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"Necesito disciplina para reír"

Ang Lee. Director de cine. Presentó 'Destino Woodstock', una comedia sin ciismo que aborda el mítico festival de 1969, convertido en referencia musical para toda una generación

SARA BRITO

Ang Lee (Taiwán, 1954) era un chaval de 14 años 'de lo más normalito' cuando en agosto de 1969 medio millón de personas pasaron tres días de sexo, música y rock and roll en una granja de Bethel, en el estado de Nueva York. Lee vivía en Taiwán donde, según cuenta, la Policía te arrastraba al barbero si se te ocurría dejarte las greñas. Tampoco es que fuera un melómano y eso de que Jimmy Hendrix, Grateful Dead, Joan Baez o Janis Joplin se subieran a un mismo escenario no le supuso mayor emoción. Lo suyo nunca ha sido la psicodelia, aunque en Destino Woodstock, la película que presentó ayer en la Sección Zabaltegui del Festival de San Sebastián, y que se estrenará en España el próximo viernes, haya filmado un viaje de LSD colosal. Por tanto, no deja de ser sorprendente que, 40 años después del mítico festival, el director de Tigre y dragón (2001) y Brokeback Mountain (2005) se decida por abordar, a través de una comedia sin cinismo, el mítico macroconcierto. Lee, por supuesto, lo hace a su manera: dejando los conciertos de fondo, para poner el foco en Eliott Tiber, su familia y una hilera de personajes secundarios extravagantes.

¿Qué le llevó a interesarse por Woodstock?

En octubre de 2007 estaba en San Francisco promocionando Deseo, peligro en un programa de televisión, cuando conocí a Eliott Tiber que estaba también allí para presentar un libro en el que contaba cuál fue su participación en la organización de Woodstock. No fue sólo un concierto, sino un acontecimiento mítico, que me hubiera sido imposible abordar de otra manera. Todo lo que podía hacer con Wood-stock era acercarme a través de la dramatización, y ver cómo afectó desde un punto de vista muy reducido, desde un ángulo muy particular. Leí el libro y allí encontré esa pequeña escala humana.

Esta es su película más ligera, ¿por qué ha querido hacer una comedia?

'Investigué a fondo el LSD, pero al final no me atreví a probarlo'

Quise hacer una película que me sacara, si no de las otras seis tragedias que había hecho en los últimos 13 años, sí al menos de Deseo, peligro, de la que acabé exhausto. Y no es sólo que quisiera hacerme el hippie, relajarme y perder el control, sino que es parte de una curva de aprendizaje. Siempre me he sentido como ese personaje en Noche de reyes de William Shakespeare, Malvolio, que no podía reír, que realmente hace esfuerzos para reír. En esta película me sentí realmente como si estuviera creando Woodstock, una utopía. En mi caso, confieso que estar de buen humor sin cinismo es muy difícil.

¿Ha empezado a reír más a menudo entonces?

Sí, sí, aunque no creas que ha sido llegar a un estado zen o un cambio de chip inmediato. No es fácil, de hecho me hace falta disciplina para reír más. Ser ligero es el mayor esfuerzo para mí. Aprendí a tener más respeto por la ligereza y a apreciar la inocencia, aunque tengo un sentimiento melancólico sobre la inocencia.

¿Cómo relaciona esta película con La tormenta de hielo?

Cuando hice La tormenta de hielo tenía todo el tiempo en mente que estaba contando la resaca de Woodstock. En Destino Woodstock, la situación política está más al fondo. Los años sesenta empezaron con las movilizaciones por los derechos civiles, y cuando todo eso se frustró se transformó en los hippies. Creo que cualquier película, por más ligera que sea, no puede obviar el aspecto político.

Quizás en este filme está más soterrado el reverso oscuro que usted suele reflejar en su cine.

Sí, pero está en el aspecto de negocio de Woodstock y también se siente cuando la fiesta ha terminado. Por ejemplo decidimos referirnos a Altamont [concierto celebrado cuatro meses después, en diciembre de 1969, que acabó en desastre y que marcó el fin de la era hippie]. Hay dos cosas que no puedo evitar retratar cuando hago una película: el reverso oscuro y el aspecto melancólico. La ilusión y la desilusión, esa es la vida.

La secuencia del viaje de LSD está muy conseguida, ¿tomó ácidos?

'Lo que para los hippies era liberador, para mí era represivo'

Hice una investigación a fondo sobre el LSD, pero al final no me atreví a probarlo. Estuve tentado de hacerlo, pero alguna vez fumé un porro y me quedé dormido. No saqué demasiado de aquello, la verdad. Además, mis hijos me decían continuamente: 'Papá tienes que probarlo'. ¡Por eso precisamente no lo hice! Ahora bien, cinematográficamente, visualizar esas sensaciones era un reto. En la época en que el LSD estaba de moda, las películas estaban muy limitadas visualmente y además las que trataban estos temas solían ser filmes baratos. Creo que la película culmina en el momento del viaje. Y realmente creo que así fue como la gente vivió Woodstock.

Una vez más, usted mira a la sociedad americana y a uno de sus acontecimientos clave, ¿qué aporta esa mirada extranjera?

¿Sabes? Hay algo que me resultó gracioso. Para conformar el espíritu Woodstock, que iba contra un sistema considerado imperialista y buscaba un nuevo estilo de vida, los jóvenes miraron al Este, de donde soy yo. Lo que para ellos era liberador, para mí era represivo y normal: el maoísmo, el confucionismo Yo, sin embargo, vine a liberarme a Occidente. Así que, como puedes imaginar, me encontré bastante en casa cuando hice Destino Woodstock.

¿Algo que decir sobre la era del presidente de EEUU Barack Obama y su relación con la ilusión de la era Woodstock?

Lo único que espero ahora es que, esta vez, la desilusión no llegue.

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