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El vice que quería ser 'ex' y la ministra melómana

Solbes arrastra sus desavenencias con La Moncloa desde la pasada Legislatura

PEDRO GONZÁLEZ

Lo ha logrado. Es -casi- ex, como Mariano Bermejo. Ya en diciembre del año pasado, Pedro Solbes (Pinoso, Alicante, 1942) agitó el patio político al expresar su opinión de que 'a ciertas edades, hay que ir pensando qué otras cosas hacer en la vida'. Hasta ahora, él ha pasado toda su vida profesional como funcionario público. Entró en la Administración en 1968 como técnico comercial del Estado y se marcha ahora, superando en año y medio la edad de jubilación, como vicepresidente económico.

En medio, secretario de Estado para la UE, ministro de Agricultura, comisario europeo y ministro de Economía y Hacienda. Ha estado al frente de la política económica con dos presidentes de Gobierno distintos, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, y entre ambas etapas suma ocho años en el cargo, tantos como Carlos Solchaga o Rodrigo Rato.

Ha ejercido de verso suelto en el Ejecutivo de Zapatero (la frase que más le gusta repetir es que 'todo Gobierno es un gobierno de coalición entre el ministro de Hacienda y el resto de los ministros'), y en muchas ocasiones han sido más noticia sus desavenencias que sus actuaciones.

Realmente complicadas han sido sus relaciones con La Moncloa: ya en la legislatura pasada, tuvo sus más y sus menos con Miguel Sebastián, entonces jefe de la Oficina Económica de Zapatero. En la presente, le ha tocado gestionar y apechugar con muchas medidas anticrisis que llegaban directamente de la cocina de Presidencia, como la deducción de 400 euros en el IRPF.

A pesar de ello, aceptó mantenerse tras las elecciones de 2008. Era uno de los miembros del Ejecutivo más valorado, después de una etapa de fuerte crecimiento económico y, sobre todo, de control de las cuentas públicas. Decía entonces que igual que estuvo en los buenos momentos, tenía fuerzas para hacer frente a los tiempos duros que se avecinaban. Pero la crisis económica ha quemado muy rápidamente su figura.

Le sustituye una de las personas menos conocidas del Gobierno en la calle, a pesar de haber ejercido diversos cargos políticos. Elena Salgado (Orense, 1949) es otra de las veteranas de la etapa felipista con Ministerio con Zapatero.

Aseguran que Solbes y Salgado mantenían buena sintonía e, incluso, afirman que el ex vicepresidente la recomendaba como sustituta. Pero sus relaciones más fuertes son otros pesos pesados del partido y del Gobierno, José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba, de quienes se dice que son sus valedores.

Elena Salgado es ingeniero industrial y licenciada en Económicas. Ejerció diversos cargos en los gobiernos de Felipe González. Allí fue persona de confianza de José Borrel, que, cuando era secretario de Estado de Hacienda, la tuvo de directora general responsable de los Costes de Personal y Pensiones.

Cuando Borrell se fue a Fomento, la llevó de secretaria general de Telecomunicaciones. Tras la derrota socialista, estuvo dirigiendo una temporada el Teatro Real (cuentan que es una amante de la ópera), pero abandonó el cargo por sus fuertes desavenencias con Esperanza Aguirre, ministra de Cultura entonces. Luego estuvo en la empresa privada, hasta que Zapatero la nombró ministra de Sanidad.

En un ministerio prácticamente sin competencias, Salgado tuvo la habilidad de encontrar un asunto suficientemente relevante con lo que dotar a su departamento de contenido: la ley antitabaco. Tuvo otro acierto. En aquella época, solía organizar regularmente cenas en su residencia del Ministerio, por las que pasaban casi todos los miembros del Ejecutivo, pero eran casi fijos dos, Blanco y Rubalcaba.

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