Raquel y Alba tenían 18 años cuando fueron asesinadas. La primera acababa de ser madre, la segunda estaba a punto de dar a luz. Ambas tienen más rasgos en común. Público ha rastreado 15 sentencias dictadas por asesinato en 2008 -en todo 2007 se dictaron 17, según datos del CGPJ- y ha reconstruido la historia de las víctimas y la relación que mantuvieron con sus verdugos. Los hechos se narran a partir de los extractos de las sentencias, sólo los nombres son ficticios.
Los patrones se repiten. Las muertes se suelen producir cuando ellas deciden poner fin a la relación y ellos no aceptan la ruptura. A menudo, esta no les parece definitiva. Las mujeres siguen viendo a sus agresores e incluso conviven con ellos, a pesar de haberles denunciado por maltrato y tener órdenes de alejamiento. Relajan la vigilancia y ellos aprovechan para matarlas, como denunciaba hace un mes el delegado del Gobierno para la Violencia de Género. El ensañamiento es otra constante en todos los crímenes.
Mercedes, 49 años
'Vuestra madre ha salido a hacer unas gestiones y no ha vuelto'
Mercedes y Hugo se separaron tras 32 años de matrimonio. Él la acuchillo, descuartizó su cuerpo y fingió que ella se había marchado.
Mercedes tenía cuatro hijos, dos chicos y dos chicas –todos mayores de edad– fruto de su matrimonio con Hugo. La pareja, ambos de nacionalidad española, había estado casada durante 32 años. Su matrimonio se fue deteriorando y en 2005 se separaron. Aun así, los dos decidieron seguir viviendo bajo el mismo techo, en su casa de Valladolid, aunque en habitaciones separadas y haciendo cada uno vida independiente del otro.
El divorcio les fue concedido por sentencia en 2006, pero “Hugo no logró asumir la nueva situación y surgieron discusiones respecto al precio del domicilio conyugal, amistades de ella o actividades que Mercedes realizaba fuera de casa”, según recoge la sentencia. Pese a estar ya divorciados, tenían una relación de confianza, según el testimonio de sus hijos: 'Mercedes seguía haciéndole la comida a él, salían a pasear juntos y ella le acompañaba al médico”.
Otras relaciones
Una tarde, Mercedes quedó por primera vez con un amigo de Madrid al que había conocido por Internet. Esa noche envió un mensaje de móvil a Hugo avisándole de que llegaba tarde a casa. Después, él la llamó por teléfono y le preguntó por una de sus hijas. Mercedes no sabía nada de ella y Hugo se lo reprochó.
La pareja se había divorciado, pero seguían viviendo juntos
Tres días más tarde, el 1 de marzo de 2006, la mujer llegó a casa a las doce y media de la noche, poco antes de que apareciera Hugo, quien “la encontró en pijama y preparada para acostarse”. Discutieron sobre la charla telefónica y Hugo terminó clavando un cuchillo en el cuello a Mercedes, causándole una herida profunda que le provocó la muerte. Al día siguiente, Hugo acudió a su trabajo para conseguir un par de cuchillos y una sierra manual. Llevó el cadáver de su ex mujer al patio interior de la casa y lo descuartizó, para repartirlo en diferentes bolsas. “Metió la cabeza, los brazos y las piernas en una bolsa y el tronco en otra”.
A continuación, recogió todas las cosas de Mercedes, para fingir que ella se había marchado de forma voluntaria del domicilio, y limpió el patio y el resto de la casa a conciencia, para eliminar huellas.Ya de madrugada, Hugo cargó el cadáver descuartizado en el coche y lo tiró al río. Tras hacerlo, habló con sus hijos y les informó de que su madre había salido “a hacer unas gestiones y no había vuelto”. Junto a ellos, puso una denuncia por la desaparición de Mercedes.
El agresor fue con los hijos a poner una denuncia por desaparición
Sus hijos le pidieron a Hugo que no tocara nada de la casa, por si la Policía podía buscar pruebas para encontrar a la madre. En una visita, vieron que su padre había limpiado toda la casa. Al poco, los agentes encargados de la investigación también comenzaron a tener sospechas. Estas se fueron confirmando a medida que el río Pisuerga comenzó a devolver partes de un cuerpo desmembrado. Los análisis confirmaron que los restos pertenecían al cuerpo de Mercedes.El jurado no consideró demostrada la alevosía. El asesino fue condenado por homicidio a 15 años de cárcel.
