En IU se ha asentado una contraseña, compartida por todas las familias: Rosa Aguilar, la ex alcaldesa de Córdoba, no es pasado. Es prehistoria. Por eso todas las preguntas lanzadas a sus dirigentes rebotan. Se acabaron los comentarios. Ayer el destinatario fue Willy Meyer, número uno para las europeas de junio, en un desayuno informativo. Primero, el candidato deslizó la respuesta de manual: “No he tenido tiempo de despedirme de ella. Le deseo lo mejor, pero ha escogido el peor método para irse, ética y estéticamente”.

Luego rebajó el episodio de la deserción de Aguilar casi a la categoría de chascarrillo, al referirse a las disculpas que la nueva consejera andaluza de Obras Públicas quiere pedir a Felipe González por culparle de los GAL: “Tendrá que pedir más disculpas, como por haber asaltado el Palacio de Invierno [en la Revolución de Octubre de 1917], por la desaparición de Andreu Nin [el fundador del partido trotskista POUM en la II República] o por el asesinato de Trotsky. Todo va en un paquete, y espero que lo haga rápido”. El tono mordaz de Meyer no podía ocultar el resquemor por la actitud de Aguilar que, paradójicamente, ha reforzado la unidad interna en IU.

Pero la intervención del candidato se centró en eso, en su candidatura para Europa. En la necesaria remoción del modelo productivo, la apuesta por una UE de los derechos, la apertura de un proceso constituyente. En todo aquello que IU ve medular y que apartan PP y PSOE, autores de un “programa encubierto y furtivo común”.

Meyer llamó a los ciudadanos, y en especial a los cuatro millones de parados, a que castiguen en las urnas el “modelo antisocial” promovido por conservadores y socialdemócratas, ambos “responsables” de la crisis y de haber impulsado una “política económica basura”. IU pretende escapar del “debate virtual” de PSOE y PP, que sirve, dijo Meyer, para “invitar a los ciudadanos a no votar”.