre de 2008 provocaría en medio mundo cambios y movimientos sociales imprevisibles. Organismos internacionales, economistas, politólogos y otros expertos anunciaron convulsiones políticas y sociales provocadas por la combinación de los efectos devastadores de la Gran Recesión, por un lado, y el desprestigio del sistema regulador y el funcionamiento de la democracia, de la otra.
'Lo que empezó como una gran crisis financiera y se convirtió en una profunda crisis económica, ahora está derivando en una gran crisis del paro y, si no tomamos medidas, hay riesgo de que llegue a ser una grave crisis humana y social con implicaciones políticas muy importantes ', decía hace dos años Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial. El patrón del BM no es un testigo de referencia para los miles de manifestantes que participan en el movimiento Democracia real, ya!, Pero hablaba entonces con pleno conocimiento de causa.
El aviso no era sólo para los países más desfavorecidos, doblemente castigados por la crisis alimentaria y de las materias primas, sino para las naciones más desarrolladas del planeta, incluidas las de la Europa del Estado del bienestar. Es decir, los países de Eurolandia, donde la crisis de la deuda, última mutación de la crisis ha llevado al límite los desequilibrios financieros y amenaza la cohesión social al debilitar el paraguas del estado del bienestar en pleno aguacero.
Este panorama subyace en el movimiento Democracia real ya!, donde afluyan múltiples sectores sociales indispuestos por un motivo u otro con el actual estado de cosas y el papel de los dirigentes. Los principales candidatos, desde Hereu y Trias hasta Gomà y Portabella, se han apresurado a poner de manifiesto de una manera u otra su comprensión hacia los manifestantes. Pero la frase subordinada exhortaba a continuación sintomàticament a transformar la protesta en las urnas y no derivar en la antipolítica.
La ocasión pide reacciones rápidas e inteligentes. La decisión del candidato Jordi Portabella de renunciar a la plaza Catalunya como escenario de cierre de la campaña, para no interferir con los indignados, es una muestra de que el movimiento ya comienza a cotizar en el mercado del voto.
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