Fue 'un error' abrir una investigación interna el pasado 22 de enero, cuando se destapó la trama de espionaje y corrupción en la Comunidad de Madrid. Eso, al menos, es lo que creen muchos dirigentes del PP, convencidos de que, en aquel momento, 'los nervios' hicieron que se actuara precipitadamente. Cuando se supo que los madrileños Manuel Cobo y Alfredo Prada, miembros del Comité Ejecutivo Nacional, habían sido objeto de seguimiento, la dirección decidió tomar cartas en el asunto. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no reaccionaba y en las filas conservadoras todos miraban hacia Mariano Rajoy a la espera de que se pronunciara. Y lo hizo. Le encargó a su secretaria general, María Dolores de Cospedal, que esclareciera la situación.
En cuanto arrancó la investigación judicial y, sobre todo, cuando se activó la comisión en la Asamblea regional, 10 días después de la encargada por el jefe de la oposición, De Cospedal dejó la suya 'en suspenso'. Y así se quedará porque Rajoy no tiene previsto 'inmiscuirse' en los trabajos de la Comunidad. Con ello, el líder del PP no desautoriza a Aguirre y tampoco le da carpetazo al asunto, aunque a efectos prácticos sea lo mismo. En el partido piensan que lo mejor es dejarlo todo en manos de la Justicia, al igual que el caso Gürtel. Así queda también en el aire lo prometido por De Cospedal el pasado 16 de de febrero cuando dijo que el partido sería 'implacable' con quienes hubieran cometido alguna ilegalidad.
La mayoría parece aceptarlo. Para algunos diputados del PP, consultados por Público, reabrir la investigación sólo acarrearía nuevos problemas. Saben que si no la hubiesen puesto en marcha hace un mes y medio, ahora nadie la reclamaría. Pero cuentan que 'no tienen los instrumentos necesarios'.
Los conservadores denuncian que están recibiendo 'duros ataques', lo que ha provocado 'un importante cierre de filas interno'. Muchos dirigentes del PP constatan que el acoso de la derecha mediática persiste. 'Le dieron una tregua muy escasa a Rajoy', se comenta en el Congreso. Y ponen de relieve que ahora están cargando contra él 'tirando del organigrama. Están tratando enredar por todos los medios a la dirección nacional con la corrupción. No dejan de buscarle las cosquillas a Rajoy con Ana Mato o Luis Bárcenas', destaca un diputado.
En cualquier caso, todos son conscientes de que seguirán surgiendo escándalos y se preguntan qué hará entonces Rajoy para evitar que la imagen del PP no se vea dañada. En Madrid, para no provocar una nueva guerra, sólo le queda esperar a las conclusiones de la Asamblea y expulsar a los que vayan siendo procesados.
Sin embargo, hay quien le aconseja que le dé 'algún toque' a Aguirre y al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz- Gallardón, porque los conservadores del resto de España están 'más que hartos' de sus batallas y ya no distinguen si lo que ocurre es por culpa del uno o del otro, sólo saben que les salpica. 'Aburren y desmoralizan', dice una persona del equipo de Rajoy.
En cuanto a Francisco Correa, presunto cerebro de la trama de corrupción investigada por el juez Garzón, en el partido creen que Rajoy debería hilar más fino. Aunque en el auto se apunta hacia una supuesta financiación ilegal del PP de Valencia, el presidente nacional siempre defiende que su formación política 'no ha recibido ni un euro de Correa'. Para algunos, está bien que se esfuerce en trasladarlo a la opinión pública, pero piensan que no estaría de más aportar 'pruebas'.
'Todo está en el Tribunal de Cuentas, pero él podría aportar cifras para hacer desa-parecer el fantasma del caso Filesa', dice un diputado. Otro incide en que en el XIV Congreso Nacional de Valencia, en junio de 2008, se realizó el último informe de la Comisión Censora de Cuentas, a cargo de Carlos Fernández Carriedo, presidente del PP de Palencia. Mantiene que Rajoy haría bien en recordar que ahí están los datos revisados y, lo más importante, la gestión del tesorero está auditada.
Lo que está llamando y mucho la atención dentro del PP es la diferencia de trato que Rajoy le da a Aguirre y a Camps. Por mucho que el presidente de la Comunidad Valenciana haya sido uno de sus firmes apoyos, en el partido opinan que el líder del PP no debería regirse por sus filias y fobias, sino por criterios políticos, como el otro día prometió en una reunión con su Grupo Parlamentario.
Algunos consideran que 'el compromiso' de Rajoy con Camps es 'muy fuerte' y resaltan que este ya se puso de manifiesto durante las generales, cuando tuvo que 'tragar' con Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón imputado por tráfico de influencias y fraude fiscal. Pero los que rodean a Rajoy le quitan hierro, explicando que en el caso de Camps se está hablando de unos trajes mientras que en Madrid la situación es 'más enrevesada y grave'. D
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