Wes se revuelve incómodo y despotrica como si disparase una ametralladora. Está indignado por la crisis económica, por el desastre de Irak y por Guantánamo. ¿Otro estadounidense aún enojado con George W. Bush? Al contrario: Wes, empresario de 56 años, apunta su furia contra Barack Obama. Le acusa de empeorar la economía, de huir precipitadamente de Irak y de poner en peligro la seguridad nacional al cerrar la cárcel en la base cubana.
Esto es Texas, el feudo republicano al que ha regresado George W. Bush después de sus 8 años en la Casa Blanca. Las encuestas muestran que la luna de miel de los estadounidenses y Obama aún no ha finalizado a nivel nacional. Pero en Texas, que también sucumbió a su encanto pese a haber votado por John McCain, ya están los cuchillos afilados. La América profunda ha salido del escondite y se atrinchera contra 'el cambio' que amenaza 'los valores tradicionales' del país. Traducción, aquí: patriotismo, libre mercado y puño de hierro.
'Obama puede entorpecer la recuperación económica con un aumento del gasto federal tan alto que haga que los inversores no crean que podamos controlar el déficit. Si esto sucediera, América parecería Argentina durante su crisis', advierte William McKenzie, editorialista del Dallas Morning News. 'En cuestión de días, el presidente Obama ha arruinado la economía estadounidense para una generación con su agenda socialista y estilo arrogante', publica en sus páginas editoriales el periódico Star Telegram.
No son arengas de prensa de partido ni de medios adictos a las extravagancias de fanáticos como Rush Limbaugh, el republicano que vomita odio desde su programa de radio. Este tono apocalíptico es el que gotea día tras día la prensa seria de Dallas, tras el anuncio del plan económico lanzado por Obama para relanzar la economía con inversiones públicas. Y está calando: dos encuestas recientes-de Rasmussen y del Public Policy Polling- coinciden en señalar que, en Texas, los críticos con Obama ya superan a quienes le defienden.
El plan económico, que según los sondeos tiene el aval de los estadounidenses, es rechazado aquí por un amplísimo margen: el 61% considera que incluso empeora la crisis. Sólo el 31% lo defiende. El malestar que ha generado es tan grande que, según los sondeos, la mayoría incluso desea que el gobernador republicano rechace los fondos que le corresponden en el paquete de estímulo financiero aprobado por el Congreso.
'Los mercados desconfían con razón de Obama y esto compromete seriamente nuestras ganancias futuras', opina el consultor Jeff Zucker, mientras trata de demostrar su idea con un gráfico de la cotización bursátil de los últimos meses.
'Las caídas más pronunciadas coinciden siempre con los grandes momentos de Obama: cuando se vio que sería el candidato demócrata, cuando se vio que llegaría a la presidencia, cuando anunció su plan contra la crisis, aquí están las grandes caídas', insiste Zucker, mientras recorre el gráfico con el dedo. 'Corremos el grave peligro de que el intervencionismo de Obama liquide el espíritu emprendedor que ha hecho grande este país y cambie América'.
Zucker nunca fue republicano. Se define como independiente, ronda los 40 años y escribió su tesis universitaria sobre el PSOE.
Tampoco fue nunca republicano Mike Mayville, fornido empresario del sector inmobiliario. 'Obama y los sindicatos quieren quitar a los ricos para dárselo a los pobres, cuando lo que hace falta ahora es bajar los impuestos', se queja Mayville.
Ni Zucker ni Mayville tienen nada que ver con ese cliché que coloca a Texas el sanbenito de cow-boy, como si todo el Estado de un tamaño superior al de España, Grecia y Portugal juntos se redujera a los rodeos que dos veces por semana se organizan en Fort Worth.
La economía de Texas es de las más potentes de EEUU y ahora es la menos afectada por la crisis (la tasa de paro es del 8%, dos puntos menos que la media nacional) porque se nutre de una gran diversidad: el petróleo y la ganadería, sí, pero también las energías alternativas -aquí están los grandes centros de energía eólica- y las nuevas tecnologías, que se desarrollan en una zona de la periferia de Dallas que le pisa los talones a Silicon Valley.
La modernidad, en Dallas, se expresa en todas las formas imaginables; desde los nuevos rascacielos en el centro -como el de la petrolera Hunt-, hasta la telaraña de autopistas, pasando por los espectáculos religiosos. El mensaje conservador -incluso reaccionario-de la mayoría de los predicadores que se desgañitan los domingos ante audiencias multitudinarias se brinda en un envoltorio que parece siglos por delante de los ritos católicos: música rock en vivo, teatro, cine, sofisticados recursos retóricos...
El joven reverendo Paul Rasmussen predica cada domingo en la gran iglesa de la Southern Methodist University (SMU), la que Bush ha elegido para albergar su Biblioteca Presidencial. Se anuncia con carteles dignos de Broadway y el recinto, con capacidad para 1.200 personas, está abarrotado de fieles urbanitas y universitarios. Viste vaqueros y camiseta, pero es el guardián de las esencias de la América tradicional: '¡El respeto por la autoridad es tan fundamental para Dios como el no matarás!', brama en su sermón.
George H. Bush tiene su Biblioteca presidencial en Houston, sede también de Haliburton, el conglomerado que se hizo omnipresente al principio de la invasión de Irak y del que fue vicepresidente Dick Cheney. Ahora, George W. Bush vuelve a Dallas. Y se espera la inminente llegada de su asesor de cabecera, Karl Rove, como probable colaborador de la senadora KayBailey si da el paso de aspirar a gobernar el Estado.
En realidad, Texas es el único Estado donde la visión de la presidencia de Bush hijo no es catástrofica, subraya la investigadora de la American Enterprise Institute, KarlynBowman, en su sede de Washington, adonde han vuelto algunos de los neocon que le acompañaron a la Casa Blanca. Lo que se valora es su supuesta contribución a la seguridad nacional, que con Obama muchos texanos ven amenazada, a pesar de que se ha mostrado tan continuador en este campo que ha exasperado a muchos de los suyos. Pero EEUU es todavía una nación traumatizada por el 11-S.
'Si finalmente cierra Guantánamo, los terroristas lo tendrán mucho más fácil', se lamenta en su casa del exclusivo barrio de Las Colinas, en Irving, Rafael Pinedo, cubanoamericano que preside la empresa petrolera Pilgrim. Esta sí es una opinión muy extendida y la resume Penny, una restauradora de 58 años: 'Si nos vamos de Irak deprisa y sin completar el trabajo, los terroristas volverán y tanto esfuerzo no habrá servido para nada. Obama es un peligro para nuestra seguridad'.
'Nadie quiere la guerra, pero tuvimos que ir a Irak. Ha sido muy doloroso y ahora Obama anuncia la retirada con meses de antelación. ¡Esto no puedes hacerlo!', se exaspera, por su parte, Zucker, el consultor económico.
La magia de Obama se está desvaneciendo en Texas. Si hay reconquista, es muy probable que empiece aquí.
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