Dominio público

Señor Sánchez, vuelva usted mañana

Ana Pardo de Vera

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de ERC, Oriol Junqueras, se saludan en el Congreso.- EFE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de ERC, Oriol Junqueras, se saludan en el Congreso.- EFE

Las elecciones catalanas han supuesto un chute de oxígeno para el PSOE de Pedro Sánchez, pero no mucho: la caída en picado de ERC (Pere Aragonès pierde 13 escaños con respecto a 2021) y el peor de Comuns Sumar (Jessica Albiach obtiene dos menos) deja una mayoría absoluta muy ajustada. El tripartito PSC-ERC-Comuns Sumar reúne 68 escaños (42-20-6) y Salvador Illa cumple con los mejores pronósticos, puesto que en Ferraz cada uno rezaba a su dios o sustituto para que su líder en Catalunya pasara de los 40 escaños y poder hablar de una victoria razonablemente firme en la que, por primera vez, el PSC gana las elecciones en Catalunya. Ironías de la ley electoral, a menos del 10% del escrutinio, el presidenciable socialista perdía un escaño a favor del PP de Alejandro Fernández (15 escaños) e Illa se dejaba la posible mayoría absoluta a tres, aunque posteriormente volvía a lograrlo y se oía un suspiro de alivio tanto en la sede del PSC como en la de Comuns Sumar.

La repetición electoral se ve menos posible ahora, porque el eje independentista, incluso con la ultraderecha independentista de Aliança Catalana (2), no suma mayoría absoluta. Junts gana 3 escaños y saca 35 (menos de los que preveían con el tirón de Carles Puigdemont) y la CUP cae 5 escaños y se queda con 4 parlamentarios de los 9 obtenidos en 2021. En total, el independentismo sumaría 61 escaños con el fascismo de AC.

La pésima noticia de este 12-M es, sin duda, para Esquerra con sus 20 escaños y una diferencia con Junts de 15 escaños. La formación de Aragonès afronta una crisis muy dura después de gobernar en solitario la Generalitat, con mucha inestabilidad y dos candidaturas muy potentes en los dos ejes que escriben la política catalana: en la izquierda de Illa y en el indepentismo de Puigdemont. El desgaste se veía venir, pero no tanto, y el estado de ánimo de los republicanos catalanes es ahora de desolación. También eso, aventuran tanto desde el PSC como de la propia ERC, influirá en su relación tanto con Illa como con el PSOE de Pedro Sánchez en el Congreso.

La llave a partir de ya la tiene ERC, porque los Comuns están dispuestos a pactar con Illa un Govern, además, teniendo presencia en él; de esto no hay duda ninguna si se cumplen unos mínimos de compromisos, aunque los de Albiach no parece tener fuerza suficiente como para exigir la renuncia al proyecto del Hard Rock que motivó el adelanto electoral. Una trayectoria coherente con sus últimas decisiones, llevaría a Esquerra a respaldar la investidura de un president del PSC, aunque sin entrar en el Govern, lo cual dejaría a Illa con 48 escaños en un Ejecutivo catalán, de nuevo, de mayoría precaria. No obstante, y teniendo en cuenta las mayorías del Gobierno estatal, que ERC quede fuera del Govern tomando distancia de los socialistas implicaría menos roces del PSOE con Junts en el Parlamento español que si Esquerra formara parte de la Generalitat.


Todo está abierto salvo la mayoría independentista, aunque eso incluye una repetición electoral en otoño que, confirmada su tendencia a la baja, no parece interesar a ERC. Sánchez recoge los frutos de la amnistía y de un candidato elegante y curtido, pero las negociaciones para intentar formar Govern serán complejas y a cara de perro en Madrid y en Barcelona por los malos resultados de Esquerra. No hay nada escrito, sin embargo, y en Catalunya, menos todavía. Mañana más.

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