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Uribe consigue en Colombia lo que echó a Zelaya de Honduras

El Senado acepta comenzar los trámites para una reforma constitucional que consienta la reelección del presidente colombiano

PÚBLICO.ES

El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ha logrado a la primera lo que tanto Evo Morales, Hugo Chávez y el depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, intentaron en su momento sin tanto éxito, sobre todo el último.

El Senado colombiano aprobó este jueves la convocatoria de un referéndum en el que se vote si Uribe puede volver a ser elegido o no para un tercer mandato.

El proceso no está terminado. La Cámara de Representantes debería aprobarlo primero para convertir esta propuesta en ley y después los colombianos deberán decidir en las urnas si se modifica o no la Constitución.

Uribe no ha encontrado ni mucho menos la oposición que tuvo Zelaya. El Partido Liberal y el Polo Democrático de izquierdas se retiraron de la sala en señal de protesta por lo que se llama reelección pero que tal y como se calificó en el caso de los otros presidentes no es más que un intento de perpetuarse en el poder. 

El caso es distinto al de Honduras por varios motivos. La campaña contra el hondureño venía de lejos. La oligarquía del país no vio con buenos ojos el flirteo de Zelaya, de familia adinerada, con Venezuela, Ecuador y Bolivia. Honduras fue recibido con los brazos abiertos en la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) y se empezó a beneficiar de lo que ello suponía. Un buen ejemplo es que podría rebir petróleo de Venezuela con unas condiciones perfectas: pago a 25 años vista y un interés del 1%.

Zelaya intentó después preguntar al pueblo sobre la posibilidad de optar a una reelección y presentó en el Parlamento la propuesta de la denominada cuarta urna. La iniciativa pretendía que en las próximas elecciones los hondureños decidieran modificar la Constitución con este propósito. Y esto colmó el vaso de la paciencia de la derecha. El 25 de marzo, el Ministerio Público le dijo a Zelaya que se olvidara de la consulta. Poco después, en mayo, el golpista Micheletti, ex presidente del Parlamento y presidente de facto predicó a los cuatro vientos mientras Zelaya estaba reunido con el ALBA que estaba recibiendo amenazas de muerte del Gobierno.

Los acontecimientos se desarrollaron según lo previsto y el 29 de junio los militares tomaban el mando del país, Micheletti se autoerigía presidente y deportaban a Zelaya.

EEUU reaccionó en un principio como toda la comunidad internacional. Criticó el golpe e instó a Micheletti a que dejara volver a Zelaya. Pero misteriosamente y tras varias reuniones con la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, la Casa Blanca suavizó el tono. Obama ahora quiere que vuelva Zelaya pero que convoque elecciones. Su permanencia puede que signifique demasiados gobiernos de izquierdas en América Latina.

Entre tanto, Uribe, que no se había pronunciado, se reunió en secreto con enviados de Micheletti en Bogotá y poco después aceptó la instalación de siete bases militares estadounidenses que reportarían, según él, gran beneficio a Colombia. Los países de América Latina asistieron consternados a la táctica estadounidense y no han terminado de comprender ni por Uribe ni por Clinton lo que significa este desembarco en Colombia.

Con los aliados bien dispuestos, Uribe consigue el apoyo del Senado para la reforma Constitucional y ahora tocará hablar a los ciudadanos. Según la oposición, 'se lacera la Constitución' y se niegan a 'participar en su masacre'.

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