Luisa, 37 años
'Si no eres mía, no serás para nadie'
A pesar de que él se mostraba controlador y violento, nunca hubo denuncias. El agresor tenía antecentes por maltrato a una pareja anterior.
Luisa, brasileña de 37 años, vivía en un piso de Lleida. No tenía padre y su madre y sus hermanos vivían en su país de nacimiento. Ejercía la prostitución en un local de la localidad de Vendrell (Tarragona), donde en marzo de 2005 conoció a Benjamín, un español 13 años mayor que ella.
Ambos iniciaron entonces una relación sentimental estable y dos meses después ella se trasladó al piso de él y abandonó la prostitución. Tras casi un año de convivencia en pareja, en noviembre de 2006, Luisa alquiló un piso propio y decidió volver a prostituirse. Benjamín vivía en Barcelona por motivos laborales, pero la relación continuaba, pese a que “desde el principio él dio muestras de su carácter irascible, violento y dominador hacia ella”. De forma frecuente, la amenazaba y agredía físicamente.
La sentencia judicial detalla dos episodios por violencia de género previos al crimen. En diciembre de 2006, en una discusión, Benjamín agarró a Luisa por el cuello y las muñecas, causándole lesiones. En otra ocasión, en el interior de un club y esgrimiendo una pistola le gritó a Luisa: “Si no eres mía, no serás para nadie”. Benjamín tenía además antecedentes por maltrato y amenazas en el ámbito del hogar a su pareja anterior.
Ánimo de matar
La tarde del día de Reyes de 2007, Benjamín salió de Barcelona en dirección a Lleida con una pistola oculta en su chaqueta. Llegó a casa de Luisa y ,“estando ella recostada en el sofá, con ánimo de acabar con su vida”, le disparó un tiro en la cabeza que le causó la muerte instantánea. El cuerpo de Luisa fue encontrado tumbado en la misma posición cinco días más tarde. Al día siguiente, Benjamín reconoció ser el autor del crimen.
El tribunal consideró demostrado que Benjamín era culpable de un delito de asesinato, además de maltrato familiar con el agravante de reincidencia, y de otro delito de amenazas, así como de tenencia ilícita de armas. Fue condenado a 23 años de cárcel y a indemnizar a la madre y a los hermanos de la fallecida.
Yolanda, 21 años
'La hija de puta creía que no iba a tener huevos'
Recibió golpes y 43 puñaladas de su marido Emilio, español de 38 años. No había denuncias previas. Tenían dos hijos de tres y siete años.
Tras un breve noviazgo, Yolanda se quedó embarazada de Emilio en 1998 y decidieron casarse. Desde el principio, la mujer manifestó que el matrimonio le causaba problemas. Ya en 2001, Yolanda empezó a recibir ayuda psicológica por “ansiedad, miedo, insomnio, tristeza, inseguridad, sentimiento de culpa, baja autoestima, no aceptación de su rol femenino, etc.”, según se detalla en la sentencia.
Al poco de iniciarse el maltrato, Yolanda le dijo a Emilio que quería separarse. Pero siguieron juntos y en 2003 tuvieron una segunda hija. El maltrato psicológico persistía y Yolanda seguía sin ser feliz en su matrimonio. Se veía “excesivamente controlada por su marido, personal y económicamente”, además de sentir que Emilio “tenía un comportamiento irrespetuoso con ella y se comportaba de manera severa con su hijo”.Tres años después, en enero de 2006, Yolanda volvió a plantear a su marido su deseo de separarse. Emilio no encajó la decisión y empezó a tomar medicación para afrontarlo.
El 4 de febrero de 2006, el matrimonio discutió en casa. Ya de madrugada, cuando ella dormía con su hijo en una habitación, Emilio entró al cuarto, sacó al niño y lo llevó a dormir con su hermana. Luego regresó a la habitación en la que dormía Yolanda y comenzó a golpearla en la cabeza con un objeto de bronce. Ella trató de defenderse y Emilio le asestó tres cuchilladas en el pecho y después otras 40 en el resto del cuerpo. “Todas las heridas se produjeron estando viva Yolanda”, lo que le causó una agonía de 15 minutos, según el fallo judicial.
