Ruth Towse es profesora de Economía de las Industrias Creativas en la Universidad de Rotterdam Erasmus (Holanda) y desde los últimos 10 años se ha especializado en derechos de autor y patentes.
Esta pasada semana estuvo invitada en España por Ibercrea (plataforma que agrupa a las sociedades SGAE, Cedro, AIE y Agedi) para participar en una jornada en la que se analizaba la gestión colectiva desde una perspectiva económica. Allí, Towse dijo que 'los derechos de autor son un mal necesario en un mundo imperfecto' y que éstos 'no podrían funcionar sin una gestión colectiva'.
'Si queremos que el negocio musical sea rentable hay que seguir pagando'
¿En qué consiste su trabajo y en qué consiste la 'economía de la cultura'?
Empecé fijándome en el mercado laboral de los artistas como creadores básicos. Quería saber cuánto ganaban, y si podían sobrevivir con su trabajo. Como economista, me interesa la innovación y el papel de las patentes en la innovación. Hay algunas similitudes entre la creatividad desde un punto de vista cultural y la innovación desde uno más industrial. Son conceptos parecidos.
¿Hasta qué punto los derechos de autor se han convertido en un debate económico? ¿Qué lugar ocupa en él la creación?
'El problema de la regulación de la SGAE es del Gobierno español'
La economía es relevante para todo. Cada cosa que hacemos consume recursos, en todo lo que hacemos hay que tener en cuenta los costes y los beneficios. Desde un punto de vista de economía práctica, se puede decir que todo se basa en costes y beneficios. Además, hay otras cuestiones más teóricas aplicables a la creación, como los Creative Commons y los bienes públicos. En cualquier caso, en panorama de los derechos de autor ha cambiado en los últimos años en este sentido. Durante mucho tiempo ha estado en manos únicamente de abogados. En el Reino Unido ahora se está empezando a ver que no se trata sólo de un principio legal, sino que también hay efectos económicos de los derechos de autor, y que deben ser tenidos en cuenta a la hora de sentarse a legislar. Hoy hay un interés mayor en hacer estudios económicos, sobre todo desde las industrias creativas, que los ven como una solución a la crisis posindustrial que vivimos, para ver cómo podemos competir con China, por ejemplo.
¿Y cómo ha cambiado Internet la manera en que la dimensión económica de los derechos de autor?
Los cambios tecnológicos siempre cambian la rentabilidad de las cosas. Yo vengo de una zona que antiguamente era minera, en la que había miles de mineros. Hoy en día ya no queda nada de aquello. Pero gracias a los cambios técnicos hemos pasado de las cuevas a donde estamos ahora. Efectivamente hay un cambio en el ratio entre beneficios y costes gracias a lo digital, pero los recursos se siguen utilizando. Desde alguien que tiene la idea que hay detrás de un CD, que es lo que en definitiva va a empujar a que otra persona quiera pagar por ello, a la distribución, aunque ésta hoy sea más digital que física. El negocio está cambiando, pero si queremos que siga siendo rentable, hay que continuar pagando. Porque, ¿quién está pagando hoy todos estos cambios? Sobre todo los propios autores y, en menor medida, los consumidores. Pero aunque hoy exista Internet, el tiempo de la gente sigue siendo limitado. ¿Cómo averiguar qué es lo nuevo que ha salido, qué queremos comprar? Sin márketing u opiniones formadas, no vamos a saber qué hay ahí fuera.
En España, la Comisión Nacional de la Competencia ha pedido revisar la Ley de Propiedad Intelectual para que las entidades de gestión no sean monopolios. ¿Está este modelo superado?
El modelo de la SGAE es muy parecido al de otros países europeos. En Europa, cada país tiene una organización de gestión colectiva, con sus propias leyes, lo que refuerza el monopolio de estas sociedades. Es un monopolio natural, lo que hace que funcionen de una forma más eficiente porque es una única asociación la que gestiona todos los derechos y los costes son más bajos. Por supuesto, deben hacerlo de una forma regulada. Conozco ese informe en España que critica a SGAE, pero eso realmente no es un problema de SGAE, sino del Gobierno. Es él que tiene que regular y poner un reglamento. Existen monopolios también en el agua y la electricidad, y todos están regulados. En Reino Unido, los socios pueden cuestionar la forma en que se gestionan sus derechos. Lo que es peculiar en la SGAE es que los socios son tanto editores como autores, y aunque tienen intereses comunes, muchos otros no lo son tanto.
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