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Un general dice que la fecha del funeral del Yak la decidió Aznar

Alejandre asegura que nunca planteó retrasar el sepelio porque había víctimas sin identificar

ÁNGELES VÁZQUEZ

El jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra cuando se produjo el accidente del Yak-42, Luis Alejandre, ha asegurado ante el tribunal que la decisión de celebrar el funeral de Estado por los 62 militares fallecidos en el siniestro a las 18 horas del 28 de mayo de 2003 'no depende del consejo de dirección' del Ministerio de Defensa, sino 'de Presidencia de Gobierno y Casa Real'.

Alejandre, llamado como testigo a petición de la defensa del principal acusado, el general Vicente Carlos Navarro, negó con insistencia que en la reunión celebrada un día después del accidente aéreo, el 27 de mayo por la tarde, se hablase de la identificación de los cadáveres. Aseguró que sólo se organizó el funeral.

Dijo que dio 'por sentado' que todos los cuerpos estaban identificados. 'Yo entiendo que el equipo que viene de Turquía conoce el proceso de identificación y con los contactos telefónicos pueden asegurar que a esa hora será el funeral', declaró Alejandre.

El equipo que viene de Turquía lo encabezaba el propio ministro de Defensa, Federico Trillo, según el testigo, que en otro momento del interrogatorio señaló que de los contactos con la delegación española que trabajaba en la identificación de cuerpos se encargaba el propio ministro y su jefe de Gabinete, el general de Brigada Manuel Ramón Bretón.

Al que sí desmintió el que era jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra fue al teniente general Félix Sanz Roldán, que en el juicio declaró que Alejandre le dijo en junio de 2004 que en la reunión en la que se organizó el funeral él había propuesto retrasar el funeral de Estado de los cuerpos aún no identificados.

Alejandre explicó que habló con Sanz Roldán de su relevo en el cargo. A continuación aseguró que 'es fácil decir cosas después' y que 'con lógica, un año después', pudo decir que se podía haber celebrado el funeral y luego haber identificado los cuerpos, pero que no lo dijo en el consejo de dirección de Defensa de mayo de 2003.

El general explicó que propuso al ministro enviar agentes de la Unidad de Catástrofes de la Guardia Civil para identificar los cuerpos, pero Trillo rechazó esta posibilidad, porque ya estaba allí 'un equipo con mucho rodaje, que se había ocupado del atentado contra los agentes del CNI en Irak'. El problema es que este ataque no se produjo hasta el mes de noviembre siguiente.

Al terminar la prueba testifical, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, escuchó la opinión de las partes sobre los últimos testimonios solicitados por el fiscal: el del número 3 de Defensa con Trillo, Javier Jiménez Ugarte, y los de los forenses turcos y el fiscal que participaron en la identificación de cuerpos.

La defensa del general Navarro se opuso a toda la nueva testifical propuesta, y el tribunal decidió no admitirla. 'No hay elementos nuevos y relevantes' que justifiquen la prueba, explicó Gómez Bermúdez.

Para que puedan declarar los forenses de Trabzon que estaban ya citados, la Sección Primera de lo Penal decidió suspender la vista oral hasta el próximo 15 de abril, día en el que interrogará en persona o por videoconferencia a los doctores que turcos que hicieron las autopsias.

Comenzaba la sexta sesión del juicio y el primer testigo del día era llamado al estrado para prestar declaración. Según entraba en la sala el general Luis Alejandre, una mujer que perdió a un hermano en el accidente del Yak-42 se puso en pie y gritó: “¡Los 62, (en referencia a las víctimas), en formación; entra el general!”.

El presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, conminó al público: “Les voy a pedir que guarden la compostura, como han hecho todos los días. Comprendo la presión a la que están sometidos; pero si vuelve a repetirse, los expulso de la Sala”. No fue la única vez que el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional tuvo que intervenir ayer en este sentido.

A medida que el que fue jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra cuando se estrelló el Yak-42 declaraba, cada vez que negaba saber algo de que hubiera dudas con las identificaciones o cuando decía que la puerta de su despacho siempre estaba abierta para las familias, un murmullo se levantaba entre el público. Sólo eran audibles las palabras: “Mentiroso” o “Eso es mentira”.

El magistrado volvió a intervenir: “Estamos casi acabando. Entiendo su necesidad de desahogo, pero esto es una sala de Justicia. No me obliguen a tener que seguir a puerta cerrada”. Después, Bermúdez rechazó una pregunta de la Asociación de Familias Afectadas por la Catástrofe del Yak-42. Lo justificó con que era el primero en entender el “deseo de que las familias sepan todo, pero eso [lo preguntado] está fuera de los límites del proceso”, explicó.

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