Confesión del agresor
Tras el crimen, el hombre llamó a su hermana por teléfono y le dijo: “Ven corriendo a por mis niños, que la he matado”. Luego llamó a la Policía para confesar lo que había hecho. Una vez detenido, frente a varios agentes de la Guardia Civil, Emilio dijo: “La hija de puta creía que no iba a tener huevos”. El hombre fue condenado a 23 años de prisión por asesinato con la agravante de parentesco. Fue absuelto de los delitos de amenazas y malos tratos habituales.
Raquel, 22 años
El condenado dijo a una amiga: 'Si la encuentro, la mato'
Ante las amenazas, ella pidió ayuda en un centro social del barrio acompañada de una amiga. Raquel quería abandonar la casa y recoger sus cosas.
Raquel, de 22 años, llevaba años saliendo con Carlos, de 27. Ambos eran rumanos, solteros y no tenían hijos en común. En abril de 2005, decidió irse a vivir a Basauri (Bilbao) al piso que Carlos compartía con su padre. A finales de ese mismo año, Raquel ya había decidido que quería poner fin a su relación, pero hasta un año más tarde no le dijo a Carlos directamente que quería “abandonar la casa y recoger sus cosas”.
Entre 2005 y 2006, Raquel no denunció a Carlos, aunque acudió a un centro social de la zona acompañada por una amiga, donde le dijeron que “podía obtener ayudas para que él no pudiera localizarla”. Según se detalla en la sentencia, Cecilia, trabajadora social, asegura que “la vio asustada y que se quejó de amenazas, acoso y maltrato físico”. Raquel le contó que ella y Carlos “eran pareja desde hacía tiempo y que no podía dejarle sin decirle nada”. Según el fallo, varios testigos interrogados por la Policía aseguran que hubo amenazas de muerte y que Carlos había dicho que “se mataría si ella le dejaba”. En otra ocasión, declaró a una conocida de ambos que, “si la encontraba,
la mataba”.
“Sin posibilidad de defensa”
Raquel llegó a casa de Carlos para recoger sus cosas el 3 de julio de 2006, sobre las seis de la tarde. Antes de ir, la trabajadora social le había advertido de que no debería ir sola a casa de Carlos. Su madre se había ofrecido a acompañarla, pero Raquel rechazó esa ayuda.
Una vez en el interior de la casa, “con ánimo de acabar con la vida de Raquel y estando esta desprevenida y sin posibilidad de defensa”, Carlos le asestó 16 puñaladas. Raquel murió desangrada antes de que la Ertzaintza llegase al domicilio de su asesino. El agresor fue absuelto del delito de violencia doméstica habitual por el que estaba acusado. El jurado le condenó finalmente a 17 años y seis meses de prisión por asesinato. Además, le prohibió acercarse a menos de 100 metros de la madre de Raquel durante 20 años.
Teresa, 30 años
'He pegado unos puñetazos a Teresa y la he echado de casa'
La víctima y su agresor vivían juntos en Gijón. Ella le denunció varias veces, aunque nunca llegó a solicitar una orden de alejamiento.
Teresa mantuvo una relación sentimental con Rubén durante varios años. En 2003 vivieron juntos en un piso de alquiler en Gijón. Ambos eran politoxicómanos. La relación funcionó siempre de manera inestable, con discusiones frecuentes en las que decidían romper la relación, aunque siempre volvían a juntarse poco tiempo después. Durante todo ese tiempo, Rubén agredió varias veces a Teresa “diciéndole que, si le denunciaba, la iba a matar”.
En el centro de protección, según recoge la sentencia, le dijeron que no era posible acogerla
Tras varios años registrando episodios de maltrato, que con frecuencia terminaban con Teresa ingresada en el hospital, en octubre de 2002 se decidió por fin a denunciar a su pareja en comisaría. Meses después, Rubén volvía a agredir a Teresa, lo que la llevó a presentar, acompañada de su tía, una nueva denuncia. Teresa manifestó entonces “su temor a que le causase algún daño por denunciarle y solicitó su ingreso en una casa de acogida para mujeres maltratadas”.
