La transición ha durado dos meses. Tiempo en el que Vicente del Bosque ha buceado entre los vestigios de la gloria que dejó Luis tras tocar el cielo vienés, para acoplar de la forma menos compleja sus ideales futbolísticos. Aragonés y Del Bosque son el antagonismo personificado. Si Luis basaba parte de su filosofía en esos códigos que los futbolistas debía de ir descubriendo poco a poco, Del Bosque opta por su reconocida mano izquierda, adoptando métodos positivos de convivencia de la anterior etapa.
Del Bosque parece rehuir la pregunta cuando le hablan del cambio. “Serán mínimos”, es el mensaje oficial. Pero él sabe que son evidentes, y así lo dejó caer Casillas, el capitán: “Los cambios son patentes. Luis y Del Bosque no se parecen como personas ni como entrenadores. Poco poco, el míster lo va a ir inculcando”.
Lo más evidente del cambio de estado se verá sobre el césped. La España de los bajitos, de los mediapuntas que mareaban a sus rivales hasta que izaban la bandera de rendición, deja paso a la roja de los extremos. Las órdenes del seleccionador son claras. Capel y Cazorla deberán vivir pegados a la banda. Explotar sus cualidades en el uno contra uno, será una de las premisas para tumbar a la numerosa defensa bosnia, que con un sistema ultradefensivo, no tendrá nada que ver con la anárquica selección que se encontró España en la pasada fase de clasificación mundialista.
A Del Bosque no le quita el sueño el debut. Tiró de su pasado madridista para explicar lo que se siente ante el estreno oficial. “Yo estoy acostumbrado a este tipo de partidos. El equipo donde he estado era deseado por todos para ser derrotado”, apuntó a su llegada a Murcia.
Pero Del Bosque prefiere asegurar que esta situación provoca “un escenario positivo”. Según él, “todos saldrán a ganar a los campeones de Europa. Somos nuestro mayor enemigo. El pasado no nos refuerza, pero tampoco nos debilita”, matizaba el técnico que se veía reforzado en esta línea por Casillas: “Pasear en Europa con la vitola de campeón motivará a todos los rivales que se enfrenten a nosotros. Ahora, tenemos que mantener los pies en el suelo porque van a venir a por nosotros”.
Y es que el clima de euforia y optimismo que rodea a la selección es algo que puede ser un factor a tener en cuenta. Por si las moscas, Blazevic (seleccionador de Bosnia) dice tener pálpitos positivos ya que se habla muy poco de los once que jugarán contra la roja.
A la tercera debe ser la vencida. Eso es lo que tiene que estar barruntando en su cabeza Bojan. El novato de la selección está viviendo unas semanas convulsas desde que Radomir Antic, a la sazón nuevo seleccionador serbio, dejó caer con astucia la lindeza de su posible convocatoria con su país paterno.
Bojan se ha hartado de repetir que su sueño es jugar con la roja. Esta será la tercera ocasión que esté cerca de finiquitar de una vez el debate, aunque para Del Bosque esto no sea nada importante. “Bojan es uno más de los 19 que están aquí y lo utilizaremos en la medida que creamos conveniente y no es para hacer pública esta cuestión, que además no es prioritaria en estos momentos”, afirmaba ayer el seleccionador. Lo cierto es que Bojan ha traído aire fresco a la selección. Su juventud hace que sea el mimado de los campeones de Europa y todos están pendientes de él. Durante toda la semana, a Bojan se lo ha visto con el podólogo de la Federación por un problema en las botas y sus compañeros se han volcado en todo momento con él. Aunque no lo digan, todos están deseando que debute, por eso otra incidencia más, sobre todo tras el mareo ante Francia en Málaga, sería un fiasco para el grupo.
A la búsqueda de un icono
Los pesos pesados de la selección se deshacen en elogios hacia Bojan. Quien más quien menos se siente identificado con él, cuando comenzaba a despuntar en esto del fútbol. Un caso parecido al del delantero fue el de Casillas. El portero, con apenas 16 años, abandonó un día el instituto para acudir a un partido de Copa de Europa. El resto de la historia ya la conocen.
“España necesitaba un jugador como Bojan. Estoy contento por él. Es joven y alguien con quien podrán ilusionarse los más jóvenes. Algo que ya pasó con Raúl, Guti o Sergio Ramos. Es necesario que los más pequeños vean que un jugador de sólo 18 años puede llegar muy lejos y jugar en el Barça con los más grandes”, señalaba Iker.
Mientras, uno de los que mejor le conocen, Puyol, pide cautela y poca presión para el chaval. “Le veo bien, igual que en el Barcelona. Tiene muchas ganas de trabajar y llegará su momento. Ahora lo que tiene que estar es tranquilo y preparado para aportar lo que tiene”, dijo.
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