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Sánchez e Illa culminan la campaña en Catalunya con la aspiración de gobernar la Generalitat y poner fin al 'procés'

"El único que aspira a gobernar es Illa, el resto aspira a bloquear. Y este es el dilema. O Illa o bloqueo. Tenemos que pedir una amplia victoria, para ganar el 12 y el 13 poder gobernar Catalunya", llama el presidente.

Sánchez, con la camiseta de Illa. El candidato en primer plano.
Pedro Sánchez, con la camiseta de Salvador Illa, mientras el candidato del PSC saluda.  Europa Press

"Estáis aquí, estáis aquí, en Buenos Aires y en Berlín, estáis callados pero sé que estáis aquí". Con la canción de Sidonie arrancó –y cerró– el mitin de cierre de la campaña electoral en la que el PSC aspira a disputar el Govern de Catalunya y a cerrar el procés, con el candidato, el exministro Salvador Illa, al frente.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, después de cerrar su periodo de reflexión, decidió echar el resto y empujar con todo lo que tiene al candidato Illa.

Sánchez recibió el cariño del PSC y el aplauso del partido, que lo recibió puesto en pie. "Merece la pena. Gracias, presidente por seguir", le dijo el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, quien abrió el acto.

Sánchez se ha implicado en Catalunya, un lugar en el que se siente muy cómodo, a la búsqueda de un abultado resultado para los socialistas que permita al PSC ganar con holgura para intentar gobernar.

En el mitin de cierre de campaña, ante 3.500 personas en el interior del pabellón del Vall d'Hebron de Barcelona y otras 500 que se quedaron fuera, Sánchez lanzó a Illa y animó a concentrar todo el voto del "cambio" en Salvador Illa y en el PSC.

"No busquemos atajos. Hay que votar a Illa. Quien quiera avance y estabilidad, su papeleta es la de Salvador Illa. El único que aspira a gobernar es Illa, el resto aspira a bloquear. Y este es el dilema, el avance o cuatro años más de parálisis. O Illa o bloqueo. Pedimos una amplia victoria, para ganar el 12 y el 13 poder gobernar Catalunya", dijo Sánchez.

Una camiseta

"Quiero una camiseta como esa", arrancó su intervención el presidente, relajado. Le pasaron una de ellas. Estampada con el negativo de los rasgos de la cara de Illa, en la que destacaban las gafas de pasta del candidato, que se pretenden icónicas, el presidente se la puso encima de la camisa vaquera –le entró como un guante–. Y con ella dio el mitin entero: "Seguro que salgo en alguna portada con ella", dijo, de buen humor.

Después de los saludos, entró en harina. "Es importante que recordemos de dónde venimos. No ha sido un camino sencillo", dijo. "La quiebra de la confianza, de los desacuerdos la abrieron dos presidentes de derechas, uno en Moncloa y otro en la Generalitat, y dos socialistas, uno en Moncloa y otro en la Generalitat, resolveremos esa crisis de convivencia", agregó.

"El desafecto era muy profundo. Quiero acordarme de todos los socialistas que han sufrido insultos, agresiones. Gracias por levantar la bandera que merece la pena, la bandera de la convivencia", lanzó.

Sánchez recordó a Alfredo Pérez Rubalcaba y a Carme Chacón, quienes "siempre –dijo– buscaron alternativas a esta crisis". "Estoy convencido de que ambos estarían hoy enormemente agradecidos y orgullosos de cómo el PSC ha logrado abrir una vía ancha de convivencia que os va a llevar el triunfo el 12 de mayo", agregó.

El poderío de Catalunya, Palestina y el fango

Sánchez lanzó además otras ideas. Por un lado, reivindicó el poderío de Catalunya: "Catalunya no está en decadencia. Necesita un Govern que crea en sus capacidades y potencialidades. Llevamos diez años perdidos en todos los parámetros".

Por otro, rechazó la xenofobia y el "retroceso" machista que impulsan las derechas con la ultraderecha. "Este es un país abierto, tolerante", proclamó. A continuación, pidió a las mujeres catalanas que votaran "en masa a Illa": "Debéis ser las protagonistas del cambio", lanzó.

El presidente aseguró una vez más que España iba a reconocer a Palestina: "Le digo a la derecha política que el Gobierno de España va a reconocer el Estado, con su apoyo o sin su apoyo. Es la manera de garantizar la paz".

Después, también habló del tema que le llevó a instalarse en una reflexión de cinco días: la "máquina del fango". Primero, describió: "Importan el trumpismo de EEUU. Fabrican bulos, usan pseudomedios [para difundirlos] y acaban judicializándolo todo mediante asociaciones ultraderechistas".

Después, rompió una lanza por las políticas de sus gabinetes y de su partido, que, a su juicio, son la razón última de estos ataques: "No me atacan por ser Pedro Sánchez, sino por ser el secretario general del PSOE". Ahí recordó parte de las medidas sociales de su gobierno, en una retahíla.

Luego, abrochó: "Por supuesto que merece la pena defender al que no tiene, al que no puede. Por ellos trabajamos. Frente al fango, democracia".

El presidente quiso también citar al expresidente José María Aznar, entre los murmullos del personal, a quien consideró como "el ideólogo de cabecera de Abascal, de Feijóo, de Ayuso, de toda esta derecha". "A Quien pueda hacer, que haga. Respondamos con: Quien pueda votar, que vote, que vote a Illa". 

Abrir una nueva etapa

Después de Sánchez, entró en escena Illa. Abrió, directo al grano: "Guanyarem. Obrirem una nova etapa a Catalunya". Ese fue el mensaje fundamental que lanzó el candidato, el mismo que el de Sánchez antes.

"Quiero abrir una nueva etapa para unir a los catalanes. [Hay] dos únicas opciones: Quien quiera más de lo mismo, tiene muchas papeletas. Quien quiera abrir una nueva etapa en Catalunya solo tiene una opción, que es votar al PSC", dijo Illa. El candidato del PSC no quiere que se vaya a quedar ningún voto fuera de la urna y apeló, para atraerlos, también a los indecisos, a quienes están "perdidos y despistados", dijo.

"Artur Mas, Carles Puigdemont, Joaquim Torra y Pere Aragonès: ellos son los responsables de la situación que tiene hoy Catalunya", señaló Illa. El exministro manifestó que el autogobierno es el instrumento de la tercera gran transformación en Cataluña. Este autogobierno, a su juicio, tanto ERC como Junts en los últimos diez años lo han despreciado: "¿En qué cabeza cabe despreciar el autogobierno que tanto costó recuperar?".

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