En el centro de protección, según recoge la sentencia, le dijeron que no era posible acogerla, “por su condición de toxicómana”. A pesar de haber presentado la denuncia, Teresa nunca solicitó la orden de alejamiento de su agresor. Es más, tan sólo un mes más tarde de acudir a la Policía, reanudó la convivencia con Rubén.
Múltiples golpes
La madrugada del 20 al 21 de mayo de 2003, Teresa y Rubén estaban juntos en la habitación que compartían cuando él se abalanzó sobre ella y la golpeó reiteradamente en todo el cuerpo, hasta que la mató. Teresa murió víctima de un politraumatismo.
Esa misma noche, en torno a las cuatro de la mañana, “con intención de deshacerse del cuerpo de su novia”, Rubén llamó a su primo y a un amigo para que consiguiesen un coche. Metieron el cuerpo semidesnudo de Teresa en el maletero y condujeron hasta una zona alejada, en el barrio de Salcedo, en Cenero.
Rubén llevó el cuerpo de su novia hasta un lugar situado a diez metros del camino y le prendió fuego entre unos matorrales. El hombre llamó a su hermano para que se fuera a vivir con él. Le explicó que había pegado unos puñetazos a Teresa, la había echado de casa y que no sabía de ella desde hacía dos días. Su cadáver fue encontrado por una mujer diez días más tarde en avanzado estado de descomposición. Fue condenado a 15 años de cárcel por homicidio.
Pulseras de seguridad antimaltrato. REYES SEDANO
Lola, 39 años
La apuñaló para rematarla mientras llegaba la ambulancia
Lola se casó con Juan para que él pudiera venir a España. Ambos eran dominicanos. Los propios hijos del agresor le retuvieron y avisaron a la Policía.
Lola vivía en el barrio madrileño de Usera y tenía tres hijos. Dos de ellos –de 18 y 20 años–, hijos de su marido, Juan; la tercera, de 21 años, fruto de una relación anterior. Lola y Juan, ambos dominicanos, habían sido pareja sentimental durante los últimos 20 años. Hacía cuatro que se habían casado para que él pudiera llegar a España, donde su mujer residía y trabajaba desde hacía tiempo.
El 8 de junio de 2006, sobre las nueve de la noche, tras una discusión en el domicilio familiar, Juan agredió a Lola, provocándole varios cortes en la cabeza con una cuchilla de afeitar.
Sin signos de embriaguez
Minutos más tarde, mientras Lola esperaba con una toalla en la cara la llegada de la ambulancia para ser asistida de sus heridas, Juan se abalanzó sobre ella “aprovechando que estaba de espaldas, totalmente desprevenida y sin posibilidad de defensa, con ánimo de acabar con su vida”, según la sentencia. La apuñaló dos veces y la mató. Sus propios hijos le retuvieron y avisaron a la Policía.
En el juicio, el acusado dijo que había bebido mucho, aunque las pruebas periciales no demostraron que cuando se cometió el crimen estuviera en estado de embriaguez. A pesar de que los hijos no comparecieron en el proceso, se leyeron sus declaraciones. Uno de ellos aseguró que a su padre no le gustaba que su madre trabajara. Fue condenado a 15 años de prisión por asesinato.
María, 43 años
Se coló en casa de ella con un machete y le dio 11 puñaladas
Tras una discusión, denunció a su marido y solicitó una orden de protección. A pesar de ello, el agresor solía merodear por la casa de su víctima.
María tenía dos hijos, de 19 y 16 años, con los que vivía en la localidad sevillana de Almensilla. Ella y Aurelio aún estaban casados, aunque residían en domicilios diferentes. En mayo de 2006, tras una discusión, María denunció a Aurelio “por agresiones y vejaciones” y solicitó una orden de alejamiento que le impedía acercarse o comunicarse con la mujer.
Pese a esta medida, Aurelio “la llamaba por teléfono en infinidad de ocasiones y pasaba a menudo por delante de su casa”, según describe el fallo.
En la madrugada del 26 de noviembre de 2006, Aurelio llamó por teléfono a sus hijos. Tras comprobar que ninguno se encontraba en casa, telefoneó a su esposa. El teléfono de ella comunicaba, así que el asesino cogió un machete y se dirigió a casa de María, al antiguo domicilio familiar.
