Que veinte años no es nada. El título del tango es hoy aplicable a la ubicación del electorado español a uno y otro lado de la línea imaginaria que separa izquierda y derecha. Porque los votos logrados en total el pasado domingo por los partidos adscritos al ámbito de la izquierda que han logrado representación parlamentaria, con el PSOE en cabeza, suman un porcentaje que al situarse en el 50,63% supera en 5,62 puntos al cosechado por las formaciones de derecha. Y sólo difiere en 3,9 décimas del alcanzado por la izquierda en 1989 (50,24%), es decir, hace dos décadas.
Derecha concentrada
Con el PP en cabeza (40,11% en estas elecciones) las formaciones de centroderecha y derecha han experimentado un ligero ascenso de 1,6 puntos hasta situarse en el 45,01%, el mayor porcentaje en esa área del campo ideológico desde los comicios de 2000. Salvo ese año, cuando el aldabonazo de la mayoría absoluta de Aznar disparó hasta el 52,63% la sumza de sufragios de centroderecha y derecha, la izquierda ha copado en los cuatro últimos lustros el apoyo de más de la mitad de los votantes.La diferencia sustancial entre el panorama de 1989 y el de 2008 radica en la concentración del voto. En la derecha, la desaparición de pequeños grupos que entonces tenían diputados (CDS, Unión Valenciana y el PAR aragonés) ha favorecido de manera nítida al PP. En 1989, CDS obtuvo 1,6 millones de votos. El PAR, 717.000. Y Unión Valenciana, 145.000. Con independencia del voto captado por Aznar en el siempre volátil centro político, la extinción de las tres siglas catapultó al PP, que saltó de los 5,28 millones de papeletas de 1989 a los 8,2 de 1993.
Remonte socialista
Los datos confirman lo que ya se daba por sabido: que también el PSOE ha salido ganando a costa de la concentración de votos. Y, muy especialmente, de la merma constante de apoyos sufrida por IU tras el repunte que vivió en las postrimerias de la etapa de Felipe González. Capitalizando el malestar ciudadano por la corrupción, logró 2,25 millones de votos (9,55%) en 1993 y 18 diputados. El punto álgido llegó en 1996, con 2,63 millones de votos (10,54%) y 21 escaños en el Congreso. Aquel fue el cénit y el comienzo de un declive que ha conducido ahora a IU a una sima electoral sin parangón y que ha recortado justamente a la mitad sus votos en 19 años:de los 1.858.588 de 1989 ha retrocedido hasta 963.040.
En 2004, y pese a todo, la coalición se mantuvo por encima del millón de votos (1,28). Ahora, ha quedado sepultada bajo dos escaños mientras los socialistas avanzan tanto en número de papeletas como en porcentaje electoral (43,64%), el más alto desde 1986 (44, 06%).
El nacionalismo pincha
Junto con el fortalecimiento del bipartidismo, los comicios del domingo aportaron una novedad significativa: la caída de los partidos nacionalistas hasta un nivel inédito desde 1982. Entonces, las cinco siglas que se definían a sí mismas como regionalistas, nacionalistas o independentistas obtuvieron 24 escaños. Una de ellas, Herri Batasuna, está fuera de la ley. Otra, Euskadiko Ezkerra, se unió al PSOE. Ahora, las seis formaciones nacionalistas supervivientes del 9-M han logrado en conjunto sólo un escaño más que en 1982. Y la cifra puede retroceder de nuevo hasta 24 si, como resulta probable o, cuando menos, posible, CiU pierde su séptima acta de Barcelona en favor del PP tras el escrutinio del voto emigrante. Chunta Aragonesista y Eusko Alkartasuna (EA) no jugarán el partido.
Para el nacionalismo catalán, que ahora suma las 11 actas de CiU y las tres de ERC, las elecciones de 2008 han sido las peores desde 1982. Ese año, CiU obtuvo 12 escaños, pero ERC, sólo uno, lo que implicó que bajo marca catalana sólo hubiera 13 diputados en el Congreso. Desde 1982, Barcelona ha perdido dos escaños por descenso de la población, pero Tarragona y Girona han logrado sendos escaños por la razón inversa.
La situación es aún peor para el nacionalismo vasco: una vez desaparecida EA del mapa parlamentario, sólo cuenta con las seis actas del PNV y la única de NA-BAI, algo inédito desde 1977, cuando el cómputo total llegó a nueve escaños. En 1993, Guipúzcoa perdió un escaño por la bajada demográfica. Y este año, Vizcaya ha perdido otro por idéntico motivo.
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