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Zapatero tacha al PP de "inmoral" por dudar de la solidez de España

Promete ser 'firme, muy firme' contra los especuladores y «flexible» con las pensiones

GONZALO LÓPEZ ALBA

Tienen los mítines, más allá del contenido de los discursos, un componente de comunión mística entre el líder y sus seguidores, que se reconfortan mutuamente con palabras y aplausos. Mucho de esto tuvo el protagonizado ayer en Málaga por el presidente del Gobierno, que debió regresar a La Moncloa con las pilas recargadas a la vista de la entusiasta acogida que le brindaron los cerca de 10.000 asistentes más de 16.000, según los organizadores .

Se trataba, ante todo, de recuperar la imagen de un presidente dispuesto a 'dejarse la piel' para sacar al país de la crisis; un líder que, consciente de las cualidades que requieren los tiempos difíciles, pone a la sociedad ante un horizonte de 'sacrificio y confianza', y un gobernante que asume el papel que le corresponde de promover 'la unión de todos'.

A cuatro días para la primera reunión de la comisión que negociará 'acuerdos básicos' contra la crisis, el presidente reclamó al líder de la oposición 'que presente propuestas en vez de descalificar las nuestras'. 'No le pido que se responsabilice con el Gobierno, sino con la sociedad española. No le pido que ayude al Gobierno, le pido que ayude a este país. Se lo pido y se lo ofrezco. Tenemos que ser capaces de arrinconar las diferencias pensando en los que no tienen trabajo. Eso no tiene color político, sólo voluntad de trabajar por España', dijo, insistiendo en el llamamiento que hizo el miércoles en el Congreso.

El Gobierno trabaja en propuestas que hagan difícil al PP descolgarse del acuerdo, aunque el clima político de enfrentamiento no induce al optimismo. Zapatero tachó de 'sencillamente inmoral' que el PP contribuya a poner en entredicho la solvencia económica de España, no sólo con declaraciones sino también con iniciativas parlamentarias, como la que anunció el viernes, en cuyo texto se justifican los ataques especulativos por la situación de las cuentas públicas.

'No hay derecho, y lo digo como presidente del Gobierno, a que nadie ponga en duda la solvencia de las cuentas públicas y de España como país', afirmó con tono indignado y el recuerdo inmediato de que Mariano Rajoy volvió el sábado por estos derroteros. '¡Qué ganas de engañar a la gente y de meter miedo a los ciudadanos! El reino de España tiene una gran solvencia, es un país sólido', reiteró Zapatero. Y para apuntalar sus palabras, aportó un dato desconocido: 'Lo que hemos tenido que pagar en deuda en 2009 es el 4% del total del gasto público. En 2000, el año del milagro económico de Aznar, nos costaba el 8%, ¡y dicen que ahora es cuando España va a la bancarrota y a la quiebra!'.

A su juicio, la derecha intenta con esas manifestaciones tender 'un manto de pesimismo sobre el futuro', pero lo peor es que daña el prestigio internacional de España. A pesar de las críticas que ha recibido por ello, Zapatero volvió a cargar contra los especuladores, a los que identificó como causantes de la crisis, con rabia porque ahora pretendan descargar la responsabilidad sobre los gobiernos que tuvieron que acudir al rescate del sistema financiero. 'La causa fundamental de la crisis han sido aquellos que pusieron en circulación préstamos que no se sostenían para obtener grandes beneficios a corto plazo. La causa está en la avaricia y en la ambición desmedida, en el dejar hacer y en la falta de controles', dijo recuperando su discurso más ideológico.

En coherencia con este análisis, prometió que será 'firme, muy firme' en la lucha contra los especuladores, para cambiar la regulación de los mercados financieros y combatir los paraísos fiscales. Por el contrario, según subrayó, mantendrá una actitud 'dialogante y flexible' para llegar a acuerdos con sindicatos y empresarios 'sobre el futuro de las pensiones'.

Zapatero asumió en primera persona el compromiso de 'volver a crear empleo y, mientras tanto, proteger al que lo ha perdido'. 'Me siento responsable ante los trabajadores que han perdido su empleo', dijo entonando una especie de mea culpa.

Además, renovó su confianza en el acuerdo social, pero reiteró que no transigirá con el abaratamiento del despido. 'A pesar de que me lo piden, me lo piden y me lo piden, ¡y mira que tienen fuerza para pedir!, con este Gobierno no, conmigo no, los trabajadores no van a perder derechos con una reforma laboral. ¡Nunca, nunca, iremos hacia atrás en protección y en derechos sociales!', proclamó entre cánticos de '¡presidente, presidente!'.

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