Por la espalda
“A sabiendas de que la casa de su esposa siempre tenía las llaves por fuera, penetró en la vivienda, armado con el machete, y con ánimo de agredirla [a su ex pareja] se dirigió a su dormitorio”, dice la sentencia. María estaba en la cama hablando por teléfono y, sin mediar palabra, Aurelio le asestó 11 puñaladas, algunas de ellas por la espalda. Fue declarado culpable de asesinato, con el agravante de embriaguez, así como de un delito de quebrantamiento de medida cautelar. Fue condenado a 17 años de prisión.
Lucía, 22 años
'La hija de puta de tu amiga Lucía me ha dejado'
El asesino le dijo a la madre de la víctima que 'del lugar a donde la iba a mandar no se sale'. Pocos días después le asestó 16 puñaladas y la mató.
Cuando Lucía tenía 19 años conoció a Jesús, 23 años mayor que ella, y se fue a vivir con él. Un año más tarde nació M., el hijo de la pareja. La relación duró tres años, hasta que en 2006 ella decidió romperla porque había conocido a otro hombre. Pero “Jesús nunca aceptó que Lucía no quisiera volver con él”, según recoge la sentencia.
Un mes y medio antes de ser asesinada, Lucía abandonó el domicilio y la pareja acordó hacerse cargo del hijo a medias. Días antes de matarla, Jesús le dijo a la madre de la víctima que “del lugar a donde la iba a mandar no se sale” y a una compañera: “La hija de puta de tu amiga me ha dejado”, según el fallo. Siempre que M. pasaba el día con su padre, Lucía lo recogía en un bar de la zona. El 13 de julio de 2006 Jesús no llevó a su hijo, de 2 años, al bar donde siempre se encontraban, sino que se quedó en su casa “esperando a Lucía para matarla cuando ella fuese allí a buscar al pequeño”.
Cuando la madre llegó, Jesús, “aprovechando que ella no esperaba ser atacada y que no podía escapar”, le asestó dos puñaladas. Una vez abatida, Jesús le propinó otras 14 puñaladas, hasta matarla.A continuación, el hombre se acercó a su hijo “también con ánimo de matarle” y le asestó seis puñaladas. El pequeño fue hospitalizado y finalmente acabó recuperándose de las graves heridas. El hombre fue condenado a 17 años de cárcel por un delito de asesinato. No obstante, fue absuelto del delito de “violencia doméstica”.
Leonor, 37 años
La acuchilló para causarle dolor antes del corte mortal
Compartieron piso durante un año sin que se conocieran episodios de malos tratos. Cuando la mató alegó un trastorno mental transitorio.
Leonor, española de 36 años, tenía una hija de 17 fruto de una relación anterior. Vivía en la localidad extremeña de Casar de Cáceres. Ella y José Ramón eran novios y habían compartido piso durante un año. La convivencia se interrumpió cuando él se marchó de viaje a Marruecos, su país de origen, durante tres semanas. A la vuelta, la relación continuó, pero ya no vivían juntos, porque no podían hacer frente al elevado alquiler. Ella se fue a vivir con su madre, mientras que él optó por alquilar una pequeña habitación por su cuenta en Cáceres.
La defensa del condenado trató en el juicio de demostrar un trastorno mental transitorio
El 20 de mayo de 2006, sobre las cinco de la tarde, José Ramón fue a buscar a Leonor a sus domicilio y después se marcharon juntos a casa de él. En la vivienda, Ramón sacó una navaja que llevaba escondida en el bolsillo, agarró a Leonor por la cabeza y la atacó “estando ella de espaldas”. Antes del corte mortal, “con el fin de causarle un dolor innecesario”, José Ramón se ensañó hiriendo a Leonor y produciéndole hasta 18 cortes y heridas en los brazos, el cuello y la cabeza.
La defensa del condenado trató en el juicio de demostrar un trastorno mental transitorio. El jurado no lo consideró probado y fue condenado a 22 años de cárcel por un delito de asesinato.
Sara, 18 años
'Ábreme, apuñalé a mi mujer; he venido en taxi'
El agresor había sido condenado a tres meses de cárcel por maltrato. Cuando mató a su novia pesaba sobre él una orden de alejamiento.
