'No nos cerramos a nada'. Esta frase, pronunciada el martes por Patxi López, no es un mero formulismo para despejar las preguntas incómodas sobre posibles alianzas pos-electorales en Euskadi.
El candidato del PSE planea, si lograra la investidura para ser elegido lehendakari, arrancar la legislatura con un Gobierno en minoría para, más adelante, buscar entendimientos que, aun sin mayoría absoluta, le proporcionen estabilidad. Sobre este planteamiento de partida existe práctica unanimidad entre las distintas sensibilidades del socialismo vasco, según ha podido contrastar Público.
La derrota de Ibarretxe abriría también la opción a pactar con otro PNV
Para que este planteamiento pueda llevarse a la práctica, el requisito imprescindible es que los partidos de orientación nacionalista PNV, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua, más Aralar no sumen mayoría absoluta: 38 escaños. Sería la constatación de que la sociedad vasca ha apostado por una fórmula distinta a la que ha capitaneado Juan José Ibarretxe, hipótesis ante la que el candidato del PSE ha asumido un compromiso firme: 'Si la sociedad vasca vota cambio, habrá cambio'.
Que los partidos de orientación nacionalista no lograran la mayoría absoluta implicaría que la tienen las fuerzas no nacionalistas PSE, PP y, en su caso, UPyD . Es con el soporte de esta premisa aritmética con la que el PNV intenta presentar un posible triunfo socialista como el regreso a la política de frentes ensayada por conservadores y socialistas en 2001. Pero es precisamente de eso de lo que quiere alejarse Patxi López y lo que ha permitido al PSE situarse con opciones de disputar la primacía al PNV.
La dirección del PSE tiene decidido que López se presente al debate de investidura, aunque sin negociar contrapartidas previas, en el convencimiento de que el PP no podría justificar que sus votos permitieran seguir gobernando a Ibarretxe si hay una oportunidad de alternancia.
Empresarios abogan en privado por el acuerdo PSE-PNV
Tras la investidura
Sería más adelante, en el horizonte de un año, cuando los socialistas intentarían fraguar alianzas que doten de suficiente estabilidad al Gobierno. Llegados a este punto, los dirigentes de la corriente más vasquista, a los que se identifica con el presidente del partido, Jesús Eguiguren, apuestan por 'un gobierno de izquierdas' con Ezker Batua y Aralar. El espejo es Odón Elorza, que comenzó su andadura como alcalde de San Sebastián gobernando en minoría y tiene ahora como socios a esas dos fuerzas.
Esta fórmula, a juicio de los socialistas, dotaría al Ejecutivo de estabilidad, aunque no tuviera mayoría absoluta en el Parlamento. A favor de esta tesis argumentan que resulta 'impensable' que PNV y PP se pusieran de acuerdo para presentar una moción de censura y que la pérdida del poder abriría una profunda, y quizás larga, crisis en el PNV.
De cómo se decantase el PNV pos-Ibarretxe dependería la posibilidad de que el pacto a corto o medio plazo no se produjera con EB y Aralar, sino con el PNV, como prefiere un sector importante del empresariado vasco, que juzga esta fórmula la más idónea para afrontar la crisis económica.
Llegado el caso, y ésta es una incógnita, la última palabra la tendrá el PSOE, pues el PSE, a diferencia de los catalanes del PSC, ha de someter sus pactos a la aprobación del Comité Federal.
1. Empate técnico
Los sondeos internos que manejan los socialistas sitúan al PSE en una horquilla de 27-28 escaños, en ‘empate técnico’ con el PNV. Si ese pronóstico se confirmara, creen que el cambio está al alcance de la mano porque, aunque se vaticina un desmoronamiento del PP, no se cree que baje de 10-11 escaños en el peor de los casos.
2. Temor al ‘recalentamiento’
La clave para que ese resultado se confirme está en la movilización del electorado que vota a los socialistas en las elecciones generales, pero el temor a que se produzca un ‘recalentamiento’ que movilice al electorado nacionalista ha llevado , hasta ahora, a optar por un perfil de campaña suave.
3. Vizcaya puede ser la clave
Los socialistas dan por seguro que obtendrán 10 escaños en Álava y se atribuyen 9 en Guipúzcoa, empatados con el PNV. De ser así, la clave estaría en Vizcaya, donde precisarían 8-9 y tienen ahora 6.
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