Sara era ecuatoriana y madre de un bebé de 19 meses. Vivía en Madrid y llevaba dos años saliendo con Andrés, pero no compartían piso y la relación estaba rota. Había denunciado a su agresor por maltrato y sobre él pesaba una condena de tres meses de cárcel. A pesar del alejamiento, Andrés “seguía viéndose con ella y frecuentando su domicilio”.
La mañana del 22 de julio de 2006, Andrés fue a buscar a Sara y salieron a pasear en compañía de la familia de ella. Cuando sus hermanos “se adelantaron y entraron en una tienda” se inició una discusión entre ambos. Andrés sacó un cuchillo que llevaba en el pantalón, perdió el control y “como un acto reflejo” se lo clavó tres veces a la víctima. Después, fue a casa de un amigo y le dijo por el telefonillo: “Ábreme, apuñalé a mi mujer, he venido en taxi”, según dice la sentencia. Andrés fue condenado a 13 años de cárcel.
Ángela, 30 años
'No recuerdo si esa noche la dejé viva o muerta'
Ángela y Félix fueron pareja varios meses. Después de romper se veían de vez en cuando. La mató un día que quedaron para tomar sidras.
Ángela vivía con su madre y su hermano en Avilés (Asturias). Ella se ocupaba de los niños en la guardería del Centro de Empleo Europeo en el que trabajaba. Ella y Félix habían sido novios durante algunos meses y llegaron a compartir piso. Ángela rompió la relación, pero seguían quedando juntos de vez en cuando.
El 14 de junio de 2007, Ángela y Félix quedaron para tomar unas sidras. Sobre las diez y media de la noche se alejaron de la ciudad y acabaron en un lugar con poca iluminación, donde Félix atacó a Ángela. “Anulando su posibilidad de defensa”, Félix la golpeó varias veces en la cabeza con un objeto hasta matarla, según el fallo. Sin cerciorarse de si estaba “viva o muerta”–dijo en el juicio– y dejándola por tanto en “estado de sufrimiento”, Félix abandonó el cuerpo entre la maleza y se marchó. Su cadáver fue encontrado con el rostro
desfigurado. Fue condenado a 23 años de prisión.
Nieves, 41 años
'El asesino asfixió a Nieves hasta la muerte'
La familia aseguraba que la relación seguía siendo estable. Una madrugada discutieron y él le cortó el cuello, la golpeó y la asfixió hasta que la mató.
Nieves era madre de dos hijos mayores de edad. No estaba casada con Alfredo, pero mantenían una “relación similar al matrimonio” en Carrejo (Cantabria). Pocos días antes de su muerte, Nieves se había ido a vivir con unos familiares a Torrelavega, pero los testigos declararon que entre ellos aún había una “relación estable y duradera y aseguraron que no había constancia de ruptura en el momento de los hechos”.
En la madrugada del 6 de mayo de 2007, en la casa de Alfredo, que había sido también la de Nieves, ambos mantuvieron una discusión. Alfredo agredió a Nieves cortándole con un cuchillo en el cuello y golpeándola en la cara hasta desfigurar su rostro. Después, “queriendo acabar con la vida de Nieves, la asfixió hasta provocarle la muerte”, según recoge la sentencia. El tribunal le condenó a 13 años de cárcel por un delito de homicidio.
Mar, 27 años
El condenado se vanaglorió de haberla matado
Mar era amiga de la novia del asesino. Este la empujó por el balcón cuando trataba de defender a su amiga, que intentaba dejar al agresor.
Mar estaba embarazada de cuatro meses. Vivía con su amiga Irene en un piso de Madrid. Las dos eran búlgaras. Abelardo, también búlgaro, era el novio de Irene y había compartido el piso con ambas hasta hacía pocos días, cuando Irene decidió romper la relación.
El 20 de mayo de 2006, sobre las tres de la tarde, Abelardo entró en el piso y comenzó a hablar acaloradamente con Mar, quien trataba de que dejara en paz a su amiga. Mar decidió llamar a su novio y Abelardo creyó que telefoneaba a la Policía. Sacó un cuchillo que llevaba escondido y la apuñaló varias veces.
Él cogió a Irene del brazo y salió de la casa. Mar aprovechó para asomarse a la ventana y pedir ayuda. Cuando Abelardo la escuchó gritar, volvió a la casa y la empujó desde el balcón , “estando ella de espaldas”, y su cuerpo cayó al vacío. Según declaró en el juicio un agente de la Policía, él se vanaglorió del crimen y admitió saber que ella estaba embarazada. Se le condenó por un delito de aborto y otro de asesinato a 22 años de cárcel.
Paula, 21 años
'Cogí un cuchillo del fregadero y ya no recuerdo más'
Recibió golpes y 43 puñaladas de su marido Emilio, español de 38 años. No había denuncias previas. Tenían dos hijos de tres y siete años.
Paula estudiaba en la Universidad de la Laguna de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias). Vivía en un piso cerca del campus que compartía con otros dos estudiantes canarios. A los 18 años, empezó a salir con Ismael, 13 años mayor que ella, pero a finales de octubre de 2006, casi tres años después, la joven quiso poner fin a esa relación.
'Ismael no aceptó su decisión de acabar con la relación'
Cuando tomó esa decisión, Paula trasladó todos sus efectos personales desde la casa donde ambos habían convivido, domicilio también de los padres de Ismael, hasta su nuevo hogar. Se trataba de un piso cerca de la universidad, que compartía con otros estudiantes.
“Ismael no aceptó su decisión de acabar con la relación y desde la ruptura intentó de forma persistente reanudar la convivencia, algo a lo que Paula se negó en todo momento”, recoge la sentencia.
Sabía que estaba sola
El 25 de diciembre de 2006, Ismael llegó a casa de su ex novia sobre las diez de la noche. Paula estaba sola, sus dos compañeros de piso habían ido a pasar las Navidades con sus familias. “A sabiendas de que Paula se encontraba sola, ya que ella previamente le había llamado por teléfono”, Ismael entró en la casa –ella le abrió o tenía la llave– y “por la
espalda, sin ofrecer a la víctima posibilidad alguna de defensa” atacó a Paula.
“Guiado por el ánimo de acabar con su vida”, asestó múltiples cuchilladas a la mujer que le provocaron la muerte. En el juicio, la defensa trató de demostrar que el condenado sufrió un trastorno mental transitorio. “La discusión se tornó violenta, cogí un cuchillo del fregadero y ya no recuerdo más”, explicó el condenado.
“Con la intención de buscar la impunidad de su acción”, trató de esconder las pruebas que le pudieran implicar: se cambió de ropa y de calzado, luego cogió el teléfono de Paula y el cuchillo que usó para matarla. Lo introdujo todo en una bolsa y lo tiró a un contenedor alejado de la casa de la joven. Tres días después del crimen, Ismael confesó el asesinato de su ex novia. El hombre fue declarado culpable de un delito de asesinato y condenado a 18 años de cárcel.
Alba, 18 años
'Le apreté fuerte el cuello y comenzó a sangrar por la boca'
La víctima vivía con su madre y el agresor, su padrastro, del que estaba embarazada de siete meses. La asfixió y tiró su cuerpo a una alcantarilla.
Alba había cumplido 18 años el día antes de ser asesinada. Estaba embarazada de siete meses del agresor, su padrastro, Domingo, 15 años mayor. Alba vivía con
su madre y su asesino en Perales del Río (Madrid).
Muertos tanto la joven como el feto, Domingo arrojó su cadáver a una alcantarilla
Si bien el procesado negó cualquier relación con la víctima, en una segunda declaración admitió “haber mantenido relaciones sexuales con ella durante un año”, según se recoge en la sentencia. El 14 de marzo de 2006, Domingo fue a buscar a la joven al trabajo y tuvieron una discusión. Tras la riña, “consciente del embarazo de Alba y con intención de causar la muerte del feto”, le clavó un objeto punzante en la zona púbica.
“No sé lo que pasó, le apreté el cuello y empezó a sangrar por la boca”, dijo, según la sentencia. Después golpeó a Alba varias veces con un objeto en la cabeza, hasta que la dejó inconsciente, y le introdujo un pañuelo en la boca para asfixiarla. Muertos tanto la joven como el feto, Domingo arrojó su cadáver a una alcantarilla. El cuerpo apareció en una depuradora.El hombre fue condenado a 18 años de cárcel por un delito de asesinato y aborto.
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